martes, 18 de febrero de 2020

Premio G-NERarte, XX Ala Décima


Alférez,
de José Ramón
Rodríguez Espinosa

Foto tomada de su página de Facebook




Desde la edición del concurso nacional Ala Décima del 2015 se concede el Premio del Grupo Nacional de Escritores Rurales (G-NERarte), para autores nacidos o residentes en zonas apartadas, lauro que implica el ingreso del ganador a la mencionada agrupación. En esta ocasión el galardón consistió en libros y una obra de arte inspirada en su texto.








Alférez

José Ramón Rodríguez Espinosa




Premio del Grupo de Escritores Rurales (G-NERarte)
XX concurso nacional
Ala Décima (2020)


JURADO:








Alférez




Los hijos, tiernos retoños
éxtasis en primaveras
místicas enredaderas
mistrales de los otoños.
Uniformados bisoños
párvulos recién nacidos
fúlgidos enardecidos
florestas sobre las brisas,
apasionadas sonrisas
pintorescas en los nidos.

Los hijos son los relentes
espaciados en ternura
sorna suave de frescura
cascadas frescas
                          vertientes.
Vivos colores pendientes
de arcoíris entre palmas
en las tempestades, calmas
surcos que peinan las quillas
solo por ser las semillas
gérmenes de nuestras almas.

Hurgo en el orbe la esfera
para equidistar
                       pregunto.
¿Dónde encontrar otro punto
convergente en la cimera
de una cumbre verdadera
paralela a nuestras vidas?
Si nos hieren las heridas
no necesitan suturas
antibióticos ni curas
sellan solas escondidas.

¿Son vástagos celestiales
dogmas de las religiones
o incógnitas ecuaciones
de las bombas arteriales,
campos de trigos riciales
relámpagos o destellos,
serán patricios
                       plebeyos
objetos de fetichismos?
-Al final, nosotros mismos
representados en ellos-

Designios de los reflejos
entrañables afluentes
aguas lustradas en puentes
bruñidas
              dentro de espejos.
Por cruciales catalejos
cierta distancia captaron
el carácter que heredaron
no son preguntas ajenas…
-Sangre que llevan en venas
de quienes los engendraron-

Alférez, idolatrías
pícaras
             al transitar
el tiempo pone a volar
papalotes, alegrías
cometas y fantasías
marugas de amanecer
risas, llantos o placer
algazaras sin enmiendas.
Hasta que toman las riendas
auténticas del crecer.

¿Los hijos son pedestales
sostenes de las entrañas
lontananzas en montañas
o paisajes naturales?
Son torrentes de caudales
sin admitir aislamientos
solemnes advenimientos
presagian
               Ah cuántos potros
arraigados en los otros
inmaculados cimientos.

¿Serán copia original
de sus dos progenitores
o réplicas en valores
de una enseñanza cabal?
Una recta vertical
fértiles terrenos llanos
que Dios
            nos puso en las manos
para que la propia historia
se vista de su memoria
y delinee pasos sanos.

Cuando emprenden los pichones
el vuelo de travesía
nos dejan melancolía
y sufres a borbotones.
Se nos quiebran los bastones
en el camino maltrecho
que sin distancia ni trecho
por el escenario asumas
cuerdas de sangre
                             sin brumas
-nos percutan en el pecho-

El bosque sin pajarillos
son las goletas vacías
de sueños sin poesías
cansinos, tristes, sin brillos.
Donde no danzan los grillos
ni nos anteponen soles
pizcas de los girasoles
para concebir un lecho.
Es sinónimo del techo
de un hogar triste sin proles.








JOSÉ RAMÓN RODRÍGUEZ ESPINOSA (Venegas, Sancti Spíritus, 1948; actualmente reside en Alamar, La Habana del Este). Se formó en un ambiente rural, del cual le viene la vocación por la poesía en décimas. Tiene varios reconocimientos en esta modalidad, en certámenes locales. Es uno de los llamados poetas amigos de la peña semanal sede del Grupo Ala Décima, en la biblioteca Tina Modotti, de Alamar, y participa en otras actividades de esta agrupación y la decena de tertulias conducidas por sus miembros y colaboradores en la capital.







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