Premios
de tema social
y comunitario,
IX concurso
Ala Décima
2009
Algunas patrias salvadas,
de Jorge Luis Arias Reina
JURADO:
Odalys Leyva
Argel Fernández
Modesto Caballero
En el concurso nacional Ala Décima, el premio accesorio Wilfredo Sánchez, de tema social, lo otorga el periódico Trabajadores, y el premio accesorio Célida Cortina, de tema comunitario, lo entrega el Grupo Omni-Zona Franca.
Algunas patrias salvadas
Jorge Luis Arias Reina
Lo grande del hombre es que es un puente, y no una meta; lo que se puede amar en el hombre es que es un tránsito y no un acabamiento.
Federico Nietzsche
El hombre es un enigma transitorio…
José Luis Serrano
Breve elegía de salvación
Alguien pone la carnada.
Alguien se traga el anzuelo.
Alguien usa un escalpelo.
Alguien empuña una espada.
J. L. S.
Señor, soy un superhombre.
Soy el que sangra su historia.
Un niño de escasa gloria
sin porvenir y sin nombre.
Huérfano de luz. Un hombre
invisible a la mirada,
de aquellos que una estocada
perpetuan sádicamente.
En mi soledad urgente
alguien pone la carnada
muy sutil sobre la mesa.
Han servido mi costumbre.
¿Alrededor de cuál lumbre
mi venganza quedó presa?
¿De qué sirve la promesa
impertérrita del cielo?
Nadie sabe el desconsuelo
de una víctima que espera,
cuando a la luz de la hoguera
alguien se traga el anzuelo.
Señor, perdona. No pude
resistir el Universo.
El discurso de tu verso
a la multitud sacude.
Un hombre se ahoga. Acude,
sin blasfemar, hasta el Cielo.
¿Será que pierde un anhelo,
o invisibles son sus alas?
Alguien bendice las balas.
Alguien usa un escalpelo
para cruzar la frontera
y exiliarse entre los muertos.
Arden los ojos abiertos
por la terrible ceguera.
¿Dónde olvidé mi bandera?
¿Cuál sería la coartada:
lanzarle una bofetada
al destino, inútilmente?
Alguien ha cruzado el puente.
Alguien empuña una espada.
Las patrias del sueño
El que ha soñado su viaje
y el sueño lo deja fuera.
El que cruza la frontera
y adentro carga un paisaje.
D. M. E.
Con su oscura cicatriz
al amanecer tropieza.
(En el pie o en la cabeza
guarda una sombra infeliz.)
¿Quién desprendió su raíz?
¿Quién extraña su linaje?
Bajo el ardor del celaje
esconde su triste edad
–y descubre otra verdad–
el que ha soñado su viaje.
¿Será que vive el pasado
en los saltos del presente?
¿En qué traición, de repente,
el silencio lo ha callado?
Limpio polvo enamorado
se oculta tras su bandera,
sin escanciar la manera
con que deshoja el destino.
Alguien busca su camino
y el sueño lo deja fuera.
Pero el pie sangra descalzo
en su tránsito al descuido,
y teje una sombra el ruido
profundo, que pisa en falso.
(Sentado frente al cadalso
hay otro invierno que espera.)
Alrededor de la hoguera
gira grave adivinanza:
¿Deja atrás una añoranza
el que cruza la frontera?
¿Qué certidumbre ha salvado
esta campana sin luz?
¿En cuál vértice, la cruz
deja el recuerdo colgado?
Con la espuma en el costado
regresa, exhausto, del viaje.
Al partir, son su equipaje:
una isla, un sueño verde
que en lontananza se pierde…
Y adentro carga un paisaje!
Carta al amigo del Sur
Todos estamos en el exilio, porque
nunca estamos donde tenemos que estar.
Carlos Esquivel G.
Hermano mío:
La gente ahoga su eternidad, a espaldas de una ciudad quejumbrosa, gris, urgente… Yo, que no soy diferente, presiento un norte de olvido (una lluvia, algún crujido que se desprende del fuego.) Y antes de quedarme ciego, auguro un canto prohibido.
Con impaciencia me inclino, ante una fe absurda y rota, que desprende gota a gota ese Dios que no imagino. ¿Será amargo nuestro vino? ¿Podrá endulzar mi costumbre? Un relámpago sin lumbre anuncia que ha muerto el día. Hermano, cuánta utopía sostiene la pesadumbre.
Soy un náufrago imprudente que perdió su rumbo. Ahora, tanta diatriba devora mi soledad inocente. Yo quiero morir de frente, y desangrarme en el miedo. Indeciso, me concedo una ruta hacia la historia. Una migaja de gloria. Llegar a estatua, si puedo.
Amigo, el hombre tropieza con la muerte, y su acertijo es un estandarte fijo en el mar de su pobreza. Desconcertado, regresa de un sueño ilusorio, grave. ¿En qué lágrima sin clave su añoranza ha navegado? Este país, disfrazado, ¿nos salvará? Nadie sabe.
Arde en mí la despedida como una lámpara escasa. (En un rincón de la casa, una bandera encendida.) Ya se acerca la partida, zarpa al sur el barco viejo. En la cubierta un vencejo trina anunciando esta carta.
Hermano, adiós.
Y haz que parta, sin arrugas,
tu entrecejo.
JORGE LUIS ARIAS REINA (Guáimaro, Camagüey, 1977), promotor en
No hay comentarios:
Publicar un comentario