Premio
Ala Décima
2006
Abdicación
del silencio,
de Wencier
Pérez Ricardo
Ilustración de Nilo Julián González (tinta sobre cartulina) inspirada en este texto y entregada al autor como parte del premio.
Abdicación del silencio
Wencier Pérez Ricardo
Primer premio
VI concurso nacional
Ala Décima (2006)
JURADO:
Roberto Manzano
Idel Rosa Velázquez
Karel Leyva
BREVE PÓRTICO
En Abdicación del silencio brota la décima en boga, con su impulso culto y sincopado. Es una escritura que exige músculos para la enunciación, que se despliega en sacudidas, y para la versificación que pauta esa enunciación entre telones, sacada ex-profeso de la escena.
La versificación parece estar afuera, y el discurso marchar por vía que nunca se solapa con el verso de modo íntegro. Es el intento de revelar la totalidad de la escritura sobre un avergonzamiento indudable de lo cantábile.
Gana la escritura el campo, en medio de una música reciamente gobernada, precisamente por lo que se esconde. Se logra con ello reflejar la naturaleza del fluir moderno del pensamiento, que no soporta celdillas silábicas.
Aunque en los actuales decimistas de la página está, más que nunca, el jubileo de la sílaba, lo que ahora se encuentra absolutamente ofrecida al pensamiento poético. Así, la sílaba pasa de hegemónica a ancilar, y es sólo como una matriz virtual de lo que se discurre.
Con ello se alcanza, o se trata de alcanzar, que no sólo se sugiera el contenido -como corresponde al lenguaje oblicuo de la lírica-, sino que también se sugiera el continente, con lo que el poeta actual cubano aspira a lograr, a través de la décima, una fricción de índole artística que no puede suscitar en el verso libre y que en la nueva escritura decimística tiene singular apoteosis.
No hay otra área de la poesía cubana de hoy donde haya tanta tradición en la ruptura, y tanta ruptura en la tradición. Como es obvio, el lector no avezado, o renuente a las desautomatizaciones, se desequilibra y pierde las nociones de disfrute y jerarquía.
En Abdicación del silencio está todo ese fenómeno vivo -desconocido por la crítica, pues lo inexistente o prejuiciado no puede valorar- revelado y representado con dignidad y eficacia.
Roberto Manzano
PRIMER TIEMPO
En fin,
luego voy a estar bien muerto.
Samuel Becket
VENDETTA
¿Cómo burlo el altar que me fisura
ser olvidado tras la núbil siesta
que dormiré?
Una empírica respuesta
es el augurio donde se supura
mi ruedo un amén que a la sepultura
rehúye.
-¿Fuga?-
Si para la trompeta
la vendimia es dictamen,
¿con qué treta
burlaremos el coágulo equipado
de ocasos?
Un futuro consumado
será siempre el final de esta vendetta.
GLOSA
El Hades teje un mar que no se nombra
Un parvo desatino de Caronte
me lleva hasta las fauces del trifronte
Y yo parto sin piel hacia mi sombra
Pedro Péglez González
HERMENÉUTICA DEL RÉQUIEM
Mañana es otro paso a la ventura
escrita en el destino de mi rumbo,
-urgencia de labriego-.
Yo retumbo
mis huellas a pesar de la fisura
que brinda el calendario.
Esta cordura
impone su dictamen por alfombra
al rezo de mi voz que no se asombra
de tantos adoquines y porfía
otro paso.
Y a tanta sangre fría
el Hades teje un mar que no se nombra
en mi bosquejo.
Grávida emboscada
reciclando su alpiste en mi futuro,
cada día es un miembro del conjuro
augurio de vendimias y coartada
del tiempo.
En su desliz hacia la nada
la muerte me sugiere que le afronte
sin ecos, o incensario en este monte
altar de vanidades que es la vida.
Partir sin esta voz, sin despedida,
un parvo desatino de Caronte.
Soy reo irreverente, no es indulto
existir en silencio.
La carnada
abrevia mi epitafio a la redada
de un surtido de huesos.
El estulto
camuflaje de mármoles y oculto
eufemismo que pide no confronte
mi nombre y mi mañana,
ni remonte
lo eterno de su ardid al pedestal
calado por mi voz,
cuando el final
me lleva hasta las fauces del trifronte
herético por ley e incompatible
a su estéril preludio.
Servidumbre
no es mendrugo que sacie con su herrumbre
el ego persignado de mi audible
rebeldía.
Otro paso es un legible
antídoto de fe que le renombra
el porvenir a mi osamenta,
asombra
el réquiem que desvisto en su presagio.
Mi nombre se subasta en ese adagio,
y yo parto sin piel hacia mi sombra.
SEGUNDO TIEMPO
Entonces yo creía que solo bastaba escribir,
ruda, impúdicamente.
Luis Rogelio Nogueras
ABDICACIÓN DEL SILENCIO
Cómo extenuar de silencio mi abstracto
derroche de intemperies.
No concibo
mi mundo disolviendo su lascivo
deseo de decir.
Es inexacto
que el ego me amordace, que otro pacto
simule tal efluvio.
De incordura
yo tildo ese vocablo que supura
y asume desamparos en su toga.
Mi voz es un madero que deroga
el naufragio final que se me augura.
GLOSA
…en todos los oráculos. ¿Soy digno
de crédito?
Perdonen mis patrañas.
¿Cómo sacarle a Dios de las entrañas
el esplendor de una verdad: un signo?
José Luis Serrano
PARÁBOLAS DEL ESCRIBA
Rasgando epifanías mi cordura
disuelve su hermenéutica en el logo
del verso.
Ser poeta, me interrogo,
¿diluye la intemperie?
En la escritura
se aglomeran flagelos de una holgura
fantasma de ese grito que me asigno
contra el ser o no ser de mi maligno
cansancio de la fe.
Cómo se escribe
esa cruz que se adjunta y se describe
en todos los oráculos.
¿Soy digno
profeta de esta voz o la falacia
satura tentaciones en mi rezo?
Un vocablo al desnudo en el confeso
gladiador que me exhibe su desgracia
de holocausto.
Definan verbigracia
sinónimo de luz.
Las aledañas
verdades tú supones no te engañas
oír tras cada sílaba que escriba.
Tu fe,
¿no es el pretexto que me priva
de crédito?
Perdonen mis patrañas.
Perdonen que sature mi discurso
del derecho a esconderme en este intento
de símbolos culpables.
Y argumento
citando este versículo-recurso,
facultad del escriba.
Su concurso
exégesis de cánones y hazañas
delira un privilegio que te dañas
refutando en tu propio paroxismo.
Y tal vez te preguntes con cinismo,
¿cómo sacarle a Dios de las entrañas
a estos versos?
Esencia de corduras
que defienden mi voz del purgatorio.
Indecir no es pecado transitorio
que me acepte.
Sin las nomenclaturas
la palabra es morbosa y de premuras
saturada.
Otro coágulo es su indigno
paredón.
Áfono, parco, maligno
epitafio desde una muerte absurda.
El que tenga oídos para oír urda
el esplendor de una verdad: un signo.
TERCER TIEMPO
… y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
Pablo Neruda
FUGA EN RE MENOR
Otra mujer se fuga en mi penumbra
de ases dislocados; roto el juego
no sé qué hacer con la manga,
y para luego
la carta que escondía se acostumbra
a esa pérdida.
La apuesta no te alumbra
su final y le escancias tu bolsillo
a su copa, no importa el estribillo
de la apuesta anterior, hoy la jugada
te exige todo riesgo.
En su redada
otra mujer se fuga.
Yo sin brillo.
GLOSA
En etapa de lobos y gaviotas,
de artificios a rumbo de tormenta,
quién dirige mi lumbre,
quién lamenta
ser incienso del astro que derrotas.
Ana Rosa Díaz Naranjo
PARA UNA EVA FRAGMENTADA
Tirano de secuelas confinadas
anduve en tu desliz.
Malva utopía
que no quiso ser flora, ni abadía
guardándose por ecos campanadas
de mi luz.
Y no quiso de estocadas
esgrimirse una fe desde mis rotas
costumbres del azar.
Aquellas cuotas
que se fueron sin voz al inventario
de mi ayer.
Mas dejaron un corsario
en etapa de lobos y gaviotas.
Sediento, inadaptado,
con el dorso
a punto de sus zarzas y sus gubias.
Yo no herí de intención donde diluvias
reproches.
Yo no anduve por tu escorzo
simulándote lienzos.
Fue mi corzo
desgaste el equívoco que ostenta
un invierno en nosotros.
El que renta
la cruz a lo que pude en tu balada
llegar a ser.
Mi otra Eva fragmentada
de artificios a rumbo de tormenta.
Mas ahora queda el sesgo en mi costado
resumiendo señales de tu luna.
Una alfombra tan gris,
inoportuna,
que deroga a mis sales lo invocado
en tu almohada.
Ese aroma rotulado
al ángulo viril que mi osamenta
tradujo en su costilla,
y que me alienta
zozobras de tu aliño en la memoria.
Después de tu telón y sin tu historia
quién dirige mi lumbre,
quién lamenta
este tropel de versos con que arrojo
mi silencio convicto y mi estandarte.
Ayer era tan dios, cómo cuidarte
el amén, -tu desnudo desalojo-.
Ayer era tan dios, cómo despojo
la distancia y el agua donde brotas
sin sed y sin arena entre las rotas
orillas de tu azul.
Seguir en veda
es un verso final, solo me queda
ser incienso del astro que derrotas.
Wencier Pérez Ricardo (Jesús Menéndez, Las Tunas, 1976)
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