domingo, 19 de octubre de 2008


Premio Ala Décima
en el XII concurso
Regino Pedroso 2008

Narcisismo,
de Alexander Besú



Desde el 2004 el Grupo Ala Décima entrega un premio especial al mejor poema concebido en décimas en el concurso nacional de poesía Regino Pedroso, que convocan anualmente el periódico Trabajadores, la Central de Trabajadores de Cuba, el Instituto Cubano del Libro y el Centro Nacional de Casas de Cultura.

En su cuarta entrega, correspondiente a la duodécima edición de ese certamen, mereció el lauro decimístico en el Regino Pedroso el poema Narcisismo, del poeta Alexander Besú Guevara, nacido en 1970 y residente en Niquero, Granma, entre cuyos numerosos lauros figura el Premio Iberoamericano Cucalambé del 2007 con su libro Bitácora de la tristeza, publicado por la Editorial Sanlope al año siguiente.







Narcisismo



Para mi amigo Leonardo Fonseca,
a quien la creación lo está matando.




Yo tuve sexo con brujas
al pie del templo de Brahma.
Yo deifiqué un holograma
de prehistóricas burbujas,
imploré que las agujas
me tatuaran un mosaico
precolombino, un incaico
relieve, un dolor, un treno…
Yo pude ser nazareno
pero abdiqué. Yo soy laico.

Yo adiestré arpías novicias
en un vuelo torpe y hosco.
Yo pinté, -sin ser El Bosco-,
El jardín de las delicias.
(Nunca las telas ficticias
lograrán que me acompleje)
Yo pude negar el eje,
la Tierra, la rotación,
pactar con la inquisición,
pero ardí. Yo soy hereje.

Yo descubrí un pasadizo
hacia la mercadotecnia,
y vendí genes de la etnia
bellísima de Narciso.
Yo, que soy incircunciso,
que -repito-, soy muy bello,
sentí una soga en mi cuello,
un balancear, un redoble…
Pude morir como un noble,
pero no. Yo soy plebeyo.

Yo también estuve en Bremen
acariciando un fagot,
tuve un traje de Pierrot
con tenues manchas de semen.
(Quizá por eso me temen:
por mi aspecto de templario
feroz, por mi acento ario,
por manipular vitriolo…)
Aún así no vivo solo,
no podría. Soy gregario.

Decodifiqué las runas
reveladas por Anubis.
Voraz, mordí algunos pubis
en mis íntimas hambrunas.
Yo fui un beduino sin dunas,
sin agua en el intelecto;
fui un ciudadano correcto,
un medroso bajo fianza…
Pude ser Gregorio Samsa,
pero erré. Soy un insecto.

Yo anduve de tasca en tasca,
bebí cervezas antiguas
y tracé líneas ambiguas
sobre las pampas de Nazca.
Yo cubrí con hojarasca
la palidez de mis caries,
cometí ciertas barbaries
y fui chamán, -aunque indigno-.
Pude escoger otro signo,
mas no quise. Yo soy Aries.

Fui un heraldo sin mensajes,
un arconte, un testaferro.
Sollocé por Martín Fierro
(y por otros personajes).
Descifré algunos pasajes
crípticos del Popol Vuh.
Yo pude ser un vudú
o un rapsoda por encargo,
sin embargo…, sin embargo
soy Alexander Besú.


Niquero 28-04-08



domingo, 22 de junio de 2008


Premio Ala Décima
en el IV concurso
Décima al filo 2008

Puertas,
de Maribel
Monzón


Desde el 2005 el Grupo Ala Décima entrega un premio especial al mejor cuaderno de autora joven en el concurso nacional Décima al filo, que convoca cada dos años el grupo de mujeres decimistas de igual nombre.

En su tercera entrega, correspondiente a la cuarta edición de ese certamen, mereció el lauro de Ala Décima la obra Puertas, de la poetisa Maribel Monzón Rosado, nacida en Cienfuegos en 1973, Licenciada en Lengua Inglesa y estudiante de la maestría en Educación, con varios reconocimientos recibidos por su obra en versos. Cultiva también la décima improvisada. A continuación, el cuaderno entonces premiado.







Puertas




La voz firme irresoluta
dicta callar sentimientos
Quién es la voz
Si los vientos
amenazan en disputa
La gravedad de la fruta
sobre mi nostalgia ordena
Calla tu sangre oxigena
Despréndete
Vive
Salta
de esa altitud que te falta
condena todo
Condena

Cerrar la puerta
Qué absurdo
Por qué clausurar la puerta
Preciso quedarme alerta
En el altar de lo burdo
no rezo solo me aturdo
Tiembla el umbral
Me concentro
Cómo ignorar que allá adentro
perecerán ilusiones
en vanas oscilaciones
de la periferia al centro

Vuelve la voz mas la voz
ahora es otra es un adagio
sutil densidad de un plagio
viviendo callada en los
enigmas
Escucho a Dios
gravitando en los despojos
Puedo saltar de tus ojos
tragándome la diatriba
No cierro nada
Estoy viva
oigo un ruido de cerrojos

Es la voz que vence puertas
es el ángel son los vientos
Nadie calla sentimientos
sobre mis cumbres desiertas
yacen ilusiones muertas
Preciso decir Hosanna
vuelve la luz y mañana
cuando el alma se renueve
en mi pared por si llueve
solo quiero una ventana

Gime el tiempo en la diatriba
Muero de vivir a solas
El mar permuta sus olas
con Dios y mora allá arriba
Agua salobre en la criba
de los números inversos
Hay agujeros de versos
que tragan constelaciones
y hay ecos en los rincones
que se nos vuelven perversos

¿Qué hacer si ya no hay cerrojos?
Pululan sobre Distancia
aljófares en la estancia
de una ventana sin ojos
Estoy sobre los despojos
de un epitafio que augura
la aridez de su ruptura
Me quedo absorta
¡Qué pena!
El mar es una sirena
que se tragó la bravura


II

Temblor de labios
¿Me nombras?
Beso el cáliz de la cruz
quiero tu sol mi altramuz
no vive con estas sombras
”La vida no tiene alfombras”
Lúgubre epitafio breve
sobre la tumba se atreve
a gritar desde el silencio
¿Soy yo misma?
Me sentencio
desde mis entrañas
Llueve

Esta lluvia que ahora llueve
taciturna y predilecta
Esta lluvia es una secta
religiosa que se mueve
en una catarsis leve
salpica la encrucijada
de mi ventana mojada
inunda mis ansias rotas
soy susurro entre sus gotas
esta lluvia es todo y nada

Muero
Vivo
Vivo
Muero
me escapo mas me sorprenden
otros guardianes que emprenden
fuga del mismo usurero
el tiempo cruel garrotero
me sorprende en la emboscada
Ansia de luz desbocada
en mis corceles se frustra
busco la alquimia que lustra
el fulgor de otra estocada

Muero
Llueve
Resucito
a mi refugio solaz
vuelve tu efluvio falaz
”dicen que todo está escrito”
En la hecatombe del mito
agoniza el mismo fuego
que hunde en el sopor mi ego
Busco a tientas la salida
y oigo una voz repetida
Game over final del juego

domingo, 15 de junio de 2008

Tercer lugar
VIII concurso
Ala Décima

2008

Óleo para
un meditabundo
,
de Pedro Juan Medina




JURADO:

María Eugenia Azcuy
Luisa Oneida Landín
Osvaldo Padrón





Óleo para un meditabundo


Pedro Juan Medina





Por el camino de gravillas

A Jonstein Gaarder

...a veces abre sus dos
alas y ve los reveses,
yo me suicido mil veces
solo para ver a Dios..

Carlos Esquivel Guerra


Sobre el camino alguien niega
los sucesos y la niña
que fui —con su madre— aliña
las dudas; alguien navega
conmigo sobre esta ciega
génesis del mundo. Atroz
he oscurecido entre los
arbustos, supe que el seto
lejanamente, discreto
a veces abre sus dos
párpados y así me obliga
a proseguir. En su estrecha
soledad siempre me acecha
cuanta imagen a la espiga
viene a otoñar; me castiga
el sitio donde envejeces
padre, no sé cuántas veces
el páramo es un tapiz
nocturno que sube a mis
alas y ve los reveses
del prójimo; solo anhelo
la lucidez que él me pueda
conceder si me remeda
un ocaso.
Bajo el cielo
el camino de desvelo
aprende a morir, qué jueces
serán mis pies si las nueces
del alma crujen, no ahorque
este pensamiento, porque
yo me suicido mil veces,
pero no encuentro la ruta
hacia la verja, quien halla
su silencio siempre estalla
de incógnitas. Algo enluta
nuestro asombro y se disputa
lejos la muerte, ¿alguien nos
perdona?, por qué su adiós
dejó que otro cuerpo arrulle,
qué verdad se prostituye
solo para ver a Dios.




Carta para convencer a Van Gogh de su cordura


Hermano Van Gogh:
te escribo desde muy lejos, aquí la noche no llega, si no me respondes recibo tu silencio, si estás vivo fue porque tampoco pude esbozar a quien elude nuestra demencia; no pienso que la humildad de algún lienzo sea el brazo que nos escude.

Van Gogh, la noche amordaza sus ojeras, qué armonía ha tenido la osadía de alucinarte. Ahora pasa algún girasol, me abraza como nunca aunque conmigo siempre estuvo, apenas digo que tu pincel desde un falso tapiz me observa; a quién alzo la voz y un trigal bendigo.
Quizás la suerte suceda cuando encuentres quien te hechiza, dispara a su escurridiza luz, hazlo que te conceda la gloria, solo nos queda fallecer. Alguien ensalma mi ascenso, pero con calma no lo escucho.
¿Tuvo suerte la bala que te dio muerte?

Vincent, hasta luego,

tu alma.




Plegaria al dorso de la vida

Nombre pequeño que ilumina todo.
Manuel A. García Alonso


Nombre pequeño que ilumina todo
ayúdame a atizar cada pregunta,
la sinagoga es solo mi presunta
sospecha: ¿cuántas veces de algún modo
renuncia a mis rodillas y al beodo
calvario donde sufre su cobarde
integridad?
Pienso que es un alarde
de fe todo milagro concebido.

¿Por qué la infinitud nos ha mordido
y emprende un sucio juego cada tarde?






Óleo para un meditabundo


Alguien de noche dibuja
la aflicción en un espejo
y remeda el catalejo
que en su mirada se estruja.

Hay quien hace una burbuja
para olvidar otro ayuno,
si en silencio, inoportuno
medra en las dudas y escampa
profanamente:
una trampa
se sirve en el desayuno.

Tal vez de pronto se ahuyenta,
su sombra esgrime la lluvia;
en el camino diluvia
amargamente. Muy lenta
es la alfombra donde intenta
reposar y tan profundo
el dolor, que en otro mundo
su cansancio lo interroga:
anda a prisa en una soga
junto a Dios, meditabundo.

Esa persona a menudo
se traza varios esquemas,
a contraluz y en las yemas
de los dedos yace un mudo
laberinto: nunca pudo
cruzar la meta aquel sordo
pose. En escuálido tordo
de su vuelo se arrepiente.

Él después de la serpiente
es un polizonte a bordo.







Oda a la libertad

La libertad
también es una prisión
un gesto oscuro.
Carlos Esquivel Guerra


La libertad se percibe
en el rostro de un hermano
transparente, en ese arcano
sueño que otro mar describe.
La libertad sobrevive
al hombre que en sus espejos
nocturno observó reflejos
de la muerte; escaso día
es la libertad:
quería
tomarla, pero está lejos.






El destierro del arbusto


El mar es una guadaña del otro lado…
Del tiempo el mar es un pasatiempo, gime la angustia
y su huraña misericordia
(qué extraña sensación el mar persigue
en mis brazos),
no me obligue su fragancia taciturna.
Voy al mar, a su nocturna soledad,
él no consigue mirar sin rencor,
el agua no me perdona...
Aunque ileso descubro la sal y el peso
de la noche,
el sueño fragua su propósito,
(la enagua es un absurdo).

Inconsciente soy el remo cuando miente
su transparencia:
se aleja de mis brazos;
quién despeja áridas dudas,
si el puente es un prefacio que exhala
la nostalgia.
El mar se frustra desde el vecindario,
ilustra sus temores una rala mejilla
qué la bengala desprende,
acaso fue justo el destierro del arbusto,
del mástil que fue.
Su labio nunca besará el agravio
de escasas nubes.

Degusto mi voz,
la marea implora el espacio que le arranco
a su codicia.
Otro banco se desvela
y alguien mora por las calles:
a deshora le incendiaron la noticia.

Madre escuche
la caricia que el oleaje me ha propuesto.
Soy parte del mar,
un gesto desde una vela ficticia.






Breve acercamiento a la existencia


Si un loco te describe una sonrisa
y al hacerlo confunde tu mirada,
piensa que el desacierto existe en cada
sitio, aunque la existencia y su enfermiza
razón nos mienta a diario; si revisa
la bolsa donde guarda esa carencia
de pan y encuentra allí la indiferencia
humana, si después hace una pausa
en su descuido, cuál será la causa
que le ha reverdecido su demencia.

Un loco es el revólver que dispara
contra alguien y en el mártir hace blanco,
un loco solo existe sobre un banco
del parque si la noche se le encara.
Un cigarrillo, un peso, todo para
justificar delirios; desalientos,
monólogos, harapos, sus intentos
de coherencia; un loco en la estampida
sutil que ha convertido nuestra vida
a veces en lunáticos fragmentos.







Fábula del desierto

Para Antoine de Saint Exupery


Lo que embellece al desierto
es que nos guarda una rosa,
en algún lugar reposa
su fatiga.
Aunque no ha muerto
el oasis, nada es cierto
si se acerca el espejismo.
Ya la sed retorna al mismo
jardín:
¿acaso madruga
donde el rocío?
¿es la oruga
transida puerta al abismo?






Consumación


Voy a buscarme en la noche
para ver si no me encuentro;
iré tan profundo, adentro
de mi existencia, al derroche
del encubierto fantoche
que siempre he sido.
¿Es incierta
mi penumbra? ¿quién despierta
su laxitud? ¿Del camino
por qué un torpe peregrino
soy que su andar nunca acierta.

No importa, quiero saberme
de memoria esa mentira
que me hicieron y respira
desde su ventana. Inerme
estoy, no quiero esconderme
nunca más de ese mundano
sitio donde aquel hermano
también guardó su remota
causa.
La vida no trota
sobre mi almanaque en vano.

A quién rendirle después
las cuentas sobre el trapecio
cotidiano, si de necio
vengo vestido. Tal vez
me falte la desnudez
del prójimo en su neblina.
Ya dolorosa camina
la penumbra por mi vientre,
y aunque quizás nada encuentre
mi búsqueda aquí termina.






PEDRO JUAN MEDINA DOMÍNGUEZ (Trinidad, Sancti Spíritus, 1976) es Licenciado en Alimentos, graduado en
la Universidad de la Habana en el 2000. Como poeta, ha participado activamente en el movimiento de talleres literarios en Sancti Spíritus, y ha merecido premios en décima en los Encuentros Debates Provinciales de los años 2000, 2001, 2002 y 2005; Mención en el Encuentro Debate Nacional de Talleres Literarios Villa Clara 2004 y Premio en el Encuentro Debate Nacional de Talleres Literarios Ciego de Ávila 2006. Segundo premio nacional Ala Décima, Ciudad de la Habana 2005, y Premio Nacional Décima Joven de Cuba, Las Tunas 2005. Obras suyas aparecen publicadas en Que caí bajo la noche. Panorama de la décima erótica en Cuba (Ediciones Ávila, Ciego de Ávila, 2003) y Un canto de mis ojos nace. Selección de poetas trinitarios (Ediciones Luminarias, Sancti Spíritus, 2006). Tiene publicado el poemario Techo infinito (Editorial Sanlope, 2006). Actualmente trabaja en el GEE Palmares, sucursal Sancti Spíritus. Atiende el taller literario municipal “José Martí” de la ciudad de Trinidad.

Puede comunicarse con el autor mediante esta dirección email: gast.palmares@enet.cu

miércoles, 11 de junio de 2008

Segundo lugar
VIII concurso
Ala Décima
2008


Del otro lado del tiempo
,
de Ada Isabel Machín




JURADO:

María Eugenia Azcuy
Luisa Oneida Landín
Osvaldo Padrón



Del otro lado del tiempo


Ada Isabel Machín Álvarez





Close-up

… mis muertos siempre despiertos me ven desde cada foto…
Pedro Péglez González

…unos sonríen al lente, otros cuentan los minutos…
Silvio Rodríguez

…pero soy abriles y ya me cerca diciembre…
Pedro Péglez González


Prendidos de un lienzo roto con alfileres inciertos,
mis muertos siempre despiertos me ven desde cada foto.
Bajo el trucaje remoto de unas cuencas sin barniz,
ellos me ven la raíz, el médano, la espesura:
ven el verde que me apura, grave y terso, como el gris.

Unos sonríen al lente, otros cuentan los minutos.
¡Tantos huesos diminutos jugando a cruzar el puente!
Yo los miro, irreverente, con mi pupila inexperta,
(hay una página yerta agitándose en el fondo):
yo los miro; luego, escondo mi pupila en otra puerta.

Aquí, mi madre al soslayo, la cartulina precisa;
allá el satén de su risa sin miriñaque ni sayo.
Ella se mece en el tallo, dulce, lábil, como un duende;
ella mi ayuno desprende con la miel de su calostro:
mil luciérnagas al rostro su claroscuro me enciende.

Sálvame, madre: rodela de mi párpado apagado;
refúgiame en el costado de tu seno en duermevela.
¿No ves que alistan su vela mis barquichuelos pueriles?
¿Lo ves?, pero soy abriles y ya me cerca diciembre:
traslúcida y unimembre tú desbordas mis atriles.




A la memoria de mi madre: “encantada de haber vivido”

Niña de antigua calenda:

sagitaria, recia crin;
el arco, tenso hasta el fin;
espuma la faz tremenda.
Niña que diste la prenda
más jugosa a mi talego:
los ojos de un perro ciego
te vieron ayer pasar:
yo sé que volviste al mar,
adonde voy y no llego.

Ah madre-perla, el naufragio,
el mar calando tus valvas,
¿en cuál orilla te salvas,
desnuda, sin un presagio?
Y cómo hilarte un adagio
si es escarcha cuanto rimo:
el epitafio que imprimo
alumbra el polvo a tus pies:
nunca se agota la mies
cuando es eterno el racimo.




Querida Fina

A Josefina Isart


¿Y dónde estaba yo, querida Fina,
o mejor dicho, mi alma, qué inclemencia
empuñó aquella vez, cuando tu esencia
lloró su antigua vastedad divina?
Cántaro núbil, terrenal ondina
que regaló al salterio su turgencia
y el silbo milagroso a la ocarina:
¿acaso fue de un numen la sentencia
tu irisado fulgor de aguamarina?

Ah, cuánta vida, Fina!

Por empinarme a la vulgar colina
que nada siente y que del gris se aleja,
yo vi rodar, lisiada, tu madeja,
como el ciego que mira la neblina.
Mas hoy entiendo al fin, querida Fina,
-hoy, que se apresta a desbastar mi ceja
el tiempo con su flébil escofina-
por qué el sollozo tuyo tras la reja,
sigue vibrando al pie de mi retina.

Al fin entiendes, Fina?




Como Alicia

A Marilín: la otra pesadilla.


“…y atáronme un puñado de noches a los ojos: en jirones me dieron el amnios por esfera. Me desmedí con pechos de aserrín y salmuera. Encogiéronme luego, hambrunas y cerrojos.

Holláronme sin tregua los ciegos y los cojos, los huérfanos de alma, los enanos de altruismo…

Afilaba sus fauces, onírico, el abismo, cuando con evidente sarcasmo, la sevicia...”

¡Basta ya, Lewis Carroll! ¡No engendres otra Alicia!
¿Por qué atacan dos veces los monstruos de ti mismo?




As de oro

El anciano debiera ser como la luna:
un cuerpo opaco destinado a dar luz…
Mons. Joaquín Antonio Peñaloza

Para Evelia Soler


La anciana cartomántica deshuesa
el piadoso manjar de un padrenuestro,
en tanto Dios engulle, flaco y diestro,
las ánimas que huelgan por la mesa.
Gira en el aire -ágil y posesa-
la noria arcana devanando el sino;
gira Medea en pos del vellocino,
redimiendo palacios y tugurios:
una cábala azul, unos augurios,
serán el breve pan del peregrino.

En fuego sibarita se acelera
la nieve sideral de la cartuja:
metal rotundo que la forja estruja,
y acrisolado y áureo reverbera.
Sin basto que fustigue, la primera
en expulsar vestiglos de la alcoba:
con una brizna de bondad adoba
la más adversa pócima de alquimia.
Ni poquedad ni lobreguez vendimia:
toda la luna cabe en su joroba.




Yo te reclamo, abuelo


Yo te reclamo en mi dolor, abuelo
que habitas en adusto y alto polo;
tú que golpeabas hasta ayer el dolo,
-quijotesco y febril-, hoy eres hielo.
Qué ha de apenarte mi voraz flagelo,
mi vena mutilada, si el cansancio,
-que a todos deja en la corrida un rancio
gusto a nada- carcome tu redoma:
Desciende, pues, hasta mi seno, toma
el fruto desangrado que te escancio.

Con este cáliz de amplitud de llaga
dispongo un brindis por el vil canino
que escupe el pan de quien le añeja el vino.
¡Salud perenne a la proterva daga!
Labio curtido que jamás se estraga
con savia pobre de mis pobres horas:
¿por qué confinas al redil que moras,
la luz que espuma, azul, en tu brebaje?
¡Cómo pretendes mi nocturno oleaje
Iluminar, si en tu impiedad no lloras!




Salmo del ángel

Los viejos…son ángeles caídos que sólo
responden al rito de la muerte.
Adolfo Martí Fuentes

Para Gladys


Madre hilvana sin hilo un abalorio:
-menguadas perlas de razón aleve-
las va juntando con aguja breve,
sin horadar, apenas, su envoltorio.
Ah madre, las ventanas, el jolgorio
aquel de luz riéndote en la espalda:
cómo enhebras la herrumbre que te escalda
si el axioma se afirma en ley suprema:
el tiempo en estampida es anatema
que le deshoja el verde a la esmeralda.

Madre se envuelve con un chal de espuma
porque ella misma es aire; se deshila,
plena de antiguos soles, su pupila,
cuando el senil delirio la perfuma.
Pero el Cielo -dador de cuanto suma
el erario total de nuestro andrajo-
al rito llama con feroz badajo
desde un rasero igual, pero distinto.

Un ángel cae a contraluz, extinto.
Luego con Dios se marcha, calle abajo.





ADA ISABEL MACHÍN ÁLVAREZ
(Ciudad de La Habana, 1961), además de poetisa, es compositora, Licenciada en Información Científico-técnica y Bibliotecología en la Universidad de La Habana —donde trabaja actualmente— y graduada del conservatorio Ignacio Cervantes en la especialidad de piano. Por su obra musical y poética ha merecido diversos reconocimientos. Como escritora, cultiva todos los registros de la poesía pero tiene sitio de privilegio para la concebida en estrofas de diez versos, y la escribe con particular encanto y notables resultados. En el 2006 alcanzó el primer premio en el concurso nacional Francisco Pereira, en Nueva Paz, La Habana. También en ese año obtuvo el primer premio en la modalidad de canción guajira del concurso Todo décima, que convoca anualmente la Casa Iberoamericana de la Décima El Cucalambé, de Las Tunas. Otro galardón otorgado por esa institución, el premio Décima fiebre en el III concurso Décima al filo, de Guáimaro, Camagüey, lo mereció Ada en el 2007.

Puede comunicarse con la autora, mediante esta dirección email: ada@dict.uh.cu

lunes, 24 de marzo de 2008


Premio
Ala Décima
2008


Después de las sirenas,
de Irelia Pérez Morales



Después de las sirenas, óleo sobre lienzo, de Carlos Rafael Vega, miembro del Grupo Ala Décima, inspirado en el presente texto y entregado a la autora como parte del premio.




Después de las sirenas


Irelia Pérez Morales



Primer premio

VIII concurso nacional
Ala Décima (2008)



JURADO:

María Eugenia Azcuy
Luisa Oneida Landín
Osvaldo Padrón



CONVERSACIÓN CON LAS SIRENAS

Estamos en presencia del caos que define la lírica de Irelia Pérez Morales, poesía de inmensidad, corazón náufrago anegado en lo más sublime de los sentimientos. Sus sirenas se entrelazan en el trasfondo poético con una auténtica concepción humanista.

¿Qué queda después de las sirenas? ¿El encuentro creador de Irelia con el mundo para su liberación? Poética reflexiva que va más allá de la desolación y que se adentra en lo inesperado, en lo confuso, en las ruinas de la desmemoria:

"Alguien le colgó visillos al cristal de las ausencias".

El profundo amor que infunde en su poemario es en sí mismo un acto de creación y de recreación. En "Después de las sirenas", el amor es diálogo, es acto de valentía, de compromiso. Hay humildad en sus versos, su discurso irrumpe en lo virtuoso de la palabra y fluye como agua de manantial.

Poesía del vivir, de la intensidad. Convencida Irelia de que es capaz de renacer a pesar de su inquietante angustia y que no puede haber diálogo sin esperanza. Sus sirenas cantan, se empinan y bailan el vals de las olas, "no importa si antes o después".


María Eugenia Azcuy




Después de las sirenas


Las he visto cabalgar sobre las olas mar adelante
peinando el pelo blanco de las olas jadeantes
cuando el viento hincha el agua blanca y negra.

Thomas S. Eliot


A mi familia y amigos.
(Y ojalá siempre les acoja un puerto seguro;
no importa si antes o después de las sirenas).




Se busca al homicida de los caracoles


(Con Jorge Luis Borges)



Pisan mis pies
los colmillos
con que araña el arrecife.

(La memoria del esquife palidece).

¿Qué visillos cubren al mar?
¿Qué amarillos caracoles;
qué esperanzas me asesinas?

Mientras danzas con el caos
–agoreros–
se anuncian los ventisqueros
en la sombra de las lanzas.





Donde el oleaje se astilla


A Jesús C. (a propósito de un “Epitafio del náufrago”)



…esos barcos graves,
que corren por el mar hacia donde no llegan.

Pablo Neruda



Llegan los barcos
,
espuelas en los ijares del mar;
maderos donde el azar se columpia
centinelas amordazados.
Las velas son novias de un tiempo ido
llorando por el vestido sin estrenar.
(Pobre encaje
que sólo lució en su viaje la marea del olvido
cuando no fue a la capilla el marinero).

Son canas los barcos
y sus campanas también doblan por la quilla
donde el oleaje se astilla como un vitral.
Nervaduras
en que crujen las amuras del tiempo.
Con sus hamacas
una fiebre de resacas se rompe
por las costuras del mar.

Cada barco es una brizna en la quimera;
desperdicio de madera que ya no cree
en el pez cantor.
¿Habrá algún después de las sirenas?
No creo que haya un después.
Si el cuneo salobre va a la garganta
¿cómo saber que el pez canta?
Tal vez responda Odiseo
(si escuchó el olor a ausencia colgado entre los pilotes).

Un amago de garrotes se cierne
como advertencia.
Arde una reminiscencia de proas sobre los charcos;
gimen las flechas sin arcos:
adioses que ya no están.

Es que los barcos se van...
Silencio...
Se van los barcos.






Después de las sirenas


Detrás de todas las distancias
...

Carlos Varela



Vas navegando el azar de un tablero
por la alfombra.
Derribas al rey.
¿Qué sombra de cuchillos trae el mar?
¿Quién salvará tu cantar cuando las uñas son garras;
cuando a zarpazos desgarras tu ayer?

No existe siquiera
una hilacha de bandera con qué soldar
las amarras al muelle...
Ya no lo ves.
Se va alejando en las brumas.
(¿O son lágrimas?).
Espumas te van royendo los pies.
No hay más Ítacas después de las sirenas.
Lo sabes.
Se hundió tu puerto;
las aves marinas vuelan a ras del abandono.
No hay más Ítacas tuyas
ni naves que te regresen.

El viento se encrespa en la arboladura.
La patria es una tonsura sobre tu fe;
sólo un ciento volando.
Por barlovento resuenan los caramillos.
Alguien le colgó visillos al cristal de las ausencias.
No hay cánticos;
sólo urgencias silbándote en los bolsillos su canción.
Y ante el llamado
la palma se te diluye detrás del mar.

(¿Dónde fluye este saxofón cascado?).

Un marinero embriagado se masturba en tu vigilia.
Llora en la popa Cecilia.

Donde se rompió el estay, ya no hay mástil...
Sólo hay una foto de familia.






Si un dado te muestra el dos...



A veces
no hay ni una hoguera
donde quemarse las alas.
(Son noches en que apuñalas al cielo
por su sordera).

Pero, te indulta la espera
y un dado te muestra el dos...

¿Quién llega a ponerle voz
al mutismo de los peces?

Nacen lámparas
–a veces–
sobre la espalda de Dios.






Siempre a Ítaca



¿Quién ha arrancado de tu mapa el puerto
y te exige vagar por los adioses?
¿Soñarán con Penélope los dioses
mientras plantan zarzales en tu huerto?

La famélica trampa de lo incierto
su velamen desgarra por tus venas.

Gruñe el ancla su enojo de cadenas;
caminando, te alejas sobre el mar.

Furibundas, escuchan tu cantar
–confinadas al mástil– las sirenas.






Cuando las plumas son balas contra el sol




Ven sobre humo.
Camina las fiebres en tu pared.
Pliega el velaje a tu sed.
Descúbrete.
En la sentina –aullando inviernos–
orina el lobo que ya no sabe morder
ni un astil del ave
cuando las plumas son balas contra el sol.

(¿Hoy llueven alas homicidas?).

Ya no cabe tanto enigma en la balanza.
Al hombro, tus marionetas van al carcaj.
No hay saetas.
Equivocó la Esperanza el arco del hoy.
¿Qué danza te bailará Salomé
para que ofrezcas tu fe decapitada?
¿Qué axioma borrará
hasta el mar que asoma tras la huella de tu pie?

Ven y rompe la emboscada del tiempo,
su desmemoria.
Búscate
donde la historia dice plural estocada.
Hay olores a manada
más allá de la neblina y el hollín.

Ven.
Asesina tus fiebres en la pared.
Pliega el velaje a tu sed.

Camina el humo...
Camina.





(Con Pedro Péglez)


Y domarán tus lunas a la espera



(vigía sobre un muro salpicado).
Y ya no importarán ola
ni barco;
ni aquel oasis náufrago en la estela.

¿Zarpaste de un adiós?
¿Desde la ausencia?

Un cantar se amordaza.
Muere el eco.

Espiga en el muñón del desencuentro
ondulando vendrás como de sombra...

Alga sobre un silencio de begonias
regresarás del gris como del viento.






IRELIA PÉREZ MORALES. Nacida en 1956 en la provincia de Villa Clara y
radicada desde hace varios años en la ciudad de Cienfuegos. Licenciada en Historia y Ciencias sociales. Poetisa y narradora. Integra el Club de poetisas cienfuegueras, y es miembro de la REMES (Red de Escritores del mundo en español), con sede en Madrid. Tiene publicados los poemarios Donde siempre hay ventanas (para niños), Ediciones Mecenas, 2006, y Los dados sobre el polvo, (décimas), Editorial Sanlope, 2007. Poemas suyos aparecen en varias antologías y publicaciones periódicas. Ha recibido en los últimos años numerosos premios, como el Décima y tradición (2006 y 2007); el del II certamen internacional de poesía “Ábaco” (Alcalá de Henares-Madrid, 2006); el del I certamen internacional de poesía “Palabras Diversas” (Madrid, 2006); el segundo premio en el XVIII certamen internacional de poesía “Mujeres Progresistas por la Igualdad” (Alcorcón-Madrid, 2007); y el primer premio en el concurso nacional de décima Francisco Pereira, también en el 2007.