martes, 14 de agosto de 2018

Premio Ala Décima en el XI Décima al filo


Curada
por el abismo,
de Magdelis
Estrada Leyva


Foto: Cortesía de Odalys Leyva



 
Desde el 2005 el Grupo Ala Décima entrega un premio al mejor cuaderno de autora joven en el concurso Décima al filo, que convoca el grupo de mujeres decimistas de igual nombre. En la entrega de ese lauro colateral, correspondiente a la undécima edición del certamen (2018), premiado durante el XIII Encuentro Décima al filo, mereció el galardón de Ala Décima la obra Curada por el abismo, de Magdelis Estrada Leyva (Guáimaro, Camagüey, 1991), poetisa e investigadora, cuyos textos han sido incluidos en las antologías Esta cárcel de aire puro, Casa Editora Abril (2011), Antología Tanática de la Décima en Cuba, Frente de Afirmación Hispanista de México A.C. (2007) y Antología Oral- traumática de la décima escrita por mujeres en Cuba, por el FAH de México (2008). Es miembro del grupo internacional de mujeres decimistas Décima al filo y del Club de la Décima de Guáimaro.  Ha resultado premiada en Encuentros Debates de Talleres Literarios de la provincia de Camagüey.






Curada por el abismo




CURADA POR EL ABISMO

Vida ¿dime qué es vivir
atada por los flechazos
a otra piel a otros regazos
solos, sin poder salir?
¿Dime tú que es compartir
el corazón? ¿hasta cuando
continuaremos silbando
una canción que se agota?
Entre labios, gota a gota
el dolor nos va esfumando.

¿Dime dónde está la ciencia?
¿cuál es la razón, el modo
de continuar en el lodo
hundiendo nuestra existencia?
¿Para qué apagar la esencia
de ser infieles e impuros?
¿por qué incendiar a los muros
de una vez en este mismo
mundo lleno de cinismo
con candiles tan oscuros?

Mírame que ya regreso
infiel como tantas veces
llena de días sin peces
y con otro sueño preso.
Mírame que ya regreso
cubierta por otro sismo,
otra vez con mi cinismo
hipócrita, desalmada
del suicidio a la estocada,
curada por el abismo.

Mírame llena de empeño,
vulgar, seca, sucia, bruta
soñando por otra ruta
lo que pudo ser tu sueño.
¡Mírame! no tengo dueño,
ni mundo, ni religiones.
Sólo vicios y traiciones,
libre como el sol y el viento
fanática a lo que siento
y marchita de ilusiones.

Mírame, mira este mito
que es arrancarte del alma
y regresar con la calma
porque no te necesito.
En mis ojos no hay un grito,
una lágrima, un pasado.
Pobre de ti, olvidado
por quien más te quiso, mira
como se dolió mi ira
y sigues enamorado.

Me sorprendió su marea
allá a orillas de la nada.
Se congeló la mirada
en un prisma que jadea.
No soy ángel que desea
el cielo como camino,
mi sueño va en el destino
y en el éxtasis de suerte.
Hoy ha llegado la muerte
me vuelvo esperma en su nido.



DANZA NUPCIAL

Sacrifícame el placer
hoy no me hagas el amor,
sedienta estoy de dolor
olvida que soy mujer.
Una fiera quiero ser,
asustada que eterniza
y la sangre que hipnotiza
la azoto sobre mis senos,
y estos deseos ajenos
de convertirme en ceniza.

Abre mis piernas seduce
hasta el último detalle
logra que mi vientre estalle
pobre, cansado. Conduce
tu mano hasta donde luce
más frágil la flor marchita.
Tírame del pelo, grita
de ansias y desconsuelo,
clava mis manos al suelo,
sube mis muslos y agita.

Cierra los ojos voltea
mis caderas a tu boca,
hazme la más cuerda loca,
crece en mí, muere, golpea
sin miedo, vive, desea
ser en mi cuerpo estampida
y en tu más leve caída
bórrame la luz y el nombre
quiero sentir que es un hombre
el que me roba la vida.



FUGA

Se ha fugado la esperanza
que encerré en la lejanía
cuando la carta vacía
sofocaba la añoranza
no le espera una venganza
que de mis manos germine
digo adiós y que camine
por esos mares cansados,
sedientos, atormentados
donde la tristeza gime. 



OJOS DE RINCÓN PERDIDO

Cansada estoy de vagar
por este rincón vacío
en mi dolor, el hastío
es tu manera de amar.
Seducida por la mar
de tu silencio desnudo
clavó en el vientre aquel nudo
de tus ojos al compás
de mis manos, que jamás
fueron un lenguaje mudo.



LUCERO DE PECHO TRISTE

Me he dado un trago de ron
en la cantina vacía
del infierno, que yacía
entre mi pelo y un son
de los muertos, la razón
es que la bebida amarga
es el dolor que me embarga,
herida de pecho fiero
con la luz de algún lucero
que entre sus brazos me carga.