jueves, 27 de diciembre de 2012




Premio Ala Décima
en el V concurso
Décima al filo 2012

Ponderaciones
al vocablo
,
de Merari
Mangly




Desde el 2005 el Grupo Ala Décima entrega un premio especial al mejor cuaderno de autora joven en el concurso nacional Décima al filo, que convoca cada dos años el grupo de mujeres decimistas de igual nombre.

En su cuarta entrega, correspondiente a la quinta edición de ese certamen, mereció el lauro de Ala Décima la obra Ponderaciones al vocablo, de Merari Mangly Carrillo, nacida en 1966, poetisa, diseñadora y editora que se desempeña en Ediciones Luminaria, de la provincia de Sancti Spíritus. Tiene publicados varios libros y cuenta con diversos reconocimientos, entre ellos el Premio de la Ciudad en el 2010. Es presidenta del Grupo Toda luz y toda mía, representante de Ala Décima en su territorio y destacada colaboradora de su sitio web.






Ponderaciones al vocablo




I
(Ponderación inicial)


Ocultar la voz. Silente
desespero de lo yerto.
Vernáculo, casi muerto
el verbo se envuelve ausente.
¿Muda cavidad? La gente
se mutila. Sin orar,
con testigos, sin altar,
Dios nunca hará una condena
si traspasa cada vena
la negación a callar.

Ausencias. Género visto
en libélula, si a oscuras
bebe el néctar de maduras
frutas de sol. Desprovisto
de su luz, al verbo insisto
en ponderar la palabra.
¡Ah, libélula!, te labra
la tierra junto al abono.
Sube a perpetuar el trono
sin corona. Que te abra
el tiempo encomios. Limita
al óbito tras la puerta
porque en la tierra desierta
eres oasis. Transita
el caudal donde dormita
la fuerza con que desgarras
el aliento. Junta jarras
para brindar por la voz
que en el destino está Dios
liberando tus amarras.



II
(Negaciones del ojal
ante la blusa desgastada)


Un sesgo. La desnudez
contradice a la costura.
La voz se dilata, augura
un tejido en la mudez.

¡Ah, silencio!, eres la nuez
que rompe el pecho. Se gasta
la blusa en esa subasta
de los hilos... ¿Fortalecen
la cartera?... Se empobrecen.

-¿Quién da más?…Le grita el asta
que se aleja del cerrojo
enmohecido sin lluvia.
Enseña la piel. Diluvia
la rotura. Envuelta en rojo,
la libélula. Es el ojo.
-¡Tú das más…!
 Desnuda, yerta,
responde sobria y despierta
la palabra. No está rota.
Rasgó la bebida gota
en el brindis tras la puerta.

(Mientras, aguarda un escudo
protector ante el desnudo).

¡Ah, libélula!, ¿en qué roto
desgajar de agujeteros
zurcen la piel tus guerreros?
¡Ah, ensoñación!, ¿en qué ignoto
destino rasgaste el voto
por la carne desgastada?
Se revierte la celada
tras la guerra a que se obliga.
El botón se le desliga
para herir la puñalada.

(En el tejido confuso
la sangre gritó: ¡Rehúso!)

-Hora es ya. He de decirlo.
(Clama el estertor en grito)
Otra blusa. Es inaudito…
…esa voz va a confundirlo…
El silencio ha de prohibirlo.
Prohibir verdades. Frugal
desafuero en el puñal.

La libélula, a la tela
se enrola. Iza otra vela
que se convierte en ojal.



III
(Los vestidos sobre el mapa)


La brújula ha vuelto. Hiere
a la penumbra. Aprendiz
de patriarcal. El barniz
se desliza. Le prefiere
para encubrir. Mas, se adhiere
a lluvia y luz. ¡Ah, por fin
la mano que habla a la esfin-
ge que esculpió. El escultor
palideció al estertor
de vestidura. Un cojín
debajo de la tijera
(el ritual para rasgarse
la piel que ha de desnudarse).
Diseñó la costurera
-que es la vida- una cuellera
para hablar de lo prohibido.
La libélula ha bebido
las voces y las desata.
Un discurso es la sensata
plenitud para el vestido.

La tijera rasga. Aúlla
la imposición. Necedades
se silencian y verdades
atan el tiempo. Murmulla
un eco algún ¡Aleluya!
¡Bienaventurados brotes!

Los susurros dan azotes
sobre la mesa hecha un nido.
La brújula le ha advertido
de tenue voz. Los escotes
de los vestidos, recortan
el norte. Queda en el centro
y regresan a su encuentro
la lluvia, el eco. Soportan
al silencio con que acortan
la ropa que les profesa
un sonido en sutileza.

La brújula al cuerpo atrapa.
Les desenrola otro mapa
dispuesto sobre la mesa.



IV
(Disoluciones de equilibrar)


Amarras sueltas. El verbo
entrelaza el sustantivo
cálido al invierno. Altivo
el discurso lo conservo.
Vocablo al silencio, enervo
su retorno. La ebriedad
será una grieta en la edad
que se desata en la huida.
Los sexos dan la estampida
a la brújula. Equidad.

¿Ves libélula? Tu cuello
desabrigó ese nocturno
preámbulo para el diurno
contraste de otro destello.
Se desató tu cabello
sobre la voz sin garganta.

La caricia se levanta.
No silencies. Dilo todo.
Habrá más luz sobre el lodo…
Tanta voz… y tanta… y tanta.