domingo, 9 de octubre de 2011


Premio del tercer
concurso de glosas
Jesús Orta Ruiz
(2011)


Foto:
Zulema Colomé





Corta carta cursi
,
de Jesús Arencibia







A partir del 2009,
la filial del Grupo Ala Décima en San Miguel del Padrón, municipio natal de Jesús Orta Ruiz —integrada al Proyecto Naborí que dirige la sede universitaria municipal y conforman varias instituciones del territorio—, rinde tributo al poeta con el concurso nacional de glosas que lleva su nombre. En esta tercera edición (2011) mereció el lauro el texto Corta carta cursi, de Jesús Arencibia Lorenzo (Pinar del Río, 1982; residente en La Habana), Licenciado en Periodismo que actualmente se desempeña como profesor en la Facultad de Comunicación Social de la Universidad de La Habana y como periodista en Juventud Rebelde. Su preferencia por la poesía en décimas le llegó desde niño por su abuelo, de quien también heredó el bíblico nombre. Llamarse así ha sido para él justificado motivo de orgullo, por su ascendencia y por ser también el nombre de un grande de la décima cubana, Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí. En el 2010, Jesús Arencibia mereció el primer premio del concurso nacional de glosas “Canto alrededor del punto” con su obra Hierros de ingenio. Poemas suyos en décimas, aparecidos en nuestro sitio, son Con el Che en sueño de proa, Abrazo, Brújula, Naborí e impalabra. Otros acercamientos a su obra en versos pueden verse, mediante estos enlaces, en el blog Álbum nocturno y en la antología on line Arte poética. Rostros y versos, ambos del poeta salvadoreño André Cruchaga.








Corta carta cursi



Llovizna, está gris el cielo,
En el aire, qué humedad,
Como si en la inmensidad
Alguien cepillara hielo.

Jesús Orta Ruiz






Muchacha de los dibujos:
ya no sé dónde me dueles,
dónde siembras tus pinceles
tus gatos y tus embrujos.
Busco tus alas sin lujos…
¿Qué tatuaje hiciste al vuelo?
¿Qué ráfaga en desconsuelo
pasa de ti a la negrura?
¿Qué puñal? ¿Qué empuñadura?
Llovizna, está gris el cielo.



Contigo supe la risa
—despeinada, alucinante—
de tocar siempre el instante
en un bocado de brisa.
Tal vez aquella ceniza
en que escribiste la edad
era polvo de orfandad;
pero quizás era suerte
para deletrear la muerte.
En el aire, qué humedad.



¿Cuánto dura una explosión,
una mirada, la historia?
¿Qué garfios en la memoria
ponen dique a la razón?
Si el tiempo tomó el batón
tierno en tu velocidad,
¿en qué balcón la ciudad
escondió tantos abrazos?
Como si en el mar, tus pasos…
Como si en la inmensidad…



¿Podré reír de mirarte
en papeles que no son
carne, ni desolación;
ni mudos legajos, ni arte?
¿Sabré en recuerdos sudarte
—tímido roce y desvelo—?
¿O caeré de tu pelo
a la sombra de la miel?
Será como si en mi piel
alguien cepillara hielo.





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