viernes, 20 de marzo de 2015

Premio Ala Décima 2015



 
Susurro de la moneda
ante el crucigrama
,
de Merari Mangly Carrillo









 
Para la poetisa premiada con el más alto lauro del certamen, concibió esta obra (acrílico sobre cartulina, 25 x 40 cm) el reconocido creador de las artes plásticas Kamyl Bullaudy. La pintura fue inspirada en el presente texto y destinada a su autora como parte del premio. La galardonada recibió también, además del diploma correspondiente, una reproducción de una pintura del relevante pintor cubano Servando Cabrera Moreno, libros ganadores del Premio Iberoamericano Cucalambé donados por el Grupo Ala Décima y otros libros donados por el destacado poeta Juan Carlos Flores.








Susurro de la moneda
ante el crucigrama

Merari Mangly Carrillo



Primer premio
XV concurso nacional
Ala Décima (2015)


JURADO:









AFINAR EL OÍDO PARA EL SUSURRO

El contrapunto entre oscuridad y claridad, en poesía, es asunto de larga data. Recuerdo en los 60 al prematuramente desaparecido Eduardo López Morales tranquilizando al entonces poeta veinteañero que era yo, con la ocurrencia de que para él lo claro y lo oscuro solo funcionaba en la cerveza, al tiempo que ponía en mis manos una conferencia universitaria de Lorca, donde el genio decía que Góngora no es oscuro: oscuros somos nosotros mientras no lo entendamos.

Pero no hay que ir tan alto ni tan lejos, como no sea para subrayar lo dicho: el asunto es de larga data. Y si hay discursos poéticos más llanos y discursos poéticos más escabrosos, ni lo uno ni lo otro es pasaporte seguro para la poesía perdurable. Habrá que entrar en ellos con respeto al alma ajena y con oído amoroso para saberlo.

Mientras tanto, es indiscutible que los segundos de ambos apuntados, requieren “lectura ardua”, como escribió César López en el prólogo a (In)vocación por el paria. Y lectura ardua requiere este Susurro… de Merari Mangly Carrillo, un texto de poesía tensa e intensa, que revela a un sujeto lírico expuesto y vulnerable ante los azares y acertijos de la existencia, los cuales intenta enfrentar, más que descifrar, y de ese forcejeo se eleva un discurso abigarrado y hondo, elegante, de dominio estructural y fuerte voluntad experimentadora, de saldo inquietante y finalmente estremecedor.

Todo enrumbado, a fin de cuentas, hacia otra controversia: Los insospechados avatares del vivir frente a la necesidad de asumirlos sin desconocer rigores con que parecen sojuzgarnos las casillas implacables del crucigrama.

marzo 1 de 2015








Susurro de la moneda
ante el crucigrama



A Péglez, por su humildad y el verbo exacto.
A Cándido Hernández, por su primera edición y el silencio.
A Carmen A. Hernández (Nina), por su magisterio y el sustantivo.




Titila ante el crucigrama sin lo exacto. En vertical,
transparente, un sustantivo es hipado en la pared,
la rótula. Cómo escribo un disloque de la sed.
La moneda al pentagrama pregunta en horizontal
por ausencias. Dónde se ama toda sílaba. Es ritual
cada artículo. En la cuerda hay desafíos. Pregunto
más al este, le recuerda a sus arterias. Les unto
cual guitarra en escalones, vocales de algún suspiro.
Ascienden. Cruzan razones. ¿Responde a todo? Es respiro
de prohibirnos que se pierda del papel el brillo adjunto
al Rumor de pan. Soslayo
de la puerta, entre su herida.
Un guerrero en estampida
rasga la raíz del tallo.
Espacio vacío. Mayo
fue el mes de otro polvorín,
de otra lluvia. Un andarín
descalzo en los resplandores
para desvestir dolores
con el pan. Se escribe crin
del potro con hambre de
cabalgarnos. Poner lanza
que atraviesa azul los manza-
nares sin fruto. Ya sé
del murmullo. Lo que fue
del tiempo hacia la mirada.

Hay rumor de paz en cada
conjuro de harina y sal.
El rumor cierra el portal
de la casa con su espada.

Completar con otra crin
que se fuga. Rasga el hambre.
Sosiego. Teje el estambre
para pescar un sinfín
de harina y sal.
¡Ah!, por fin la humedad de todos. Mía.
Tendrá su pan en porfía
de la casa que se muere,
y vive porque prefiere
trocear el pan de elegía
tras el dibujo lineal
en los huesos. Lee: azula un examen que deambula
el camino en desigual.
Aliento en la vertical
columna izquierda. La quinta
vocal de adueñarse. Extinta
visión desde el crucigrama;
torna cartabón en gama
de libros. Una precinta silencia al trazo y rehúsa
mostrar la voz. El destino
parió un vaso para el vino
de los ojos. Tras la blusa
de nieblas, el sol se excusa
y brinda: “Voy a alumbrarte..., sin pan, bordea escalones”
Le dijo, “voy a empujarte…, no importa la tierra adentro,
sobre el trazo de mi voz”. Llegó sabio el epicentro,
se bañó en su vino atroz un caudal para estaciones,
la piel para descifrarte. Lluvia y calor, oraciones
escribieron. Los abrigos
de paz se hicieron testigos.
El padre que riega el paso
con rocío. En el regazo
aplaude ante los amigos.

Cuadrado oscuro conjuga
con el verbo juvenil
y el pecho torna senil
la vejez que nos enjuga
el pesar. Cuando madruga
la pretensión tras la pena,
otro rumor se encadena
al sueño de la palabra.
Su abrazo en las venas, labra
todo un Cofre de Alacena
escrita sobre la cruz.
Hallar un pan. Los profanos
y hambrientos versos paganos
descienden en sorbos-luz.
Cuesta abajo hornean sus-
tantivos que incendian llama
bajo el agua. Nos reclama
liberarnos de permiso.
En vertical me deslizo,
abrazo del crucigrama.
Se vierte el oasis. Leve
desliz del viento y la risa
tararea, con la tiza,
al pizarrón que se llueve.
Quiere que su cuerpo abreve
el abrigo del cuaderno.
El Teide empuja al invierno
de otra piel. Se le derrama
la sangre. Con ella clama
otra moneda en eterno silencio en el que se estruja.

Ausentar a la utopía.
Fragmentos de lejanía.
Un abrazo que dibuja
el alba. ¿Cuál es la aguja
que nos acerca lo lejos?
Andan los cielos perplejos
por la hora que sustenta
nuestro aire. Es quien regenta
la existencia en Los Realejos.
De los oasis, verdades
para escribir solo “esencia”.
La permitida existencia
que ahuyenta las soledades
llena de flores-mitades.
(La esperanza no es fatiga).

En los duendes, quién desliga
sus pechos. Cómo se ampara
el sueño cuando en la cara
se sonroja cada miga veraz.
Vertical, dispuesta
ambición de las lealtades.
Adueñarse de verdades
que purifican la cesta
al repartir en la cuesta
arriba, pureza y nuez
(son resguardos).
Esbeltez de billetes. Alimento
en el nido del sustento.
Sinónimo de tal vez.

La moneda, sin escudo,
sonríe y le zurce un eco
a la cartera hecha un hueco vertical.
Hace el saludo.
En sesgo desata el nudo.
Un sinónimo: amalgama.

Se escucha una voz. ¿Quién llama?
¡Ah, el destiempo en femenino,
las horas en masculino!


                                  (La moneda es crucigrama).










MERARI MANGLY CARRILLO (Jatibonico, Sancti Spíritus, 1966). Poetisa, diseñadora y editora de Ediciones Luminaria. Tiene publicados, entre otros, los libros Caudales (Editorial Damují, Cienfuegos, 2000); Latitudes (Ediciones Luminaria, 2001); Puerto sin piel (Editorial Benchomo, España, 2002), En la luz que te deshojas (ídem, 2006), Hallazgo (Premio de la Ciudad de Sancti Spíritus; Ediciones Luminaria 2011). Desde el 2006 ha sido activa colaboradora del Grupo Ala Décima y su representante en la provincia de Sancti Spíritus, siendo la única persona que ha desempeñado tal activismo sin ser miembro de la agrupación. En noviembre del 2011, fundó el Grupo Toda luz y toda mía, de decimistas espirituanos, y su membresía la eligió su presidenta. En el 2012, recibió el Premio Ala Décima en el V concurso Décima al filo. Tras haber merecido reconocimientos en anteriores ediciones del concurso Ala Décima, alcanzó su lauro principal en esta edición 15. Al serle notificado, solicitó su ingreso como miembro del Grupo Ala Décima, lo cual se hizo efectivo después de la ceremonia de premiación.