sábado, 17 de abril de 2010

Segundo lugar
X concurso
Ala Décima

2010

Pájaros en la pantalla,
de Alberto Edel Morales









JURADO:

Roberto Manzano
Luisa Oneida Landín
Isbel Díaz Torres








Pájaros en la pantalla


Alberto Edel Morales Fuentes
(Albem Fuentes)






La sucesión
se alarma.
Se vive al filo del arma
y en peligro de extinción.

Degradación
del fruto,
del espacio, del minuto:

la mano
palpa lo humano
con un dolor absoluto!


Roberto Manzano







Tarjetas remotas



1

Cumplido el retiro, estás de nuevo en el show.
Atrás quedó el bungalow, su alma de papiro sajado,
y el sobregiro de unas risas pizpiretas.
Lanzas tus tarjetas remotas, de huésped casual,
sobre el fino césped; gozas romper las etiquetas.


2

Observada en perspectiva, la isla que abandonas
trae un aire de donnas bellas, de voz abrasiva y suave, festiva.
Un largo viaducto comunica este reducto con tierra firme,
palestra rentable, que aun muestra dones del producto.


3

Siempre será ayer, el instante eterno
donde el subalterno que eras fue poder, y ese atardecer,
y la noche larga, libre, sin la amarga presencia de un límite,
te hicieron artífice de una nueva adarga.


4

No volverás a estas costas, lo sabes; y con largueza
te regalas la certeza de un mar limpio, y langostas,
y un sol que cae en las angostas poblaciones del noroeste:
su naranja o rojo agreste delineando el cuerpo joven,
hecho para que desoven allí tu fe, tu miel, tu peste.





Pájaros en la pantalla

(con Charles Baudelaire)



La cabeza blanca del albatros…
su ojo libertario que nos mira:

¿Qué buscaba? ¿Y por qué nos mira
el ojo libertario del albatros?

Su imagen (renovada en los teatros
virtuales desde la foto antigua
de la Enciclopedia) fiel, contigua,
espesada en el lugar que mece:

¿Qué veía allá en su tiempo que estremece?
¿Qué pregunta aún su mirada ambigua?





Paños verdes, pantallas planas



1

Como un personaje de Heinrich Boll tocas la bola y la pones a girar: un golpe preciso para impactar en la pantalla las piernas del troll, que cae hacia el hueco negro: un gol de oro que abre las redes y las cierra en el último minuto, y entierra hondo las ilusiones que movieron la pasión de los otros o bulleron en ti, el día de los cantos de guerra.


2

El resplandor digital bajo el dedo que calcula el tiro y mueve la flecha: un movimiento que capta y desecha bandas, sombras, variaciones del miedo oculto entre las ramas. Con denuedo avanzas, pleno, en la enciclopedia: te desplazas del drama a la comedia natural de las especies sin nombre; sonríes, te ocultas, disparas al hombre, juegas tu billar de las nueve y media.


3

Paños verdes en las pantallas planas, lejos del ruido que afuera estremece las calles, nubla el cielo, empobrece el sentido, lo corrompe en aduanas y concilios. Verdades más cercanas a la antigua precisión de un disparo que derrumba cúpulas y en el claro amanecer de la ciudad dibuja su propio infierno desde la burbuja distante que anuncia la luz de un faro.





Como si el tiempo
de las iniciaciones volviese




La pantalla en blanco y negro, y un fondo gris de suicidas.
Como si el tiempo de las iniciaciones volviese
y cruzar los espacios vacíos fuese
el sentido de sus vidas.
Como si los druidas
mostraran su voz
profunda de hablar con Dios.
Como si el arte tornase a su esencia
libre después de las fatigas de la experiencia.
La pantalla en blanco y negro, y un fondo azul para dos.





Cuando termina la noche



Es esto lo que ven:
trastos viejos, desperdicios.
Cuando termina la noche.
Cuando las visitas se despiden
entre bye bye, hasta luego,
citas firmes para otra ocasión.
Cuando al tocar los quicios la luz corta de los faros se diluye
en vicios y pobreza marginal,
es esto lo que ven:
trastos viejos, detritus, pudrición,
el vaivén nocturno de una humanidad
ya venida a menos.
Después la memoria recicla ese hedor:
barrenos que todo lo perforan
y miran con desdén.





Cúbrete



He visto esos rostros golpeados más de una vez.
Las manos (rigurosas) que saltan, las mejillas
(izquierda y derecha) inflamadas, suspendidas
de asombro entre el dolor y la cruda palidez
de quien viene a matar y morir: esa adustez
insana del que persigue /un cuerpo que escapa.
He visto en los rostros (las manos) que un ojo abarca
antes de ser golpeado, la rabia /y viceversa:
hice mío el grito (cambié) la voz, con la crudeza
suicida del condenado /que ya nada aguarda.





Centuria




1

Desde pantallas planas, entre redes móviles, nos incluimos. Plebiscitos abiertos a otros mundos -infinitos- que transcurren y homologas en sedes alternas. Tecleas y mutan. Paredes globales que devuelven lo perdido. La idea de un ser nuevo, desvanecido de sí, y atento al otro en los complejos lagos de presencia múltiple, reflejos que atiendes para acceder al sentido.


2

Pudo servir para hallar la secuencia: entender, encontrar continuidad en la huella turbia, que es la oscuridad y es también esa fina transparencia que oculta los restos de la consciencia saqueada en el cambio de paradigmas: una Era que ya es otra, sus enigmas diluidos en el centelleo virtual que nos acerca, y aleja lo real, sus hechos convertidos en estigmas.


3

Todo el saber minimizado en fechas: una cronología elaborada con exactitud, bien aderezada de apuntes, prevista para abrir brechas y líneas de fuga por las estrechas márgenes de una época decadente (cómoda) donde es moneda corriente el oficio privado de ambición, el buen hacer, la desorientación: los signos que asume un tiempo indolente.


4

Esto lo escribía ayer ¿O estoy tecleando mañana? Un horizonte que escapa en la noche universal, se solapa. Vuelve a ser la antigua Nada plisando las cuerdas. Y sacude el telemando agrietado de un siglo que barrunta ¿Así? Contrae su duración. Repunta hacia los desplazamientos atroces de un saxo imposible, y escucha voces: Perseguidor que al límite pregunta.







ALBERTO EDEL MORALES FUENTES (ALBEM FUENTES)
(Cabaiguán, Sancti Spíritus, 1961). Ha publicado los poemarios
Viendo los autos pasar hacia Occidente; Escrituras visibles; Lejos de la corriente; Otro color, otras figuras geométricas; El juego de la memoria (o Bajo el árbol del mango) y Con cierta elegancia, así como el catálogo de jóvenes poetas cubanos Cuerpo sobre cuerpo sobre cuerpo (coautor Aymara Aymerich) y La Estrella de Cuba. Inventario de una Expedición. Como narrador ha dado a conocer el relato testimonial Los pies en la tierra y la novela Que te vuelva a encontrar. Textos suyos aparecen en antologías, publicaciones periódicas y sitios digitales de la isla y otros países. Miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Es director fundador de la revista de literatura y libros La Letra del Escriba y del Centro Cultural Dulce María Loynaz. Reside en Ciudad de La Habana.

En nuestros archivos, puede ver su décima de saludo al surgimiento en Guatemala de dos nuevos blogs relacionados con la poesía en estrofas de diez versos, así como el poema en décimas con que mereció el primer premio en el XII concurso nacional de poesía Regino Pedroso (2008). Otros acercamientos a su obra poética, mediante los siguientes enlaces, en los sitios Álbum nocturno y Arte poética. Rostros y versos, ambos del poeta André Cruchaga.