viernes, 17 de octubre de 2014

Premio del VI concurso de glosas Naborí



 


Embriaguez (rosa, espada, luz),
de Mariana Enriqueta
Pérez Pérez






 
A partir del 2009, la filial del Grupo Ala Décima en San Miguel del Padrón, municipio natal de Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí, rinde tributo al poeta con el concurso nacional de glosas que lleva su nombre. En esta sexta edición (2014) mereció ese lauro el texto Embriaguez (rosa, espada, luz), de Mariana Enriqueta Pérez Pérez (Santa Clara, Villa Clara, 1951), Licenciada en Filología, en la especialidad Lengua y Literatura Hispanoamericana y Cubana, y Diplomada en Cultura Cubana. Cuenta con numerosos reconocimientos, tanto en versos como en trabajos de investigación. Entre sus lauros está el Premio Poesía de Amor Varadero 2009. En el 2013, en el concurso internacional de poesía Nósside, obtuvo una mención particular, y su poema en décimas Multiverso alcanzó mención en el apartado de poesía del V Concurso de Ciencia-Ficción y Fantasía Oscar Hurtado. Tiene publicados, entre otros, los libros La nostalgia domina los rincones (poesía, Editorial Capiro, 1992); Cierta llama (décimas, Ed. Capiro, 2001); La desnudez oculta (poesía, Ed. Capiro, 2005); Búscame en el horizonte (compilación de la obra poética de Leoncio Yanes, Ed. Sed de belleza, 2008), y La flecha inesperada (poesía, Editorial Capiro, 2012). Es representante del Grupo Ala Décima en la provincia de Villa Clara, donde fundó y dirige la tertulia La décima es un árbol y su sitio web. En el séptimo aniversario de esa tertulia (2014), su poema Un cante de ida y vuelta (guajira) mereció el primer premio en el concurso «Leoncio Yanes. Catálogo rimado: décimas del año», que se decide por votación de los contertulios.








Embriaguez (rosa, espada, luz)




Yo no sé de qué rosa de luz salió una espada
con un filo de azúcar, para ser tu mirada.
Solo sé que mis ojos, de mirarte una vez
se me van a otro mundo… maduros de embriaguez.

Jesús Orta Ruiz, «Poema ante tu imagen» (1)




La luz: un juego extraño —ritual amarillento
que frota mis ventanas con la mueca de agosto—
enfila su hermosura por el pasaje angosto
donde hoy me contemplas o me pides un cuento.
Se ha doblado la rosa (en un rosal hambriento
de luz) con penitencia brutal, desamparada.
Estás en el retrato: yo caigo en la emboscada,
avanzo por el polvo, tanta sed me destroza
que al herirme su filo, o al chocar con la rosa,
yo no sé de qué rosa de luz salió una espada.

No hay una luz podrida ni una tiniebla insulsa.
Vas errante, golpeas un cálido tambor
para juntar de lejos las flores y el amor.
Cuando agosto palpita en tu perfil, se endulza
la incógnita del aire que mi silencio pulsa.
Pobre hidalgo que un día marchaste a la Cruzada
con una rosa al puño y sangre en la estocada,
vuelve siempre a mi noche y bendice mi eros,
desafía la muerte, ungiendo tus aceros
con un filo de azúcar, para ser tu mirada.

Rosas o filo… ¿muerte? Con figura gallarda
tú, el caballero, mezclas del aire los destellos,
y la luz, como hebra, se transmuta en cabellos
cuando su rosa invicta por mi ternura aguarda.
Qué importa que su rumbo toque mi frente y arda
o que el aire sea rojo al posarse en mi tez.
Ignoro si hay corceles rendidos a tus pies
o si oyes mi sonrisa intrépida y curiosa
o si endulzas la luz que distingue a la rosa…
Solo sé que mis ojos, de mirarte una vez
hallaron tu silueta en luz desesperada;
que esa luz en la imagen ardía como angustia;
que mi ansiedad vio cruces y en una espina mustia
se unió con este pasmo de luna embalsamada.
Yo no veo a la muerte, porque va en retirada.
Yo respaldo la vida y aferro mi pavés
cuando nacen albores en tu cuerpo. Y ya ves
que me endulzo y dormito sobre una espada rota,
y que tus ojos negros, al sentir mi derrota,
se me van a otro mundo… maduros de embriaguez.





NOTA:

1.- En su: Eros en tres tiempos, Ediciones Unión, La Habana, 2002. p. 39.















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