Premio especial
Jesús Orta Ruiz
(Indio Naborí)
XII concurso
Ala Décima
2012
Entre el adiós y la espera,
de Lázaro José Palenzuela
Fotos: Roberto Carlos Medina
Equivalente al segundo lugar, el Premio especial Jesús Orta Ruiz, Indio Naborí, en el año de su cumpleaños 90, fue auspiciado para esta edición del certamen por la familia del poeta con libros de su autoría y el volumen El retorno del quinto mago, de su hija Alba María Orta Pérez (en la foto), así como el respaldo del Centro Iberoamericano de la Décima y el Verso Improvisado y el artista de la plástica Ventura González.
Entre el adiós y la espera
Lázaro José Palenzuela
Premio especial
Jesús Orta Ruiz
(Indio Naborí)
XII concurso nacional
Ala Décima (2012)
JURADO:
Bertha María Gómez
Irasema Cruz
Idel Rosa Velázquez
Entre el adiós y la espera
GÉNESIS
No nací para el silencio….
Washington Benavides
Aquí habita la acechanza
de un tiempo que me castiga,
la indescriptible fatiga
de una marchita esperanza.
Un sueño de lontananza
deshace un presentimiento.
Y en la música del viento,
melancólica y serena
resurge, como alma en pena,
la luz de otro nacimiento.
METAMORFOSIS DEL POETA
Lo que vive y se convierte
en pasado que se olvida
es la parte de la vida,
que siendo vida ya es muerte
Naborí
¿Qué he sido? ¿La miniatura
que en el reino de Himeneo
entró quizás por deseo,
o tal vez por la locura
de una noche de aventura,
o el titán, que en la divina
carrera, triunfal se empina
conquistando su futuro,
tras el paraíso oscuro
y húmedo de la vagina?
¿Soy acaso un alma en pena
que en esta senda difusa
va cobijando a la musa
que nuevos sueños estrena?
¿Por qué el cerebro me ordena
palpar lo que es intangible?
¿Seré acaso un irascible
capricho burdo y común
que se ha reencarnado en un
icono de lo imposible?
¿Soy tal vez con gesto altivo
una silueta de pie,
el ensueño de un porqué,
la génesis de lo vivo?
¿Seré el humano incentivo
de una misión casta y seria?
¡Soy glóbulo! ¡Soy arteria!
y seré al atardecer
el éxtasis del placer
que se convirtió en materia.
NAUFRAGIO
El día que te mueras, te enterrare desnuda.
Como el día que naciste, de nuevo entre mis piernas…
Roque Dalton
Intransigente y convulso
el mar ante mi navío,
ausencia total de frío.
Intermitencia en el pulso
de dos almas, el impulso
raudo por el desconcierto
de un temblor, marino experto
vencedor de otras diatribas
que entre dos olas altivas
pretende llegar al puerto.
Se desata el vendaval,
y como en un sueño ignoto
palpo en el velamen roto
una sombra fantasmal.
Siento en mis labios la sal
ingente de las pasiones.
Desafío nubarrones,
y entre soledad y brumas
un mar de blancas espumas
sumerge mis ilusiones.
La brújula indica el centro
de la tormenta voraz,
y penetra más y más
mi navío hacia su encuentro.
Cruzando por su epicentro
me hundo donde se ovilla
su entraña, y el sol que brilla
descubre a través de un ave
desfallecida mi nave
en los riscos de la orilla.
UTOPÍA
Cierta vez la muerte vino
a buscar mi voz al mundo
pero demoro un segundo
y no me halló en el camino.
Waldo Leyva
Desandando trillos cruentos
con un andar apacible,
desnuda del irascible
poder de otros sentimientos.
Sin lobreguez ni tormentos,
sin odio, sin desatino,
como tras un inquilino
que acentúa sus neuralgias
a cobijar mis nostalgias,
cierta vez la muerte vino.
Ansiando ver que el cerbero
ahuyentara mis pasiones,
funestas combinaciones
marcaban mi derrotero.
No sé si Caronte, austero
ansió mi pecho iracundo.
Tal vez un Dios furibundo
de politeísta era
le encomendó que viniera
a buscar mi voz al mundo.
Anduve valles, y en los
trillos donde el mal retumba
su llamado de ultratumba
se volvió eco en mi voz.
Con ingenuidad precoz
llegué al centro de su mundo,
y partí meditabundo
de su servil emboscada
a la hora señalada,
pero demoró un segundo.
Hizo mi rostro el espejo
suyo, y en el horizonte
tal vez un sueño bifronte
me arrugaba el entrecejo.
Exhausto, mustio y perplejo
emprendí rumbo al destino.
Aunque con el desatino
de una pasión inconclusa
crucé su senda difusa
y no me halló en el camino.
EPITAFIO
Aquí yace alguien que supo
solo amar la poesía
toda la luz le envolvía
ninguna gloria le cupo.
Felicia Hernández
Si sientes que no respiran
mis pulmones, si hallas nula
mi voz donde se coagula
un sueño y sientes que expiran
miradas que ya no miran,
si en tus labios un porqué
se hace plegaria a la fe.
No te pienses que me he muerto,
búscame ahí, que despierto,
en tus sueños viviré.
LÁZARO JOSÉ PALENZUELA CAMPOS (Güines, Mayabeque, 1971). Poeta improvisador y escritor. Investigador. Director de la Casa de la Décima de la provincia de Mayabeque. Por su obra escrita ha recibido reconocimientos, como el Premio de Poesía Vicentina Antuña, de la Dirección de Cultura de su provincia, con el poemario Luz efímera, todavía inédito. Sus textos poéticos han aparecido en antologías como la publicada en San Luis Potosí, México, en el 2007, y la titulada Un día de abril (Puerto Rico, 2010). Décimas e investigaciones suyas han visto la luz en la revista Habáname. Mantiene una sección fija de poesía en el periódico Mayabeque.
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