Décimas para el destello,
de Orlando Pérez Torranzo
Enviado por Osvaldo
Padrón,
representante del Grupo
Ala Décima
en la provincia de Artemisa
Desde la primera edición (2015) del concurso
literario Carlos Jesús Cabrera,
organizado por la Casa
de la Cultura Mirta Aguirre, de Bauta, provincia de Artemisa, el Grupo
Ala Décima otorga un galardón al autor de las mejores décimas
presentadas al certamen. En su segunda edición (2016), ese reconocimiento
correspondió a Orlando
Pérez Torranzo (nacido en 1970), Ingeniero en Telecomunicaciones, MSc. en Educación Superior, profesor de
Matemáticas Superiores y Matemáticas Aplicadas en el Instituto Superior
Politécnico José Antonio Echeverría, que ha recibido lauros literarios en
eventos municipales y provinciales, además de otros premios en concursos
internacionales en formato digital.
Décimas para el destello
Tengo al perro por su cola,
al mango por la semilla,
de barcos solo una quilla,
cresta y espuma por ola,
por pedúnculo, corola
y por el pez un anzuelo,
por libertad este anhelo
que mantengo en la mirilla…,
tengo mujer por costilla
y cenizas por el suelo.
Largos desvelos, bien jota
una noche de verano,
de Fulano o de Mengano
guerreros de terracota,
tiempo sin peto y mascota,
luces de estrella y candil,
octubres a medio abril,
porvenir en tendedera…
Vida, para ser entera
mezcla carbón y marfil.
Fue sobre andares, despacio
entre la luna y tus ojos
la apertura de cerrojos
pendientes desde un prefacio,
retórica en el espacio
de redención absoluta,
palabra que no refuta
personalidad de reo
arrodillado al deseo
de liberarse en tu gruta.
Amor fijado a mi lomo
de fango hasta por el cuello
he crecido en un destello
de imaginaciones. Cómo
sobre tus ojos me asomo
para sentir desde allí
que vivo a la par de ti
junto a la suerte de no
pensar si te llevo yo
o tú me llevas a mí.
Junto arcángeles noctámbulos
diablos matutinos, junto
─todo tiempo es un conjunto
de epílogos y preámbulos
soñadores y sonámbulos
oquedad, plegaria…─ aquello
de planes que en vida estrello
sin embargo, a contraluz
desde tu boca, de tus
ojos me llega el destello.
Y jamás pudo la noche
apagar la luz del todo
ni pudo de ningún modo
ponerle fin al derroche
de delirio. Sin reproche,
anulada vestidura
y sobre cabalgadura
vivimos… En cada intento
tiembla la tierra y el viento
arremete con ternura.
Sobre cáscara de nuez
trazo mi ruta, mi atajo
bien adentro, bien abajo
por un destino. Tal vez
con tu sol me oriente pues
llevo una historia de silla
soy dígito –manecilla
sobreviviente– difunto
encaminado hacia el punto
del hombre y de su costilla.
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