jueves, 26 de septiembre de 2019

Premio del XI concurso de glosas Naborí


 
Isla frutecida,
de Odalys Leyva




A partir del 2009, la filial del Grupo Ala Décima en San Miguel del Padrón, municipio natal de Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí, rinde tributo al poeta con el concurso nacional de glosas que lleva su nombre. En esta undécima edición (2019) mereció ese lauro el texto Isla frutecida, de la poetisa Odalys Leyva Rosabal (Jobabo, Las Tunas, 1969; también narradora e investigadora; miembro de la Uneac; presidenta del Grupo iberoamericano de mujeres Décima al filo, con sede en Guáimaro, Camagüey; miembro del Grupo Ala Décima; merecedora de numerosos galardones como el Premio Ala Décima 2004 y el Premio Iberoamericano Cucalambé 2008, por su libro Los Césares perdidos). Es la primera ocasión en que este certamen es ganado por un autor que ostenta el Premio Iberoamericano Cucalambé.






Isla frutecida


Pensaste que ya en tu frente
jamás habría una sombra,
que no tendría tu alfombra
de lirios, un cardo hiriente.

Jesús Orta Ruiz


Hay un cinturón de agua
alrededor de la isla,
un muro que flor aísla
y pesadumbre desagua.
Frutos esconde su enagua
como pasión reverente.
Olas de gracia elocuente
saben mi dolor, mi llanto.
Un cuerno clama su espanto:
─pensaste que ya en tu frente
el cintillo era de fuego,
y el árbol de mala espina
soltaba su parafina
por los temores del ruego.
Al mar rugiente me entrego,
y su salitre me escombra
el dolor que todo nombra
y entre maldiciones pasa.
(Me juraste que en mi casa
jamás habría una sombra).

Quise volar mis deslices,
conocer nuevas ciudades,
y separé mis mitades
en resinas infelices.
(El hombre tiene raíces
en la multitud: asombra
tanto naufragio…) ¿Quién nombra
el secreto de Aladino,
la falta de pan y vino
que no tendría tu alfombra?

Caos, escándalo, enredo,
echan nube a la fortuna
cuando la esperanza es una
arboleda contra el miedo.
Echa el destino un torpedo
sobre la arena caliente,
y en la ciudad maldiciente
un juez calza la ironía.
¿Quién plantó en la luz del día
de lirios, un cardo hiriente?








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