miércoles, 13 de julio de 2016

Premio Ala Décima, V concurso Toda luz



 
Breve itinerario bajo la lluvia,
de Henry Rodríguez Borjas











En el V Concurso Toda luz y toda mía —cuya premiación se efectuó en junio durante el Cuarto Festival de esa agrupación con sede en Sancti Spíritus— se entregó por primera vez un lauro del Grupo Ala Décima para autor joven, que correspondió a la obra Breve itinerario bajo la lluvia, de Henry Rodríguez Borjas (Las Tunas, 1984), quien recibió con ese motivo una selección de libros, en premiación diferida durante el Catauro de la décima de la 49 Jornada Cucalambeana, en Las Tunas. Integraron el jurado de este certamen los poetas Karel Leyva Ferrer, Antonio Rodríguez Salvador y Pedro Péglez González.









Breve itinerario bajo la lluvia






BREVE ITINERARIO BAJO LA LLUVIA

Llueve .Se hace más terrible
olvidarme de tu nombre.
Llueve en mí o en aquel hombre
que rumia su apetecible
dolor (su queja plausible)
cual bufón frente al espejo.
Llueve sobre mi entrecejo
una paz que regurgito
entre el silencio y el grito
de un odio mucho más viejo.

Llueve. Ya no pertenezco
a ningún sitio. Macondo
quedó detrás, en el fondo
de esta ausencia que padezco.
Llueve tu olvido y no crezco.
Llueve Dios y tanto abismo
habitable, tanto sismo
anunciando un resplandor.
Llueve otra vez el error
de parecerme a mí mismo.

Llueve, pero la conciencia
permanece hostil y dura.
(La luz no será más pura
cuando dicten mi sentencia).
Llueve, pero una demencia
heredaré sobre el ruedo.
Llueve, pero ya no puedo
salvarte y salvar la nieve
sutil de los días. Llueve,
pero otra vez tengo miedo
a desconocer el odio,
la tristeza que me ahoga.
Llueve porque hay una soga
meciéndose sobre el podio.
Llueve porque te salmodio
a pesar de los retablos
sin concluir. Los vocablos
tristísimos de la espera.
Llueve porque mi bandera
predijo ayer los venablos
histéricos del mañana,
las horas, el vil hospicio.
Las voces del precipicio
entrando por mi ventana.
Llueve porque no hay mañana
después que la luz me falle.
Después que el sol nos acalle
otra verdad a destiempo.
Llueve otra vez sobre el tiempo.
Sobre mí, sobre la calle.




LUGAR COMÚN

Me da miedo hablar de todo.
Los pasados que hoy terminan.
Mis palabras asesinan
al yo que estaba en el lodo.
Pero no descubro el modo
para espantar los ciclones.
Busqué en algunos rincones
de la casa y solo veo
la salida de Odiseo.
Espero que me perdones,
(sé que es un lugar común).
Espero que cuando parta
mi bajel (no sé si a Esparta)
pueda encontrarte en algún
puerto menos turbio. Un
siglo después del abismo
volveré en un silogismo
más transparente que el miedo
a demostrarte que puedo,
siempre puedo ser el mismo
gorrión triste que encontraste
a la vuelta de un abril,
más silencioso que mil
silencios. Si me encontraste
o te encontré, si no ataste
al viento todas tus ganas
ya no importa. Las ventanas
quizás puedan ser abiertas
como yo cerré mis puertas.
Siempre existirán mañanas,
lugares donde podamos
despertar sobre los puentes,
voces aún indiferentes,
que no comprendan que estamos
amaneciendo. Que hablamos
los dos con el mismo enredo
de palabras contra el miedo
a esta rutina y el vicio.
Ya estoy en el precipicio,
pero sabes que no puedo
saltar si tú no me empujas
hacia el vacío piadoso
y profundo que es el pozo
en tu voz. Si no me estrujas
en el pecho las agujas
de un reloj casi desierto
nunca sabrás si fue cierto
cada minuto de lluvia.
No sientes cómo diluvia
otra vez sobre este puerto
cansado de ver morirse
las gaviotas. Ya cansado
de ver a los barcos irse
y no regresar. Cansado
porque él mismo es un candado
enorme y no encuentra llave
para liberar al ave
moribunda. (Sin apuro
los barcos van al futuro,
pero el puerto no lo sabe).
Pero sí saben tus ganas
el lugar donde me escondo,
que me he lanzado hasta el fondo,
y ya no doblan campanas
por mí. Ábreme tus ventanas.
No quiero partir. El miedo
puede encontrarme en el ruedo
abstracto de la partida.
Déjame anclar en tu vida
y amarte. Sé bien que puedo.




ÉL

Alberto Garrido


Debo inventarme un olvido
que enmascare la memoria.
Acaso puede esta noria
olvidarse que he vivido
y es bastante. Voy mordido
por ese oscuro pronombre
que me impusieron. El hombre
es una débil promesa
y sobre mis hombros pesa.

(No pueden salvar mi nombre).




BREVEDAD

Las calles de mi infancia nunca fueron
adornos sin neblina y sin pobreza.
A esas calles nunca hice la promesa
de volver un día invicto. Vieron
huir mis pies un otoño que perdieron
su inocencia. Mis calles son historia
retratada en blanco y negro. Notoria
brevedad: el regreso y la utopía.
Las calles de mi infancia, todavía
me besan con sus años la memoria.











miércoles, 6 de julio de 2016

Premio G-NERarte, XVI Ala Décima



Paso al guerrero,
de
Eutiquio Tartabull









Desde la edición anterior del concurso nacional Ala Décima (2015) se concede el Premio del Grupo de Escritores Rurales (G-NERarte), para autores nacidos o residentes en zonas apartadas, lauro que implica el ingreso del ganador a la mencionada agrupación. Su presidente, el poeta Miguel Mariano Piñero, entregó el galardón, en esta ocasión consistente en una obra de arte inspirada en su texto. (Foto: Jesús Arencibia)









Paso al guerrero

Eutiquio Tartabull



Premio del Grupo de Escritores Rurales (G-NERarte)
XVI concurso nacional
Ala Décima (2016)


JURADO:










Paso al guerrero






1
Vengo como el sol, de lejos
Quizás de un tiempo cercano,
Cuando me late en la mano
La décima en sus reflejos.
En los árboles añejos
Voy despejando la bruma,
Y antes que cronos consuma
Los impulsos que me laten,
Mis versos saltan, combaten
Con sangre a punta de pluma.



2
De pluma se hace el camino
Mentiras a mi pequeña,
Es mi confidente y dueña,
Mi adorado vellocino.
No es casual, es mi destino,
Regresarla no es dislate,
Es sentir que el cuerpo late
Cuando la envuelva en mi pecho
Después de vencer el trecho
Que produjo el disparate.



3
¿Disparate? Si supiera
Que en sumo grado yo peco
Porque ella me tiene enteco.
Un gran amor, cual si fuera
Mi dueña no una quimera,
Llama intima, surtidor
Que en su luz embriaga en flor.
Es una antorcha que traza
La silueta que me abrasa
Para extinguir mi dolor.



4
No es dolor si el cuerpo vibra
Cuando desnuda en mis brazos
Bebo en hojas de sus trazos
Los temblores que calibra.
En su derroche de fibras
Es un volcán endiablado.
Ardo en sus carnes, bocado
Que me apetece y deseo,
En rubí que cuando veo
Es un tesoro añorado.



5
No añoro paz en sudario,
Me bañan fuentes de luz,
Mi estandarte, no la cruz
Ni el amuleto danzario
De un caníbal solitario
Que en disputa con los peces
Los destripa. Varias veces
Lo veo coger el atajo
Sin avistar el cascajo
Que se oculta entre las mieses.



6
Mieses que imponen el viaje
Marcan pautas en el viento.
Hundido en ese tormento
Desfallezco en vil ultraje,
Maltratado, sin linaje,
Bajo látigos habito.
En la tarima está el grito
De los condenados, vierte
Sobre mí dardos la muerte
Y en su licor me derrito.



7
Me derrito en solitario
Acechado por el viento,
Sin que se escuche un lamento
Ni alarido temerario.
Soy guerrero milenario
Delineado en tanta gente,
Si me lleva la corriente
Al escalar la montaña
No enfrentaré la guadaña,
Pues la evito soy consciente.



8
Soy consciente, tú muy bella,
Como novia de mis ojos
Cumplimos nuestros antojos
En mi luna-noche-estrella
Unidos por la centella
Que cimbra en el firmamento.
Bebí del dulce fermento
Que dimana de sus mieles
Sin intervención de fieles
Con las preces de un lamento.



9
Lamentos ni sinsabores
Convergen en mi camino.
Con dos cuchillos tan finos
Decapito los temores,
Reivindico los amores,
Todo en luz es diferente.
Si tu cuerpo arde, y siente
El gemido de mi voz,
Compartido entre los dos
Culmina en la brasa ingente.



10
Ingente flor que recuerdo,
Tu refugio fue a mi lado.
Con ese cutis dorado
Ardido tu beso muerdo
Con premura de un recuerdo.
¿Cicatrices de tus valles?
Las recuerdo en sus detalles
Cuando el corazón, sediento,
Galopa desde tu aliento
Para que el amor no calle.








EUTIQUIO TARTABULL SOTO (Nacido en 1931, en una apartada finca de Ciego de Ávila). Actualmente reside en Cojímar, municipio de La Habana del Este, y es de los poetas amigos de la peña semanal sede del Grupo Ala Décima. Estudió Medicina hasta el tercer año, pero luego se dedicó a la Contaduría, en la cual se desempeñó hasta su jubilación. Su obra en versos recorre variados ámbitos estructurales, pero hay en ella sitio especial para la décima, que cultiva con pasión condimentada por la noble influencia del emblemático poeta decimista pinareño Lorenzo Suárez Crespo. De Tartabull hemos publicado sus poemas en una estrofa titulados La caída del halcón, Fogata jimagua, Pasión sublime y La pasión que viví, así como su poema que conquistó primer premio compartido en el concurso Tina entre nosotros 2013 y el que alcanzó primera mención en el mismo concurso en el 2015







martes, 5 de julio de 2016

Premio Décimas para el amor, XVI Ala Décima



Imágenes,
de
José Miguel
Ramos Puerto






El premio Décimas para el amor Hermeides Pompa lo respalda la Casa Iberoamericana de la Décima El Cucalambé, de Las Tunas, al mejor cuaderno con ese tema. Da continuidad al certamen que la institución inauguró en 1994 y cuya primera ganadora fue la poetisa que da nombre actualmente a ese lauro. Consistió en esta ocasión en poemarios y otros materiales de la Casa, entre ellos una pequeña cerámica con la fachada de la institución.









Imágenes

José Miguel Ramos Puerto



Premio Décimas para el amor Hermeides Pompa
XVI concurso nacional
Ala Décima (2016)


JURADO:











Imágenes






AHORA QUE ESTÁS

Me llegaste sin aviso
y sin puertas ni ventanas,
como las nubes lejanas
que regresan sin permiso.
Así la suerte lo quiso
cuando una tarde cualquiera
me llegó tu primavera,
como anticipo de marzo,
por la ruta donde engarzo
esperanzas a la espera.

Y como nunca le sobra
el paso largo a la prisa,
me quedé con tu sonrisa
para vencer la zozobra
que cada noche me cobra
sus sueños más atrevidos;
y en un mundo de latidos
donde la ilusión no falta,
te convierto en la más alta
rama para hacer mis nidos.

Si llegaste no te vayas
por los caminos que subes,
como se alejan las nubes
en búsqueda de otras playas.
Quédate aquí donde hallas
alas para la inquietud
de tus vuelos, un alud
de insospechadas primicias,
molde para tus caricias
y un pecado a tu virtud.



LLAMADO

Desde tu figura esbelta
hasta tus ojos profundos,
la llamada de dos mundos
vibra cuando estoy de vuelta
de mi existir, y revuelta
la mar de antiguos reflejos,
estoy de nuevo ante espejos
de unos ojos de mujer,
como queriendo poner
alas a mis sueños viejos.

Tu mundo tiene la fuerza
de la corriente impetuosa,
y al mismo tiempo es la rosa
de la mejilla más tersa.
Vengo en dirección inversa
tocado por el hastío,
y a la orilla de tu río
donde la frente me arde,
dudo si será muy tarde
para tu mundo y el mío.



URGE

Cuando tu ausencia me aplasta
tiñéndome las ojeras,
hay un dolor sin fronteras
que me estremece en subasta
de recuerdos. Cuando gasta
la tarde sus redecillas,
hebras rojas y amarillas
bajo un deslumbrante azul,
escapan de mi baúl
los bordes de tus orillas.

Cuando tu caricia es solo
la parte de un hemisferio,
la muerte de un cementerio
de añoranzas..., yo me inmolo
en la atracción de tu polo
con el mío. Y desde adentro,
esa caricia es el centro
de gravedad que me imanta,
que calcina mi garganta
con la llama del encuentro.

Ven pronto que el desvarío
me está latiendo en la sien,
trae tus efluvios y ven
como quien riega el rocío,
como quien tomó del río
su fertilidad de aroma...
Ven pronto, porque el idioma
entre el beso y la palabra
urge, necesita que abra
el vuelo de la paloma.



FANTASÍA

Llueve otra vez: yo diría
que la lluvia tiene el don
de mojar mi corazón
sin lágrimas; fantasía
que le da a mi poesía
una nube siempre nueva
en la que el verso se eleva
para que, al atardecer,
una trenza de mujer
se deshaga cuando llueva.

Una trenza que quisiera
ver recogida en el moño
inquietante del otoño
retando a la primavera.
Por ello mi verso espera
siempre que vuelva a llover,
para que al atardecer,
con su caricia más loca,
me vuelva a besar la boca
una trenza de mujer.



IMAGEN DE MI ESPEJO

No te miro entre los bordes
ideales de una imagen
de perfección, en que bajen
ríos en los que desbordes
iridiscencias, acordes...
Te prefiero en el reflejo
y entre las luces que dejo
vagando en la noche abstracta,
para dibujarte exacta
en la imagen de mi espejo.

Desazón y sobresalto,
ansiedad en la zozobra
de cada cita. Me sobra
primavera si le falto
a las nubes, a tan alto
sueño de la tierra amiga,
y en tus labios se prodiga
el desafío del reto,
enseñándome el secreto
entre la nube y la espiga.

Al mar le agradezco que hayas
naufragado en una pena
para dejar en mi arena
la caricia de tus playas.
Donde tu tristeza encallas,
un rumor de caracola
te va envolviendo en la aureola
de un amor recién nacido,
que atempera tu latido
con el vaivén de mi ola.

Gracias por este romance
retenido en el otoño
como un torero bisoño
que se detiene ante un lance;
gracias por el desbalance
que en el pecho se me inflama
entre la luz y la llama,
entre el sentido y el pulso,
resorte para el impulso
de la sangre
que reclama.

Mi gratitud no es la red
del pescador, que se estruja
en la mar; es la burbuja
para mitigar la sed
que permanece a merced
de la esperada promesa...
Mi gratitud es la pieza
que se queda en el anzuelo
cuando me dejas el cielo
en tu mirada que besa. 










JOSÉ MIGUEL RAMOS PUERTO (La Habana, 1940) es considerado el escritor invidente más ganador en la Asociación Nacional del Ciego. Amigo cercano del Indio Naborí, de quien se reconoce discípulo, cuenta con numerosos reconocimientos y publicaciones de sus versos, entre ellas su poemario en décimas Humedad de arcoiris (Editorial Extramuros, 2005), presentado ese año en la Feria Internacional del Libro de La Habana. Ha incursionado en la poesía para adultos y niños, en el cuento, en el teatro y en el artículo periodístico. Dirigió por muchos años la revista Faro, de la Asociación Nacional del Ciego. Con su texto Canto a la musa ganó en el 2015 el Premio del VII concurso nacional de glosas Jesús Orta Ruiz, Indio Naborí.