sábado, 8 de septiembre de 2007


Premio Ala Décima
en el II concurso
Décima al filo 2005

Endechas del no elegido,
de Ana Rosa
Díaz Naranjo


Desde el 2005 el Grupo Ala Décima entrega un premio especial al mejor cuaderno de autora joven en el concurso nacional Décima al filo, que convoca cada dos años el grupo de mujeres decimistas de igual nombre.

En aquella primera entrega, correspondiente a la segunda edición de ese certamen, mereció el lauro de Ala Décima la obra Endechas del no elegido, de la poetisa, narradora y actriz Ana Rosa Díaz Naranjo (Albita) nacida en Las Tunas en 1973, con varios reconocimientos recibidos por su obra en versos. Tiene publicados el plegable Invocaciones al infinito y su libro de poesía Pasos en el borde por la Editorial Sanlope. A continuación, el cuaderno entonces premiado.




Endechas del no elegido



Endechas del no elegido


Estoy llorando encerrado en la mazmorra de mi nombre.
Rabindranath Tagore


Sobre cuál balanza el mundo
conjura todos mis males
Dónde rompo los cristales
del prisma donde me hundo
No sé quién soy y confundo
abismos ensoñaciones
simulacros oraciones
dioses demonios relente
Melancolía es un ente
saturado de estaciones
Y mis ojos son la diana
donde clava el universo
sus dardos
Tras mi reverso
sólo búsqueda ventana
abierta al ocaso Vana
ilusión
Dí mi costilla
y mi auxilio es una astilla
en el vientre de Lilita
who do I share my hell with
si estoy rodeado de arcilla
Soledad foso Daniel
remiendo la misma historia
Babilonia es una noria
y yo sigo sin cordel
para librarme sin piel
para moldear el deseo
Soy cara o cruz Soy Teseo
No estoy seguro del viaje
Soy quizás un abordaje
de conciencias y Morfeo
converge al otro confín
de mis dudas Todo junto
mezclado tras el presunto
rostro del tiempo
Sin fin
vuelven las palabras in
nomine patris…
la duda
crucifica esta desnuda
razón de encontrarme verme
salir del foso perderme
lejos fuera de esta cruda
realidad que me desvela
Y bebo en los laberintos
amaritudes instintos
muros tormentos… Qué vela
para dar luz
Quién revela
sus ardides si distante
viajo -caballero- Dante
sin gloria ni corazón
Me han desterrado Oh Sión
hacia el cuerpo fulminante
del destino
Nadie acude
Un César no necesita
de una mano
Siempre hay cita
con la muerte quien desnude
mis miserias cuanto sude
la infinidad de estos huesos
Mis leones están presos
Estoy solo
Me consumo
Letargo máscaras humo
Rezos rezos rezos rezos…



Insostenible la muerte


Contra ese tiempo posible me fortifico por adelantado con el conocimiento de mi propia insignificancia.

William Shakespeare


Tanta inmensidad y voy muriendo convertida en un retazo de abandono
con el beso del olvido tras la fiebre y un absurdo sol que me reclama
Tanta inmensidad y me distraigo en quién habita a plenitud con esta llama
que nos lanza como fichas al tablero del capricho por preñar su encono
Y aquí sigo sin Dios a piel abierta incrustada a la maldad sin paz ni trono
donde alzar la frente a salvo del abismo Voy sin rumbo siempre agonizante
siempre atada al improperio de mi estirpe con el alma a cuestas sin un Dante
que me salve del destierro Soy un sorbo de espanto que lleva el cuerpo triste
a la hoguera Nadie escapa de la historia del tablero Ahora mi voz viste
de tinieblas Voy muriendo… qué ironía Tanta inmensidad para un instante



A espaldas del minotauro


No hay espectros sólo yo
tras el vidrio
Todo miente
sin dioses magos
Ausente
alguien que el cielo parió
de un piano que no existió
se burla
Soy el acorde
del enigma
Aunque me aborde
yo resisto la estocada
de la pared solapada…
y sigo aquí sobre el borde
Irrumpo en mi fantasía
vuelvo al espejo al temblor
o al sismo en el interior
de mis ojos
Qué agonía
la siniestra lejanía
mi esqueleto donde ocultan
las oquedades…
Sepultan
transparencias las confundo
de espaldas me vuelvo al mundo
entre incógnitas
Me insultan
escurren mi desnudez
con un grito
Cuántas redes…
Mientras quiebro las paredes
mueren lunas a mis pies
Y ancestral la morbidez
al salir hunde su risa
desaforando esta prisa
Son FANTASMAS y destejo
mis párpados del espejo
Otro yo se aterroriza
Espío luz en el músculo
de otra lengua en los cristales
y retornan manantiales
apariciones crepúsculo
Qué mordida
Qué minúsculo
carretel para salvarme
Qué letargo adivinarme
entre dos mundos y un hilo
Tras el estruendo me asilo
Qué soledad es quedarme




Vereda hacia el olvido


Los gigantes no fueron ilusión
ni estaba delirando el caballero
su credo lo condujo al desafuero
que produce la ausencia de razón
Porque en todos cohabita una legión
de ángeles demonios y serpientes
un destino que lleva entre sus dientes
el último chasquido del orate
Un Sancho entre molinos se debate
desconoce la paz de los ausentes
Desconoce que la filantropía
va del brazo del bien a dar su cuota
de justicia de amor que la derrota
es un hecho fingido en demasía
Pobre Sancho no sabe de utopía
no entiende de letargos ni quimeras
desconoce a su amo entre las fieras
voluble refugiándose en su adarga
Contra el mal de esta vida tan amarga
andante caballero sin fronteras
La locura cifrada en su cabeza
por los libros -cenizas del encono
al tablero infinito y su abandono
es legado sustancia que no cesa
de acercarnos la cruz o su grandeza
para de golpe abrir el escenario
aquí se nos desglosa el obituario
brindándonos su ciclo babilónico
y vuelve a surgir Dios o su antagónico
mirar hacia un futuro imaginario
Quién pudiera romper esa burbuja
temporal sobre el duelo de sus hombros
la palabra con filo en sus asombros
o la luz que su sombra le dibuja
Nadie puede volver desde su aguja
a perderlo en el llanto de otra edad
El Quijote los pies de mi orfandad
La locura doctrina hasta el cansancio
para olvidar un poco el mundo rancio
que da la insoportable levedad

Vencido entre la niebla del Quijote
va Sancho diligente hacia el presagio
a realzar su cordura en el adagio
que la vida ha sembrado con su azote
Y yo sin derrotero busco el trote
vereda hacia el olvido agonizante
buscando dirección en Rocinante
o el duelo del ilustre en mis ancestros
Hoy soy la letanía los siniestros
deslices que sostiene el caminante
cuando falta una estrella a su simiente
El pandemonium viene y nos abraza
provee de tormentas la coraza
y anima el laberinto de la mente
entonces me deshago piel y diente
me tumbo en la glorieta del olvido
y desde mi catarsis a Dios pido
le dé una luna nueva a mi dolencia
consiga entretejer mi indiferencia
y vuelva a renombrar mi cometido
pues el monstruo ha ganado la batalla
he perdido el contacto con la piedra
y aunque el alma ascendió como la hiedra
no soy Dios ni me ampara una muralla
He deshecho esta suerte por si estalla
un pedazo de mí y encuentro el hilo
que me vuelva a la piedra donde en vilo
falleció mi esperanza contenida
y libere por fin la sacudida
del encierro feroz donde me asilo



Resurrección del ángel



Nadie mejor para mover las últimas murallas
las que sajaron mi piel en los confines azules
nadie mejor para hacer retoñar los abedules
que desfilaron ayer pregonando tus batallas
Porque no existe otro talud que el lodo donde estallas
donde reencuentras el fruto fugaz de mi desvelo
Nadie mejor que resucite mi alma del deshielo
y reproduzca un solsticio en el ojo de la espera
Tú y sólo tú protegerás mi piel en tanto muera
este temor de saberte extraño ante mi vuelo

Porque mi próxima ciudad hará del torbellino
su bumerán el arma del momento impostergable
y mi nombre en la maleza será como ese sable
que sacude este recorte del más allá en camino
Qué agonía para el ángel prendado a su molino
al frenesí al deseo de sobreanidar lo intacto
el alma ha de posponer el terror pues en el acto
desplegaré mis alas esta vez con otro nombre
pero tú sí sabrás reconocerme no te asombre
la suave nitidez con que me elevo no refracto
otra cosa que el triste regocijo hecho ternura
como una ninfa atada al abandono de su suerte
A pesar del azul la noche... tu sed o mi muerte
el cerco se resume en los sentidos. Nada apura
siempre he sido un ángel y mi destino todo augura
desde el comienzo Supe amar el trono Soy esta hoguera
que desabriga remembranza de otra primavera
a fines de septiembre Un trozo de mi calendario
hará de nuestra unión la claridad y un relicario
guardará mi zozobra hasta la próxima frontera




Conversación frente al mar


¡Cuánto penar para morirse uno!
Miguel Hernández



Ves Cuasimodo qué gris
se torna el cielo en tu mano
cuando todo se hace vano
y el amor es cicatriz
de antiguos bienes país
lleno de lides y llamas
hombre-pez con sus escamas
a la intemperie
Y el mar…
Dónde erigir el altar
in solidum pero aclamas
austeridad y quietud
El desarraigo es arena
y playa tras la condena
de nuestros nombres laúd
que aumenta esta multitud
de cantigas
Dónde escondo
mis raíces
Yo sin fondo
Insaciable testaferro
fragua de sol donde encierro
otras culpas el trasfondo
para quebrar esta historia
donde el principio fue luz
He visto morder la cruz
de nuestras almas
La gloria
es promesa transitoria
para otros buen amigo
Miro el mar y no consigo
marcar las aguas su curso
es el único recurso
que nos sirve de testigo

Y en vano teje el destino
sobre mi alma el cordel
de Ariadna
Soy timonel
que desconoce el camino
a lo eterno
Así devino
la soledad Cuasimodo
Pudiste haber sido Frodo
Adonis Sancho Morfeo
Ulises o Prometeo
con su luz pero el recodo
conduce a la misma grieta
a los círculos de Dante
Soy la fe del caminante
con el ojo del profeta
Cuasimodo la saeta
se fija al lado más triste
de nuestro andar Dios no asiste
a nuestras premoniciones
Sin luna van las naciones
aunque la locura embiste
y nadie escucha tu llanto
los acordes de esta tierra
que fenece ante la guerra
del desamor

Cuanto espanto
Cuasimodo nuestro canto
se apaga ante el desafuero
de los hombres mi sendero
se hace oscuro y esta lluvia
inexorable diluvia
sobre el trono donde muero

Ves Cuasimodo que el mundo
es un volcán que su lava
es compartida y no acaba
con el ritual donde fundo
mis temores que lo inmundo
apenas nos abandona
que lo perfecto es la zona
inexistente del bien
y esta esperanza un sostén
que jamás se nos perdona

Cuánta angustia en este pecho
lleno de asombros y dudas
el presagio cuando sudas
la intensidad del asecho
Voy famélica de un hecho
detrás de la soledumbre
y rasuro esta costumbre
desangrando mi orfandad
para urdir la eternidad
desde el principio a la cumbre




Del tiempo


Ya doblegan los jinetes las puertas de nuestro anhelo
y los clamores no bastan para la cruz capital
Las palomas han huido se ha secado el manantial
que nos mantenía intactos ante la furia del cielo
Esta vez no habrá salida esta vez comienza el duelo
Perdición llanto estiletes sombras frialdad letanía
nos matarán los asombros ya no habrá filantropía
para salvar el conjuro que nos donó la simiente
Quiénes somos dónde estamos y Dios pasa indiferente
Cómo evadir tanta culpa
Cómo hacer que vuelva el día
si un mundo loco allá afuera sobre su alfombra descansa
y se pierde entre celajes la eternidad del ayer
los sueños de antaño fueron caricias para encender
luna o sol a nuestra esencia pletórica de esperanza
Mas cada puerta es un muro que nos hiere la bonanza
y cabalgamos sin ruta los límites de esta vida
vamos hacia otros confines desnudos y no hay salida
porque el destierro divide las luces del paraíso
Sólo si fuéramos dioses sudáramos el hechizo
que nos brotó en las entrañas con la primera embestida

No hay comentarios: