Piel adentro,
de Yelaine
Martínez Herrera
Desde el 2005 el Grupo
Ala Décima entrega un premio al mejor
cuaderno de autora joven en el concurso
Décima al filo, que convoca el grupo
de mujeres decimistas de igual nombre. En la entrega de ese lauro colateral, correspondiente a la décima edición del certamen (2017), premiado durante el XII
Encuentro Décima al filo, mereció el galardón de Ala
Décima la obra Piel adentro, de la poetisa Yelaine
Martínez Herrera (Las
Tunas, 1990), Licenciada en Periodismo, reportera
del periódico 26 y autora del blog Ojos tuneros, quien había
obtenido el mismo lauro en la edición del 2013.
Piel adentro
Señuelo
Desnudo como un riachuelo
de pasiones al desnudo,
la piel se vuelve un escudo
de caricias
y el anzuelo del amor
(dulce señuelo del que somos
solo peces taciturnos),
lanza nueces en la boca del
destino.
Tu luz me zurce el camino.
Cual luciérnaga te meces en
mis hombros.
Testimonios de quimeras son
tus manos
entre mis brazos arcanos,
candil contra los demonios.
Memorándum de ilusorios
desafíos al porvenir,
mi alma quiere partir,
llevarse todo el estío.
Pero tu voz es un río que
desagua mi vivir.
Dentro tus vacilaciones de
otredades tan dispersas
vienen a ser solo adversas,
para el presente jirones.
Pero el amor con sus dones
de escudero misterioso,
galopa con su fastuoso deseo
de transmutar
sus orgías en el mar,
El hombre se vuelve un trozo
de metal en el desierto.
La desnudez cual alhaja toda
la hierba desgaja,
en los cuerpos el injerto.
La noche barre el desierto
mientras quebramos la brisa.
Con la luna de cornisa
abrazamos la utopía.
No existe estrella vacía
ante tu simple sonrisa.
Pez de luz
Cada pincel...
hendidura entre mis muslos,
confinas sensaciones en las
minas del cuerpo,
cabalgadura.
Cada pincel...
vestidura que acrisola mi
palabra,
un pez de luz que me labra
la voz con surcos de besos.
Cada pincel...
los excesos ante la noche.
Que me abra el amanecer sus
piernas
cual topacios abrasados.
Cada pincel…
los osados fantasmas de mis
cavernas
transitan por las eternas
telarañas de sentidos.
Armadura de abducidos ante
el eco de la voz,
Pentagrama de los dos
en un piano de gemidos.
Sábanas rotas
Amarte como se ama
la noche con sus pestañas,
seduciendo las guadañas
del tiempo. El amor… mucama.
Amarte como se ama
el pez, la luz, el enigma,
mimos contra el paradigma
lóbrego de la existencia.
Amarte es gritar sentencia,
copular más que un estigma.
Sentirse tiernos dementes
entre las sábanas rotas
por pasiones tan devotas
a pieles nada silentes.
Es abrazar las corrientes
que lamen todo el deseo
y vencer al Coliseo
como quien nunca se cansa,
es inclinar la balanza
del amor, dulce solfeo.
Orfebre
La noche tiene tus ojos
tatuados en la mejilla,
como tierna Giraldilla
nos socorre los antojos.
La noche y sus anteojos
de amantes universales,
me calza las catedrales
del deseo adormecido.
La noche es como un gran
nido
de inocentes huracanes.
Tus manos son el Crepúsculo
en busca de las praderas.
Como ríos mis laderas
diseñan. Los más minúsculos
paisajes recrean músculos
sembrados. Tanta fiebre.
Mientras tu sexo me quiebre
en locura el cuerpo erial,
fantasía epitelial
serán tus brazos mi
orfebre.
Adicción
Soy el azul de tus obras,
el cielo te ofrece almohada.
Soy la mar acorralada
cuando mi silueta cobras.
Soy enigma que recobras
con el lienzo de tu amor.
Pero puedo ser verdor
si prefieres la pradera,
o amarillo si lloviera
sobre tu alma el temor.
Cualquier matiz se disuelve
en mi cuerpo ensimismado.
Cualquier matiz es robado
de tu pintura si vuelve
la musa al tiempo que
absuelve.
Soy blanco para nacer
del humo y luego volver
a tu mano. Soy el rojo.
Entre dedos el antojo
se estremece. Renacer.
Peregrino
Tu rostro es un pergamino
lujurioso en mi pupila.
Como lucero titila
de madrugada, es camino.
Cual eterno peregrino
detrás de espejismo manso,
tu rostro como el remanso
me teje todo el ensueño.
Es el mástil, redil sueño,
en sus ojos mi
descanso.
Todo descubro en tu rostro,
retablo de querubines,
como si mil tomeguines
hicieran nido en el ostro
paisaje donde me encostro.
El alba en tu piel desnuda,
mientras la noche se escuda
en la sombra de tu sombra.
Ya mi delirio te nombra,
habla la luz siendo muda.
Designio
Germinas como la roca
que renace en la pradera.
Tu mirada es la quimera
donde el goce se desboca.
Sensual agrietas la boca,
paisaje ardiente en la mira,
cascada donde respira
el amor, dulce oropel.
Monte quebrando la piel
mientras la noche ya expira.
Contratiempo
Anoche quise volar,
tejer nuevos aguaceros,
enfrentar los agoreros
manantiales del azar.
Anoche quise volar,
desprender todo el olvido,
pero amor como un silbido
atravesabas el tiempo.
Tus brazos mi contratiempo
y la gloria donde anido.
Destellos de un Coliseo
Tus manos, enredaderas
para desnudar demonios,
dejando sus testimonios
en mis sensibles caderas.
Tus manos son las quimeras
que destierran a Morfeo.
Destellos de un Coliseo
irrumpen mi piel. Descansa
ya la gloria. No me alcanza
para vestir mi deseo.
Pacto
Recorren tus equidades
los labios de la lujuria.
Quietud entre la penuria
son los besos, libertades.
Pacto de nuestras mitades
con el amor de epicentro.
Se erige en el mismo centro
del pecho todo el estío.
No existe mar tan sombrío
que no nos encuentre dentro.
Esquirlas
Mi hombre como un espejo
reluce con sus esquirlas,
por tratar de seducirlas
arremete su reflejo.
Mi hombre es un catalejo
con luces de centinela.
Entre orgasmos de canela
ilumina el ser confeso
y partículas de un beso
me ofrece con cada estela.
Con el pincel de tu voz
Quiero ser lienzo en tus
manos,
bañarme en las acuarelas
de tus ojos. Como gacelas
del amor pastar los llanos,
desafiar a los ufanos
que derrumban la alegría
y desnudar la osadía
con el pincel de tu voz.
Nada intimida si nos
negamos a la herejía.
Las pieles y sus dialectos
Mi cuerpo es un cuadro
abstracto
entre tus manos lascivas,
con tus sutiles diatribas
dibujas mi ser, un acto
de inocencia en el impacto
de pieles con sus dialectos,
márgenes para intelectos
que funden miel con arcilla,
legión de mar, nunca orilla,
ante tapices dilectos.
Arpegio
Soy tu sombra,
la corteza que desnuda los
umbrales.
Soy la musa en arsenales del
deseo,
la certeza de ser consciente la presa
ante el cazador más regio.
Tu paso cual sortilegio deja
tatuadas sus huellas,
arranca con las querellas de
mi vida,
tú,
mi arpegio.
Itinerario
Descubro las callejuelas
que me llevan a tus brazos.
Como oasis de retazos
hambrientos son las esquelas
de mis ojos sin tus velas
pilotando sobre el
lecho.
Tu rostro como un helecho
refresca mi piel ajada.
Cual desnuda marejada
la vida se ancla en mi
pecho.
Boceto
Un boceto tuyo cala
por los poros su dialecto,
como si fueras electo
Miguel Ángel en la rala
eternidad que acorrala
la pericia del pincel.
Tus cuadros son el dintel
de la musa que nos puebla,
como Aurora arranca niebla,
como Crepúsculo miel.
En su seno las orgías
de autores universales,
son huellas en los vitrales
de tiernas filantropías.
Tus cuadros las sinfonías
de Beethoven resucitan.
Y entre las luces musitan
colores hechos siluetas,
absorbiendo las inquietas
majestades que ameritan.
No hay grito de Munch que
valga
entre pinceladas yertas.
Como Botticelli aciertas
que la primavera salga
a arrancar con cada alga
del arte que nos deslustra.
(Hablaba así Zaratrustra)
Obras de vid destilada.
No inspiración estilada.
Leitmotiv que nunca frustra.
Espiral
Hoy la vida se desarma
entre tus manos, desnuda,
la osada vida se escuda
en tu talento y tu karma.
Ella que siempre es un arma
espiando en el umbral,
hoy es poesía carnal,
diluvio con cada trazo,
mientras te robo un abrazo
se retuerce en espiral.
No importa que ella se
encorve
y se dibuje apolínea,
si mi alma es una ígnea
fuente que el amor absorbe
y no hay técnica en el orbe
capaz de mutar mis besos.
Aunque brinde sus excesos,
sé que en el fondo bien sabe
que no consta eterna nave
de apego solo en recesos.
Arcilla
Con tu elixir de alfarero
mi piel destilas. El tacto
es amasijo, un impacto
de querubín agorero.
Se transfigura el esmero
en creaciones fecundas.
Mientras la fe nos inunda
y estremece la epidermis,
cada fracción de la
dermis
es matiz que sobreabunda.
Soy arcilla donde amasas
el sol a punta de dedos,
son tus manos mis remedos
en un corazón de brasas.
Entre colores me abrazas
el alma, toda abolengo.
Hoy con tu luz me sostengo
la esperanza. Apostasía
no es vocablo cada día.
Como óleo me mantengo
expectante a tu llegada.
Mi cuerpo es lívido lienzo
hasta que roza el consenso.
Dócil como pincelada.
Van Gogh en la cuchillada
más feliz ante el burdel.
La caricia del pincel
que despoja mi silueta
es grito de la saeta,
las orgías del cincel.
Una voz que remansa
Quiere beberme la herrumbre
el néctar de las pestañas,
anda tejiendo artimañas
para apagarme la lumbre.
Pero el amor con su cumbre
como Prometeo fiel
me coloca en el dintel
del consuelo y la esperanza,
es una voz que remansa
el tiempo, real oropel.
Aunque trabas a extramuros
oscurezcan los senderos,
tus ojos son escuderos,
fortalezas en mis muros.
Solemnes enfrentan duros
huracanes de problemas,
destierran los anatemas
allendes a toda hogaza.
Las paredes de mi casa
contigo forman diademas.
Gemas
Tus pupilas son gaviotas
que vuelan sobre mis horas,
se marchitan si demoras,
a ese cielo son devotas.
Con tus gemas alborotas
mi deseo, fatuo orgullo.
Se acercan como un murmullo
en tempestades suicidas.
Tus pupilas son druidas
y yo el discípulo suyo.
Luciérnagas, tus ojos
Hay una luz que descansa
en tus ojos cual murmullo.
Es luciérnaga que arrullo
cuando la fe no me alcanza.
Candil de tenue bonanza
que alumbra todo el estío.
Tus pupilas como un río
desbordan las madrugadas.
Por no verlas apagadas
todo el océano vacío.
Beso de luz
La luz besa mi costilla
juguetona y andariega,
su traje de veraniega parece
tenue escotilla.
La luz es una semilla del
sol allende a tus ojos,
talismán contra despojos del
tiempo,
reo moribundo
que avanza con su iracundo
palpitar entre cerrojos.
Luces
Besa la luz tu silueta
Hombre - alazán, hombre -
verso.
Es tan áureo el universo
que construye tu paleta
de pintor que la saeta
del destino me sonroja.
Hoy mi cuerpo se deshoja
entre tus dedos pueriles.
Ya no importan los gentiles
lamentos de cada hoja.
Pinta mi palabra luces,
luciérnagas que en tus ojos
anidan con sus abrojos,
en sus cristales reluces.
Cual aurora el rostro luces,
esbelto y epitelial
como si todo el erial
eco del tiempo tragaras
y tras su paso dejaras
una estela celestial.
Velamen
Como torrente tu boca
resbala por mi costilla
para plantar la semilla
del amor que se desboca.
Muerde el anzuelo tu boca,
pez febril e intermitente,
como la luz que desmiente
la energía, se trasquila
mientras el sino cavila
su porvenir estridente.
Ven boca de los deseos
a envenenarme el honor.
Ven y deja el pundonor
al elixir de apareos.
Ven desnuda y sin rodeos
para desterrar la cuita
que ya el presente se excita
con tu paso furibundo,
velamen de vagabundo
tras el premio que amerita.
Pacta con mi boca el eco
de la hoguera y el madero,
pacta con el pecho entero
sepultar el monte seco
del sentimiento y deco-
ra todo el Crepúsculo
con fuego de cada músculo
y llama de cada arteria.
Que entre besos sea la feria
del amor, nada minúsculo.
Ostra
Tus manos trenzan mis manos
como ostra, pincelada.
Cada mano es estocada
entre colores arcanos.
Dedos, gentiles enanos
que atesoran el deseo
como un mar en apogeo,
como las olas que danzan,
como burbujas que lanzan
los peces en apareo.
Desembarco en las pupilas
En tus ojos no hay
naufragio,
todo el mar cabe en tus
ojos,
laberínticos cerrojos
que acarician el sufragio
de los besos, sin el agio
afán de vida. Navíos
tuyos hay en puertos míos.
Sus abrazos son corales,
testimonio de gestuales
caricias, sed de amoríos.
Deja vú
Yo te amo, eres la luna
ardiente, toda quimera,
como pétalo de hoguera,
como lirio que me acuna.
Yo te amo, solo una
hora a tu lado es perfecto
renacer en lo imperfecto,
profecía de penitente,
beso de luz y aguardiente,
amo tu piel, su dialecto.
Yo te amo, la demencia
embriaga cual Deja vú
porque nadie como tú
para desgranar la ausencia.
Yo te amo, es la sentencia
de nuestras pieles deformes,
volcán de orgías uniformes
allendes a nuestra cuita,
pacto de ser que amerita
amarse lejos de informes.
Amo tu boca de espuma,
acoralada, irredenta,
amo la cascada lenta
que produce como suma
de cadencia, Moctezuma
atravesando las horas
son tus ojos si demoras
por explorar mis confines,
cúpulas de querubines
nos esperan a deshoras.
Tu sexo, viril textura
donde atesoro mi karma.
Allí la luz se desarma
como gentil tesitura.
No basta toda impostura
para alejarme del sol.
Tu sexo es un girasol
que abre mi surco desnudo.
Es el lugar donde escudo
este sentir tornasol.
Tu abrazo como el Crepúsculo
nauseabundo y perezoso
eterniza todo el gozo,
trueca en grande lo
minúsculo.
Tu abrazo no es un
corpúsculo
inocente que levita,
es fénix que resucita
de las cenizas del miedo.
Tu abrazo, el mejor remedo
para la vida, su cita.
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