martes, 11 de marzo de 2014

Segundo premio Ala Décima 2014




Formas de contener el vacío,
de Elizabeth Reinosa Aliaga






 



Equivalente al segundo lugar del certamen, el Premio especial Centenario de Samuel Feijóo, conferido por el Centro Iberoamericano de la Décima y el Verso Improvisado, consistió en una obra de arte y libros, que recibió la premiada de manos de la especialista de Relaciones Públicas de esa institución, Consuelo Sotelo. También el cuaderno conquistó el Premio Guillermo Cabrera Álvarez, concedido por el periódico Juventud Rebelde al mejor poemario de autor joven, el cual le fue entregado por Sara Cotarelo, jefa de Atención a lectores y miembro del Consejo de Dirección de ese órgano de prensa.








Formas de contener el vacío

Elizabeth Reinosa Aliaga






Premio especial Centenario de Samuel Feijóo
y Premio Guillermo Cabrera (Juventud Rebelde)

XIV concurso nacional
Ala Décima (2014)



JURADO:













Formas de contener el vacío

 




El orden es un suspenso en equilibrio,
la ausencia de talismanes,
la esencia de un animal indefenso
que se transforma.
Está tenso el arco
pero sin flecha.
El orden es una fecha
alterada por error.
El inicio es el dolor,
el fin una luz que acecha.




I

Inauguro el artificio,
desnuda salto al espejo.
Ya no creo en el conejo de la suerte.
hay un indicio en mi sangre,
un precipicio en mi garganta.
Hay un puente mutilado,
hay una fuente destructora,
                               una familia…
Me da miedo esta vigilia,
esta voz tan diferente.




II

No sé por qué me detengo
a analizar cada paso.
Será porque todo ocaso
me mancha las manos.
Tengo un jardín de sombras.
Vengo con un pañuelo en los ojos,
no quiero ver los cerrojos conocidos.
Nadie sabe
dónde se esconde la llave
de la muerte y sus despojos.




III

Vuelvo a poner los cuchillos
como una cruz de metal.
Vuelvo a limpiar el cristal
que me muestra los colmillos de la ausencia,
sus anillos de oscuridad y añoranza.

Alguien me invita a la danza,
a elegir un antifaz.
Vuelvo a mirar hacia atrás
y me penetra la lanza
del olvido.
Toda muerte
es matrioska del vacío.
Toda muerte lleva un río de sangre.
No me divierte
tener que probar la suerte,
sin negar ni decidir,
de nada vale fingir
que la mañana florece
cuando el sol se desvanece.
                           Todo destino es partir.







El caos apunta al centro de la tierra.
Alta ficción en el juego
es la razón que ya no asiste
al encuentro cotidiano.
Salgo… entro a la cáscara,
me escondo del veneno,
no del fondo del recipiente.
Feroces entre paredes las voces
me llaman
y no respondo.




I

Los cubiertos
en la mesa sin oración,
sin la cruz.
Me sobra el tiempo.
La luz me inmoviliza,
estoy presa.
Sin el pan,
sin la promesa,
no debo evadir la fe.
Regreso a la taza,
al té,
al futuro que me acosa.
Mi rostro no es el que posa,
el dolor nadie lo ve.




II

Quiero encontrar un refugio
en la verdad absoluta
de lo incierto.
Alguna ruta a la luz,
                        un artilugio.
Indago en un subterfugio
que no me vuelva extranjera
en mi cuerpo.
-Pasajera que deja atrás este averno-
He de partir a lo eterno…
pero arremete ¡Viajera!




III

Entre límites difusos:
            -de la inocencia,
                        el infierno-
Aposté por un invierno de regresos
                        inconclusos.
Para miedos y confusos territorios
tuve un faro.
Fue más violento el disparo
que el sueño,
                        que la ruptura.
No fue sangre,
fue pintura
fue irreal mi desamparo.




IV

Estos años desembocan
en arterias,
                        desencuentros.
Paralelos los encuentros del espejo
me provocan bifurcaciones,
evocan el patio,
los remolinos de ausencias,
son inquilinos de la noche
                        que se alarga.
Su constelación amarga:
las aspas de los molinos.




V

Y ahora quién me pregunta
por el tiempo y los disfraces,
quién me exige hacer las paces
con la vida.
Quién me apunta
al pecho con su presunta
añoranza. Quién confiesa
ser culpable. Quién regresa
a cortar la margarita.
Quién bromea, quién me habita…
Dónde queda la sorpresa,
sin el papel de regalo,
sin el rojo y la alegría imposible
de este día que con el dedo señalo.
Ahora yo me apuntalo,
compro una realidad sin tonos grises.
Mi edad
ya no es un sol prematuro.
Ahora me invento un muro,
una casa,
una ciudad.











ELIZABETH REINOSA ALIAGA (Bayamo, Granma, 1988; residente en La Habana). Ingeniera en Ciencias Informáticas. Miembro de la Asociación Hermanos Saíz. Egresada del XIII Curso de Técnicas Narrativas Onelio Jorge Cardoso. Textos suyos han aparecido en diversos periódicos, revistas y antologías, dentro y fuera de Cuba. Ha recibido numerosos lauros por su obra en versos, entre ellos el Premio de poesía José Antonio Echeverría (2006), el Nieves de Mayabeque (2011), el Premio Décima al filo en el XI concurso Ala Décima (2011), el segundo premio en el XV concurso Regino Pedroso (2012), el tercero en el Farraluque de poesía erótica (2012), mención en el concurso Wolsan-Cubapoesía (2012) y el tercer premio en el VI concurso nacional Décima al filo.








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