miércoles, 6 de mayo de 2015

Premio Décimas para el amor, XV Ala Décima



 
Trazado sobre el dorso
de una mujer
,
de Zulema de la Rúa









El premio Décimas para el amor Hermeides Pompa lo concede la Casa Iberoamericana de la Décima El Cucalambé, de Las Tunas, al mejor cuaderno con ese tema. Da continuidad al certamen que la institución inauguró en 1994 y cuya primera ganadora fue la poetisa que da nombre actualmente a ese lauro. Consistió en esta ocasión en poemarios y otros materiales de la Casa.








Trazado sobre el dorso
de una mujer

Zulema de la Rúa Fernández



Premio Décimas para el amor Hermeides Pompa
XV concurso nacional
Ala Décima (2015)


JURADO:













Trazado sobre el dorso de una mujer






Te he visto trenzar la arcilla épica del universo, tejer en vano el anverso del  mundo -esa maravilla cíclica- sobre la orilla inasible del ocaso, quizá porque cada paso describe un lento camino de horizontes, un destino solemne, bordado acaso por ti, eterna trenzadota de la esperanza, el segundo.

Tú, eje prístino y fecundo, frenética bordadora de décadas, urdidora del estambre del amor, del macerado clamor que brota de la constante expedición del instante, el olvido, el desamor.

Y no sólo eres la esposa, eres quizá, aunque lo ignores, quien ensarta los dolores de la corteza sinuosa, reverdecida, donosa, que bajo el vientre se adhiere como un otoño que adquiere la ovalada dimensión del capullo y la canción que vibra mucho y que muere.

Tu vientre, nave esencial del hijo, circunda todo lo terrestre, borda el lodo de este paisaje rural, la ancha ciudad material, el infierno de la bruma, un paraíso de espuma tejido con punto breve, y adornado con el leve matiz que nunca se esfuma.

De tu vientre todo parte: la leyenda, la bandera, el corazón, la frontera donde oscila el estandarte del misterio hondo del arte.

Todo, todo parte y vuelve. Todo regresa y se envuelve en tu zurcida maleza, en la ingénita belleza que sobre ti se disuelve como un ovillo de olores.

Y no solo eres mujer del rito que has de tejer, eres quizá, aunque lo ignores, quien enlaza los ardores de la carne y del sarcasmo.

Tú, hacedora del orgasmo natural de los minutos, las tormentas y los frutos, transfiguras el marasmo en una vasta pasión de aluviones y puntaje, de cataclismo y de oleaje, de crepúsculo en tensión hasta la copulación de la noche.

Tú, amasijo iluminado, acertijo sempiterno del deseo, converges en el siseo que escapa del escondrijo más desnudo del planeta.

Haces ondear tu alfombra múltiple como la sombra lúdica de una veleta ubicua, de una cometa izada por la esperanza, y ves cómo ávida avanza hacia la orilla y la altura, y busca la nervadura del futuro en lontananza.

Pero no sólo eres niña, eres quizá, aunque lo ignores, quien construye los sabores del pistilo y de la piña, cultivas tu propia viña de fábulas y de abriles, de juguetes y perfiles con tu aguja alucinada, y eres en secreto el hada que incinera los candiles.

Allá, bajo el horizonte, dibujaste tres venados, dos búfalos, y a los lados un telúrico bisonte huyendo ansioso hacia el monte ingenuo de la ignorancia, hacia la sepia distancia transfigurada en neblina que pulula en la colina idílica de la infancia.

Pero el hilo hala eficiente hacia la alta directriz, hacia la gracia motriz que rige al dedo turgente.

Déjalo halar lentamente, déjalo hacer su derroche, déjalo huir en su coche mientras zurces el follaje o remiendas el paisaje junto al filo de la noche.

Sigue, sigue la cadena trenzada, el largo acertijo de tus hilos, el sufijo del ovillo que oxigena el carrete y reordena tu urdidera sin medida, rápida, febril, suicida, cuando restauras las almas que con tu alfiler empalmas al eslabón de la herida.

No te canses, trenzadora, no olvides bordar el día (que ya parte) con tu guía de mujer. Trabajadora paciente, distribuidora del cordel y del estambre, no cedas ante el calambre de la soga urdida, agarra la pita que nos desgarra, desenrolla aquel alambre como una fiel serpentina. No huyas del nudo posible –tejeduría intangible de la emoción repentina.

Sigue con tu aguja fina trenzando sin prisa el verso de la vida, el halo inverso que se teje en tu perfil y se enlaza en el cubil que mana de tu universo!














ZULEMA DE LA RÚA FERNÁNDEZ (La Habana, 1979; enfermera de profesión). Ha alcanzado lauros como narradora y poetisa versolibrista en el concurso Farraluque de literatura erótica —de ellos, el más importante, el de poesía en la edición del 2004 con su texto La sobrevenida. En narrativa, además, el premio Abdala 2003, el tercer premio La pluma de Punta Brava 2005, el premio del Mar en el concurso Ernest Hemingway 2006, el Luis Rogelio Nogueras 2008 —con su libro Habana Underground—, y en el 2009, el importante Premio Calendario, de la Asociación Hermanos Saíz, con su volumen Cuentos para huir de La Habana. La poesía en estrofas de diez versos no le es ajena: En el 2007 alcanzó el Premio Juventud Rebelde en el VII concurso nacional Ala Décima, por su cuaderno Sed de ondina, que puede ser leído por partes en nuestros archivos: estrofas 1 y 2, estrofas 3 y 4, estrofas 5, 6 y 7, y estrofas 8, 9 y 10. Es colaboradora del Grupo Ala Décima.

Otros acercamientos a su obra en décimas:















domingo, 3 de mayo de 2015

Premio Décima al filo, XV Ala Décima



 
Voces de fondo,
de Roselia López Saborit







El premio del Grupo Décima al filo en el concurso nacional Ala Décima lo otorga esa agrupación de poetisas al mejor cuaderno enviado por mujer. Consistió en esta oportunidad en una selección de libros, una obra del artista de la plástica Ángel Silvestre, y una pequeña muñeca de tela de la poetisa, artesana y actriz tunera Yuslenis Molina, integrante del Grupo Décima al filo, ganadora del Premio Décima al filo en el sexto concurso nacional Ala Décima (2006) y del Premio Ala Décima en el tercer concurso Décima al filo (2007).










Voces de fondo

Roselia López Saborit




Premio del Grupo Décima al filo
XV concurso nacional
Ala Décima (2015)


JURADO:













Voces de fondo








HOSTILIDADES

Bajo el portal del lodo y de la ausencia
la noche cae tranquila y unimembre.
La soledad insiste en su diciembre
más imbornal y absorto. La conciencia
se deja envilecer por la demencia
y la ciudad me mira de reojo.
Por eso avanzaré con desalojo
y exterminio febril de la cordura.
Resumiré con sed y abreviatura
la lúgubre sentencia de sus ojos.




PREVISIONES

                       I
Hoy guardaré mis ojos de indigente
por si el cuervo reclama -el muy vandálico-
mi emporio lagrimal,  mi guiño sálico
como el preclaro souvenir siguiente.
Me vestiré de pátina emoliente
y de resaca hedónica y maltrecha
y olvidaré, Demócrito, tu endecha
esta noche de cuervos, casi eufórica.
Sólo dime con precaución retórica
qué ojos busca, Demócrito, esta fecha.

                      II
Preguntas por qué no ciño,
Demócrito, la mirada
si la suerte está privada
de pudor y de cariño.
¿Por qué atar el desaliño
y olvidar que la sayuela
de un nuevo río se cuela
por las ventanas del mar?
Ven, Demócrito, a mirar
aunque la vida nos duela.




VOCES DE FONDO

                         I
Irrumpes cada vez, triste cordura
haciéndome almanaque de tu odio.
Irrumpes cada vez en mi episodio
con firme y atroz desgajadura.
Parece la demencia una criatura
desamparada y digna de mi abrigo.
¿Dónde ocultar la piel del enemigo
si  juzgas con vileza mi conciencia?
Me ocultaré por tanto en la demencia
como el pan en el sueño del mendigo. 

                         II
Yo sé de peces y esquelas
y del síntoma del mundo.
Yo sé del cerco rotundo
sobre desangradas velas. 
De imperdonables secuelas
y de heridas sobre el mar
conozco. Sin claudicar
sobrevive mi confianza
pero en el fondo descansa
el deseo de escapar.

                         III
Aunque me hayan encerrado
dentro de mí como duna
al final siempre hay alguna
sospecha sobre el estrado.  
Dejo caer un puñado
de repentina falacia.
Prometo un tiro de gracia
a todas mis cicatrices.
Saco de mí las raíces
con decidida eutanasia.




SUPUESTAS CONFESIONES

Soy el ludibrio de todos,
la máscara, el adversario,
el más próximo nefario,
el más gris de los apodos.
En vez de calles, recodos
recorren mi suerte aviesa.
Soy el cuervo, la tristeza,
el estrógeno del Hades.
¿Cómo decir mis verdades
sin rendibú ni promesa?
Preludian, bajan la luz,
me buscan, luego me excluyen,
escapan, se prostituyen
sus ruegos ante la cruz.
Soy la máscara de sus
dolores, tal vez la aureola
donde la isla se inmola
en convincente resaca
mientras escapa, se escapa
el alma trémula y sola.


                                    Cursivas: José Martí




TEMOR DE LA CORDURA

No aceptas, cuervo mío, como suda
mi sol ante la eterna mansedumbre.
Mirar hacia otro lado es la costumbre
sincrónica e inerme de la duda.
No miento, cuervo mío, estoy desnuda,
no escondo  una artimaña en mis promesas.
Mis muertes todavía están anexas
al árbol tentador y rencoroso.
¿Dónde encuentro las alas del reposo
si a tiempo, cuervo mío, no regresas?




SERMÓN DE LA CORDURA

Benditos los dementes de la historia,
los que ignoran el cerco de la noche,
los poetas del hambre y del derroche
a expensas de una inválida memoria.
Bendita la inconsciente trayectoria
del juicio trastocado. La impostura
es canto y libertad de la cordura
que suele acompañar a la esperanza.
Benditos porque en su ilusión descansa
la firme anunciación de la ventura.










ROSELIA LÓPEZ SABORIT (Manzanillo, Granma, 1968). Poetisa, narradora y escritora para niños. Miembro del Grupo Iberoamericano Amigos de la Décima Espinel-Cucalambé. Ha obtenido premios y menciones en concursos municipales, provinciales y nacionales. Ha alcanzado reconocimientos en otras ediciones de nuestro concurso nacional Ala Décima. En el 2009 mereció el tercer lugar, con su obra Fabulando. En el X Ala Décima, su cuaderno El último antifaz del llanto obtuvo el Premio de tema erótico. En el XII Ala Décima (2012), con su texto Escaramuzas conquistó el Premio del Proyecto Perseverarte para mujer. Textos de su autoría han aparecido en la revista Ventana Sur. Tiene publicado el poemario Desnudos del silencio (Ediciones Orto, Manzanillo, 2009).