Trazado sobre el dorso
de una mujer,
de Zulema de la Rúa
de una mujer,
de Zulema de la Rúa
El premio
Décimas para el amor Hermeides
Pompa lo concede la Casa Iberoamericana
de la Décima El Cucalambé, de Las Tunas, al mejor
cuaderno con ese tema. Da continuidad al certamen que la institución inauguró
en 1994 y cuya primera ganadora fue la poetisa que da nombre actualmente a ese
lauro. Consistió en esta ocasión en poemarios y otros materiales de la Casa.
Trazado sobre
el dorso
de una mujer
de una mujer
Zulema de la Rúa Fernández
Premio Décimas
para el amor Hermeides Pompa
XV concurso nacional
Ala Décima (2015)
XV concurso nacional
Ala Décima (2015)
JURADO:
Trazado sobre
el dorso de una mujer
Te he
visto trenzar la arcilla épica del universo, tejer en vano el anverso del mundo -esa maravilla cíclica- sobre la orilla
inasible del ocaso, quizá porque cada paso describe un lento camino de
horizontes, un destino solemne, bordado acaso por ti, eterna trenzadota de la
esperanza, el segundo.
Tú, eje
prístino y fecundo, frenética bordadora de décadas, urdidora del estambre del
amor, del macerado clamor que brota de la constante expedición del instante, el
olvido, el desamor.
Y no
sólo eres la esposa, eres quizá, aunque lo ignores, quien ensarta los dolores
de la corteza sinuosa, reverdecida, donosa, que bajo el vientre se adhiere como
un otoño que adquiere la ovalada dimensión del capullo y la canción que vibra
mucho y que muere.
Tu
vientre, nave esencial del hijo, circunda todo lo terrestre, borda el lodo de este
paisaje rural, la ancha ciudad material, el infierno de la bruma, un paraíso de
espuma tejido con punto breve, y adornado con el leve matiz que nunca se
esfuma.
De tu
vientre todo parte: la leyenda, la bandera, el corazón, la frontera donde
oscila el estandarte del misterio hondo del arte.
Todo,
todo parte y vuelve. Todo regresa y se envuelve en tu zurcida maleza, en la
ingénita belleza que sobre ti se disuelve como un ovillo de olores.
Y no
solo eres mujer del rito que has de tejer, eres quizá, aunque lo ignores, quien
enlaza los ardores de la carne y del sarcasmo.
Tú,
hacedora del orgasmo natural de los minutos, las tormentas y los frutos,
transfiguras el marasmo en una vasta pasión de aluviones y puntaje, de
cataclismo y de oleaje, de crepúsculo en tensión hasta la copulación de la
noche.
Tú,
amasijo iluminado, acertijo sempiterno del deseo, converges en el siseo que
escapa del escondrijo más desnudo del planeta.
Haces
ondear tu alfombra múltiple como la sombra lúdica de una veleta ubicua, de una
cometa izada por la esperanza, y ves cómo ávida avanza hacia la orilla y la
altura, y busca la nervadura del futuro en lontananza.
Pero no
sólo eres niña, eres quizá, aunque lo ignores, quien construye los sabores del
pistilo y de la piña, cultivas tu propia viña de fábulas y de abriles, de
juguetes y perfiles con tu aguja alucinada, y eres en secreto el hada que
incinera los candiles.
Allá,
bajo el horizonte, dibujaste tres venados, dos búfalos, y a los lados un
telúrico bisonte huyendo ansioso hacia el monte ingenuo de la ignorancia, hacia
la sepia distancia transfigurada en neblina que pulula en la colina idílica de
la infancia.
Pero el
hilo hala eficiente hacia la alta directriz, hacia la gracia motriz que rige al
dedo turgente.
Déjalo
halar lentamente, déjalo hacer su derroche, déjalo huir en su coche mientras
zurces el follaje o remiendas el paisaje junto al filo de la noche.
Sigue,
sigue la cadena trenzada, el largo acertijo de tus hilos, el sufijo del ovillo
que oxigena el carrete y reordena tu urdidera sin medida, rápida, febril,
suicida, cuando restauras las almas que con tu alfiler empalmas al eslabón de
la herida.
No te
canses, trenzadora, no olvides bordar el día (que ya parte) con tu guía de
mujer. Trabajadora paciente, distribuidora del cordel y del estambre, no cedas
ante el calambre de la soga urdida, agarra la pita que nos desgarra, desenrolla
aquel alambre como una fiel serpentina. No huyas del nudo posible –tejeduría
intangible de la emoción repentina.
Sigue
con tu aguja fina trenzando sin prisa el verso de la vida, el halo inverso que
se teje en tu perfil y se enlaza en el cubil que mana de tu universo!
ZULEMA
DE LA RÚA FERNÁNDEZ (La Habana,
1979; enfermera de profesión). Ha
alcanzado lauros como narradora y poetisa versolibrista en el concurso
Farraluque de literatura erótica —de ellos, el más importante, el de poesía en
la edición del 2004 con su texto La sobrevenida—. En narrativa, además, el premio Abdala 2003, el tercer premio La pluma de Punta
Brava 2005, el premio del Mar en el concurso Ernest Hemingway 2006, el Luis
Rogelio Nogueras 2008 —con su libro Habana
Underground—, y en el 2009, el importante Premio Calendario, de la
Asociación Hermanos Saíz, con su volumen Cuentos para huir de La Habana. La poesía en
estrofas de diez versos no le es ajena: En el 2007 alcanzó el Premio Juventud Rebelde en el VII concurso nacional Ala Décima, por su
cuaderno Sed de ondina, que puede ser leído por partes en nuestros
archivos: estrofas 1 y 2, estrofas 3 y 4, estrofas 5,
6 y 7, y estrofas 8, 9 y 10. Es
colaboradora del Grupo
Ala Décima.
Otros acercamientos a su obra en décimas:
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