martes, 21 de octubre de 2014

Premio Ala Décima XVI concurso Regino Pedroso



 

Burbuja del tiempo,
de Carlos Ettiel
Gómez Abréu

Foto enviada por el autor




Desde el 2004 el Grupo Ala Décima entrega un premio especial al mejor poema concebido en décimas en el concurso nacional de poesía Regino Pedroso, que convocan cada dos años el periódico Trabajadores, la Central de Trabajadores de Cuba, el Instituto Cubano del Libro y el Consejo Nacional de Casas de Cultura. En su octava entrega, correspondiente a la decimosexta edición de ese certamen, mereció el lauro decimístico en el Regino Pedroso el poema Burbuja del tiempo, de Carlos Ettiel Gómez Abréu (Jagüey Grande, Matanzas, 1978), Licenciado en Derecho, poeta, narrador y escritor para niños que se desempeña como instructor de literatura. Ha sido jurado en diferentes concursos literarios. Es miembro de la AHS y egresado del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso. Cuenta con numerosos reconocimientos y su obra se ha publicado en revistas, antologías, y en los libros Polvo de hadas (poesía para niños, Ediciones Matanzas, 2012) y Sombras del alma (poesía, AHS, Isla de la Juventud, 2012).









Burbuja del tiempo



No sé por qué se ha hecho
desde hace tantos días este extraño silencio…

Dulce María Loynaz.




El tiempo al abrazo viene  
y no se aparta…          Es mi asedio,
mi salvación,                —su remedio
de madera me sostiene.
    No sabe el amor qué tiene
para que perdure tanto.
    Ha sido un monstruo,  quebranto;
ha sido portero,            ha sido
un corazón detenido
en una cárcel de espanto.

Ha sido la soledad
en mis manos,    mi taberna,
mi verdugo.        Ha sido eterna
su ronda,            su terquedad,
la aparente frialdad,
su casa dura y vacía.
    Me pierde,      —¿quién lo diría?
después de tanto abrazarme:
se aparta por no dejarme
sentir su melancolía.

El tiempo jamás abjura
cada soplo nace, y muere:
no aguarda por quien le quiere
ni persigue al que se apura.
    Un instante no se cura
de su pasado;     pues arde
el minuto con alarde
de rapidez,          y se extingue.         
    Su premura no distingue
entre la aurora y la tarde.

Saldo mis cuentas.  No puedo
tomar el camino en calma.
    Lleno de murmullo el alma
para sentirla.             Del miedo
se oye el sonido,       le cedo
mi libertad,                aparece
esta urgencia que adolece
y me atrapa en la renuncia:
es el escape…          ya anuncia
que nada me pertenece.  







         

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