martes, 31 de octubre de 2017

Premio Ala Décima en el X Décima al filo



Piel adentro,
de Yelaine
Martínez Herrera




  
Desde el 2005 el Grupo Ala Décima entrega un premio al mejor cuaderno de autora joven en el concurso Décima al filo, que convoca el grupo de mujeres decimistas de igual nombre. En la entrega de ese lauro colateral, correspondiente a la décima edición del certamen (2017), premiado durante el XII Encuentro Décima al filo, mereció el galardón de Ala Décima la obra Piel adentro, de la poetisa Yelaine Martínez Herrera (Las Tunas, 1990), Licenciada en Periodismo, reportera del periódico 26 y autora del blog Ojos tuneros, quien había obtenido el mismo lauro en la edición del 2013.







Piel adentro






Señuelo


Desnudo como un riachuelo
de pasiones al desnudo,
la piel se vuelve un escudo de caricias
y el anzuelo del amor
(dulce señuelo del que somos solo peces taciturnos),
lanza nueces en la boca del destino.
Tu luz me zurce el camino.
Cual luciérnaga te meces en mis hombros.
Testimonios de quimeras son tus manos
entre mis brazos arcanos,
candil contra los demonios.
Memorándum de ilusorios desafíos al porvenir,
mi alma quiere partir, llevarse todo el estío.
Pero tu voz es un río que desagua mi vivir.

Dentro tus vacilaciones de otredades tan dispersas
vienen a ser solo adversas, para el presente jirones.
Pero el amor con sus dones de escudero misterioso,
galopa con su fastuoso deseo de transmutar
sus orgías en el mar,
El hombre se vuelve un trozo de metal en el desierto.
La desnudez cual alhaja toda la hierba desgaja,
en los cuerpos el injerto.
La noche barre el desierto
mientras quebramos la brisa.
Con la luna de cornisa abrazamos la utopía.
No existe estrella vacía ante tu simple sonrisa.




Pez de luz


Cada pincel...
hendidura entre mis muslos,
confinas sensaciones en las minas del cuerpo,
cabalgadura.

Cada pincel...
vestidura que acrisola mi palabra,
un pez de luz que me labra
la voz con surcos de besos.
Cada pincel...
los excesos  ante la noche.
Que me abra el amanecer sus piernas
cual topacios abrasados.
Cada pincel…
los osados fantasmas de mis cavernas 
transitan por las eternas telarañas de sentidos.
Armadura de abducidos ante el eco de la voz,
Pentagrama de los dos
en un piano de gemidos.




Sábanas rotas


Amarte como se ama
la noche con sus pestañas,
seduciendo las guadañas
del tiempo. El amor… mucama.
Amarte como se ama
el pez, la luz, el enigma,
mimos contra el paradigma
lóbrego de la existencia.
Amarte es gritar sentencia,
copular más que un estigma.

Sentirse tiernos dementes
entre las sábanas rotas
por pasiones tan devotas
a pieles nada silentes.
Es abrazar las corrientes
que lamen todo el deseo
y vencer al Coliseo
como quien nunca se cansa,
es inclinar la balanza
del amor, dulce solfeo.




Orfebre


La noche tiene tus ojos
tatuados en la mejilla,
como tierna Giraldilla
nos socorre los antojos.
La noche y sus anteojos
de amantes universales,
me calza las catedrales
del deseo adormecido.
La noche es como un gran nido
de inocentes huracanes.

Tus manos son el Crepúsculo
en busca de las praderas.
Como ríos mis laderas
diseñan. Los más minúsculos
paisajes recrean músculos
sembrados. Tanta fiebre.
Mientras tu sexo me quiebre
en locura el cuerpo erial,
fantasía epitelial
serán tus brazos mi orfebre. 




Adicción


Soy el azul de tus obras,
el cielo te ofrece almohada.
Soy la mar acorralada
cuando mi silueta cobras.
Soy enigma que recobras
con el lienzo de tu amor.
Pero puedo ser verdor
si prefieres la pradera,
o amarillo si lloviera
sobre tu alma el temor.

Cualquier matiz se disuelve
en mi cuerpo ensimismado.
Cualquier matiz es robado
de tu pintura si vuelve
la musa al tiempo que absuelve.
Soy blanco para nacer
del humo y luego volver
a tu mano. Soy el rojo.
Entre dedos el antojo
se estremece. Renacer.




Peregrino


Tu rostro es un pergamino
lujurioso en mi pupila.
Como lucero titila
de madrugada, es camino.
Cual eterno peregrino
detrás de espejismo manso,
tu rostro como el remanso
me teje todo el ensueño.
Es el mástil, redil sueño,
en sus ojos mi descanso. 

Todo descubro en tu rostro,
retablo de querubines,
como si mil tomeguines
hicieran nido en el ostro
paisaje donde me encostro.
El alba en tu piel desnuda,
mientras la noche se escuda
en la sombra de tu sombra.
Ya mi delirio te nombra,
habla la luz siendo muda.




Designio


Germinas como la roca
que renace en la pradera.
Tu mirada es la quimera
donde el goce se desboca.
Sensual agrietas la boca,
paisaje ardiente en la mira,
cascada donde respira
el amor, dulce oropel.
Monte quebrando la piel
mientras la noche ya expira.




Contratiempo


Anoche quise volar,
tejer nuevos aguaceros,
enfrentar los agoreros
manantiales del azar.
Anoche quise volar,
desprender todo el olvido,
pero amor como un silbido
atravesabas el tiempo.
Tus brazos mi contratiempo
y la gloria donde anido.




Destellos de un Coliseo


Tus manos, enredaderas
para desnudar demonios,
dejando sus testimonios
en mis sensibles caderas.
Tus manos son las quimeras
que destierran a Morfeo.
Destellos de un Coliseo
irrumpen mi piel. Descansa
ya la gloria. No me alcanza
para vestir mi deseo.




Pacto


Recorren tus equidades
los labios de la lujuria.
Quietud entre la penuria
son los besos, libertades.
Pacto de nuestras mitades
con el amor de epicentro.
Se erige en el mismo centro
del pecho todo el estío.
No existe mar tan sombrío
que no nos encuentre dentro.




Esquirlas


Mi hombre como un espejo
reluce con sus esquirlas,
por tratar de seducirlas
arremete su reflejo.
Mi hombre es un catalejo
con luces de centinela.
Entre orgasmos de canela
ilumina el ser confeso
y partículas de un beso
me ofrece con cada estela.




Con el pincel de tu voz


Quiero ser lienzo en tus manos,
bañarme en las acuarelas
de tus ojos. Como gacelas
del amor pastar los llanos,
desafiar a los ufanos
que derrumban la alegría
y desnudar la osadía
con el pincel de tu voz.
Nada intimida si nos
negamos a la herejía.




Las pieles y sus dialectos


Mi cuerpo es un cuadro abstracto
entre tus manos lascivas,
con tus sutiles diatribas
dibujas mi ser, un acto
de inocencia en el impacto
de pieles con sus dialectos,
márgenes para intelectos
que funden miel con arcilla,
legión de mar, nunca orilla,
ante tapices dilectos.




Arpegio


Soy tu sombra,
la corteza que desnuda los umbrales.
Soy la musa en arsenales del deseo,
la certeza  de ser consciente la presa
ante el cazador más regio.
Tu paso cual sortilegio deja tatuadas sus huellas,
arranca con las querellas de mi vida,
tú,
mi arpegio.




Itinerario


Descubro las callejuelas
que me llevan a tus brazos.
Como oasis de retazos
hambrientos son las esquelas
de mis ojos sin tus velas
pilotando sobre el lecho. 
Tu rostro como un helecho
refresca mi piel ajada.
Cual desnuda marejada
la vida se ancla en mi pecho.




Boceto


Un boceto tuyo cala
por los poros su dialecto,
como si fueras electo
Miguel Ángel en la rala
eternidad que acorrala
la pericia del pincel.
Tus cuadros son el dintel
de la musa que nos puebla,
como Aurora arranca niebla,
como Crepúsculo miel.

En su seno las orgías
de autores universales,
son huellas en los vitrales
de tiernas filantropías.
Tus cuadros las sinfonías
de Beethoven resucitan.
Y entre las luces musitan
colores hechos siluetas,
absorbiendo las inquietas
majestades que ameritan.

No hay grito de Munch que valga
entre pinceladas yertas.
Como Botticelli aciertas
que la primavera salga
a arrancar con cada alga
del arte que nos deslustra.
(Hablaba así Zaratrustra)
Obras de vid destilada.
No inspiración estilada.
Leitmotiv que nunca frustra.




Espiral


Hoy la vida se desarma
entre tus manos, desnuda,
la osada vida se escuda
en tu talento y tu karma.
Ella que siempre es un arma
espiando en el umbral,
hoy es poesía carnal,
diluvio con cada trazo,
mientras te robo un abrazo
se retuerce en espiral.

No importa que ella se encorve
y se dibuje apolínea,
si mi alma es una ígnea
fuente que el amor absorbe
y no hay técnica en el orbe
capaz de mutar mis besos.
Aunque brinde sus excesos,
sé que en el fondo bien sabe
que no consta eterna nave
de apego solo en recesos.




Arcilla


Con tu elixir de alfarero
mi piel destilas. El tacto
es amasijo, un impacto
de querubín agorero.
Se transfigura el esmero
en creaciones fecundas.
Mientras la fe nos inunda
y estremece la epidermis,
cada fracción de la dermis 
es matiz que sobreabunda.

Soy arcilla donde amasas
el sol a punta de dedos,
son tus manos mis remedos
en un corazón de brasas.
Entre colores me abrazas
el alma, toda abolengo.
Hoy con tu luz me sostengo
la esperanza. Apostasía
no es vocablo cada día.
Como óleo me mantengo

expectante a tu llegada.
Mi cuerpo es lívido lienzo
hasta que roza el consenso.
Dócil como pincelada. 
Van Gogh en la cuchillada
más feliz ante el burdel.
La caricia del pincel
que despoja mi silueta
es grito de la saeta,
las orgías del cincel.




Una voz que remansa


Quiere beberme la herrumbre
el néctar de las pestañas,
anda tejiendo artimañas
para apagarme la lumbre.
Pero el amor con su cumbre
como Prometeo fiel
me coloca en el dintel
del consuelo y la esperanza,
es una voz que remansa
el tiempo, real oropel.

Aunque trabas a extramuros
oscurezcan los senderos,
tus ojos son escuderos,
fortalezas en mis muros.
Solemnes enfrentan duros
huracanes de problemas,
destierran los anatemas
allendes a toda hogaza.
Las paredes de mi casa
contigo forman diademas.




Gemas


Tus pupilas son gaviotas
que vuelan sobre mis horas,
se marchitan si demoras,
a ese cielo son devotas.
Con tus gemas alborotas
mi deseo, fatuo orgullo.
Se acercan como un murmullo
en tempestades suicidas.
Tus pupilas son druidas
y yo el discípulo suyo.




Luciérnagas, tus ojos


Hay una luz que descansa
en tus ojos cual murmullo.
Es luciérnaga que arrullo
cuando la fe no me alcanza.
Candil de tenue bonanza
que alumbra todo el estío.
Tus pupilas como un río
desbordan las madrugadas.
Por no verlas apagadas
todo el océano vacío.




Beso de luz


La luz besa mi costilla
juguetona y andariega,
su traje de veraniega parece tenue escotilla.
La luz es una semilla del sol allende a tus ojos,
talismán contra despojos del tiempo,
reo moribundo
que avanza con su iracundo palpitar entre cerrojos.




Luces


Besa la luz tu silueta
Hombre - alazán, hombre - verso.
Es tan áureo el universo
que construye tu paleta
de pintor que la saeta
del destino me sonroja.
Hoy mi cuerpo se deshoja
entre tus dedos pueriles.
Ya no importan los gentiles
lamentos de cada hoja.

Pinta mi palabra luces,
luciérnagas que en tus ojos
anidan con sus abrojos,
en sus cristales reluces.
Cual aurora el rostro luces,
esbelto y epitelial
como si todo el erial
eco del tiempo tragaras
y tras su paso dejaras
una estela celestial.




Velamen


Como torrente tu boca
resbala por mi costilla
para plantar la semilla
del amor que se desboca.
Muerde el anzuelo tu boca,
pez febril e intermitente,
como la luz que desmiente
la energía, se trasquila
mientras el sino cavila
su porvenir estridente.

Ven boca de los deseos
a envenenarme el honor.
Ven y deja el pundonor 
al elixir de apareos.
Ven desnuda y sin rodeos
para desterrar la cuita
que ya el presente se excita
con tu paso furibundo,
velamen de vagabundo
tras el premio que amerita.

Pacta con mi boca el eco
de la hoguera y el madero,
pacta con el pecho entero
sepultar el monte seco
del sentimiento y deco-
ra todo el Crepúsculo
con fuego de cada músculo
y llama de cada arteria.
Que entre besos sea la feria
del amor, nada minúsculo.




Ostra


Tus manos trenzan mis manos
como ostra, pincelada.
Cada mano es estocada
entre colores arcanos.
Dedos, gentiles enanos
que atesoran el deseo
como un mar en apogeo,
como las olas que danzan,
como burbujas que lanzan
los peces en apareo.




Desembarco en las pupilas


En tus ojos no hay naufragio,
todo el mar cabe en tus ojos,
laberínticos cerrojos
que acarician el sufragio
de los besos, sin el agio
afán de vida. Navíos 
tuyos hay en puertos míos.
Sus abrazos son corales,
testimonio de gestuales
caricias, sed de amoríos.




Deja vú


Yo te amo, eres la luna
ardiente, toda quimera,
como pétalo de hoguera,
como lirio que me acuna.
Yo te amo, solo una
hora a tu lado es perfecto
renacer en lo imperfecto,
profecía de penitente,
beso de luz y aguardiente,
amo tu piel, su dialecto.

Yo te amo, la demencia
embriaga cual Deja vú
porque nadie como tú
para desgranar la ausencia.
Yo te amo, es la sentencia
de nuestras pieles deformes,
volcán de orgías uniformes
allendes a nuestra cuita,
pacto de ser que amerita
amarse lejos de informes.

Amo tu boca de espuma,
acoralada, irredenta,
amo la cascada lenta
que produce como suma
de cadencia, Moctezuma
atravesando las horas
son tus ojos si demoras
por explorar mis confines,
cúpulas de querubines
nos esperan a deshoras.

Tu sexo, viril textura
donde atesoro mi karma.
Allí la luz se desarma
como gentil tesitura.
No basta toda impostura
para alejarme del sol.
Tu sexo es un girasol
que abre mi surco desnudo.
Es el lugar donde escudo
este sentir tornasol.

Tu abrazo como el Crepúsculo
nauseabundo y perezoso
eterniza todo el gozo,
trueca en grande lo minúsculo.
Tu abrazo no es un corpúsculo
inocente que levita,
es fénix que resucita
de las cenizas del miedo.
Tu abrazo, el mejor remedo
para la vida, su cita.