Isla
frutecida,
de Odalys Leyva
A partir del 2009, la
filial
del Grupo Ala Décima en
San Miguel del Padrón, municipio natal de Jesús Orta
Ruiz, el Indio Naborí, rinde tributo al poeta con el concurso
nacional de glosas que lleva su nombre. En esta undécima
edición (2019) mereció
ese lauro el texto Isla frutecida, de la poetisa Odalys
Leyva Rosabal (Jobabo, Las Tunas, 1969; también narradora e investigadora;
miembro de la Uneac; presidenta del Grupo
iberoamericano de mujeres Décima al filo, con sede en Guáimaro, Camagüey;
miembro del Grupo
Ala Décima; merecedora de numerosos galardones como el Premio
Ala Décima 2004 y el Premio
Iberoamericano Cucalambé 2008, por su libro Los
Césares perdidos). Es la primera ocasión en que este certamen es ganado
por un autor que ostenta el Premio
Iberoamericano Cucalambé.
Isla frutecida
Pensaste que ya en tu frente
jamás habría una sombra,
que no tendría tu alfombra
de lirios, un cardo
hiriente.
Jesús Orta Ruiz
Hay un cinturón de agua
alrededor de la isla,
un muro que flor aísla
y pesadumbre desagua.
Frutos esconde su enagua
como pasión reverente.
Olas de gracia elocuente
saben mi dolor, mi llanto.
Un cuerno clama su espanto:
─pensaste que ya en tu
frente
el cintillo era de fuego,
y el árbol de mala espina
soltaba su parafina
por los temores del ruego.
Al mar rugiente me entrego,
y su salitre me escombra
el dolor que todo nombra
y entre maldiciones pasa.
(Me juraste que en mi casa
jamás habría una sombra).
Quise volar mis deslices,
conocer nuevas ciudades,
y separé mis mitades
en resinas infelices.
(El hombre tiene raíces
en la multitud: asombra
tanto naufragio…) ¿Quién
nombra
el secreto de Aladino,
la falta de pan y vino
que no tendría tu alfombra?
Caos, escándalo, enredo,
echan nube a la fortuna
cuando la esperanza es una
arboleda contra el miedo.
Echa el destino un torpedo
sobre la arena caliente,
y en la ciudad maldiciente
un juez calza la ironía.
¿Quién plantó en la luz del
día
de lirios, un cardo
hiriente?
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