jueves, 9 de enero de 2014

Premio Ala Décima en el VI Décima al filo





Mansión
de relojes
,
de Yelaine
Martínez




Desde el 2005 el Grupo Ala Décima entrega un premio especial al mejor cuaderno de autora joven en el concurso nacional Décima al filo, que convoca el grupo de mujeres decimistas de igual nombre. En la quinta entrega de ese lauro colateral, correspondiente a la sexta edición del certamen, mereció el galardón de Ala Décima la obra Mansión de relojes, de Yelaine Martínez Herrera (Las Tunas, 1990), Licenciada en Periodismo, reportera del periódico 26 y autora del blog Ojos tuneros. Ha sido premiada en varias ocasiones por su poesía, y publicada en las revistas Alma Mater y Resonancias, así como en folletos por la Jornada Provincial de Poesía Gilberto E. Rodríguez y la Feria del Libro en Las Tunas.





 

Mansión de relojes





Racimos


Y si de pronto morimos
sin habernos retratado
con la suerte. Si el legado
de la vida no exprimimos.
Si solo somos racimos,
huellas de rostros ausentes.
Protagonistas dementes
de algún filme iconoclasta.
Tanta vanidad en la casta
de los hombres. Intermitente

es la luz. Ya no respondo
a mis ojos cuando huyo
hacia ti. El tiempo obstruyo
con los labios y en el hondo
peregrinar mi Macondo
se diluye. Dime Ulises,
cómo calzar cicatrices
a la sombra del futuro
si el presente es solo un muro
que oculta sus directrices.

Nos vamos quedando solos
en el cuarto de la muerte,
el pasado indiferente
esconde sus protocolos.
La vida oculta sus polos,
el amor mutó su aliento.
La paráfrasis es cuento
calcinado en el olvido
y la esperanza, un latido
que muere en el pavimento.

No me mientas, ya es muy tarde
para matar los instintos.
Mis criterios son distintos
a la costumbre que arde.
Temo morir, no es alarde
el saberse perseguido.
Entre la cruz y el gemido
hay un puente que reclama
venga a nos sin la proclama
el porvenir. Vuelva al nido.




Intermitencias


15 de julio. Hay un puente
donde el pasado revive
y la soledad escribe
líneas de un tiempo silente.
Es el destino quien miente,
no logro hallar el costado
del alma. Me han reciclado
la locura y su alegría
¿Dónde está la cofradía
de la vida y su legado?




Hoguera


Estoy aquí. Nadie viene
a seducir mis estribos.
Tanta veta en los arribos
del porvenir. Quién detiene
las señales que sostiene
el abismo entre los dos.
Nos vamos quemando, nos
absorbe la penitencia.
Nadie escucha la clemencia
de la vida. Solo Dios.




Voces de última hora


Estoy perdiendo la voz
por miedo a los crucigramas.
Mis días son epigramas
escritos con sangre y hoz.
Estoy perdiendo la voz,
el muro de la conciencia,
alma grita penitencia,
noche arranca su marasmo.
La vida es un gran sarcasmo
de locura y de clemencia.




Síntesis del silencio


Me evaporo. Es el mutismo
quien dicta la despedida.
La fe contra la suicida
vida y contra uno mismo.
Dentro hay un mar, hay un sismo,
una red de pescadores,
un par de predicadores
enjugándose los ojos,
el amor con sus cerrojos
y villanos confesores.




Miedo


Nadie le teme a la vida,
todos temen a la muerte
y a la tentación silente
ante el fiel que se descuida.
No le temen a la huida,
pero sí a los problemas.
Cruces, rayas y teoremas
anuncia cada bocado.
Todos temen al estrado,
yo temo a los anatemas.




Perfil


Todos llegamos al mundo
con las dos manos vacías.
No alcanzan las profecías
para andar en lo profundo.
El diablo con su iracundo
aldabonazo despierta
mi fe. Que Dios advierta
la esperanza es otra cosa,
la soledad se destroza
en el borde de mi puerta.




Péndulo


Pequeña como una ola
desnuda ante el universo,
pequeño como mi verso
que a la inspiración inmola.
Sin luz, ato una victrola
al péndulo de tu beso.
Muero, pero mi deceso
es un clavo en el grial,
muero porque la espiral
de la vida es solo eso,

un alúd, algún acceso
a la gloria proletaria,
una farsa estrafalaria
en los ojos del confeso.
El libre quiere del preso
su dictamen de ironía,
el reo la sinfonía
de sus pasos por el mundo
y la luz con su iracundo
porvenir nos desafía.




Ruedo


Escúchame, tú, Morfeo,
dios de serena distancia.
La soledad se me escancia
en la sombra de Perseo.
Tengo un sueño, coliseo
de gladiador sin conjuro.
Se va quebrando este muro,
me van bebiendo los muertos,
mis ojos quedan desiertos
en las grietas del futuro.




Arcilla


Toma mi voz. Ya no hay tiempo
para redimir los miedos.
En la sed de mis remedos
sobra oscuridad. El tempo
es ironía, contratiempo
ajeno a la mansedumbre.
Pudiste ser luz y cumbre,
preferiste ser orilla,
Tú el orfebre; yo, la arcilla
para vencer la costumbre.

Pero no. Besas el llanto,
te columpias en las dudas,
tomas de manos a Judas,
piensas tanto, tanto, tanto.
Alimentas el quebranto
de tus ojos. Cómo voy
a disfrazarme si estoy
tan peleada con la muerte,
si la tristeza silente
nos aleja. Dios no soy.




Inequidad


Cubro mi alma de versos,
otra vez vuelven las rejas,
el tiempo con sus añejas
voces de buenos y adversos
me confunde. Los reversos
de la luz rasgan mis ojos.
Tanta soledad, despojos
de algún demente encontrado.
Mis huellas en el estrado
parecen llaves, cerrojos

de la indolencia. Tempestad.
Penumbra. Fango. Morir.
Despacio al abismo ir
huérfana de la heredad.
Mártir. Locura. Otredad
desnuda ante mis quejidos,
pez invisible, gemidos,
músculos de hambre y sol.
Todo cabe en el creole
de los pobres sin sentido.




Mansión de relojes


Vamos, muerte, a ver la vida
en su mansión de relojes.
Vamos, pero no te alojes
en su estudio. La estampida
de la sed es la guarida
perfecta para el deseo.
Manda mejor un correo
a su sicario El Minuto,
joven gallardo e hirsuto
con la experiencia de un reo.

La vida no es un contrato,
muerte, entiéndelo bien.
De su aliento ser rehén
puede sonarte barato,
pero la vida es un trato
contigo y con tu alter ego,
es una especie de juego
donde perdemos la piel
y por miedo a ser infiel
a uno mismo, yo te ruego

que no le entregues tus brazos.
La vida es un cenagal
que vestida de espiral
llena el alma de balazos.
Tus días se hacen pedazos
de silencio y soledad.
Odias decir la verdad,
pero ganarle a la vida
solo puedes si en la huida
se alcanza inmortalidad.




Pensamiento


Tiempo, migaja bendita
de mi costilla pagana,
tempestad en la profana
esperanza que levita.
La paciencia regurgita
sobre mi cuerpo y su luz.
Yacen flores en la cruz
que cargo como aguacero.
El tiempo es un agorero
pensamiento. ¡Oh, Jesús!




Telón


Detrás del muro hay un puente,
una libélula ciega,
un llanto de castañuela,
un verdugo sonriente,
detrás del muro la suerte
se enamora de la huida
y la nostalgia combina
Dios y diablo en parentesco.
Detrás del muro los muertos
quieren volver a la vida.




Pretexto


Voy lanzándome a la triste
soledad de los latidos,
no distingo los silbidos
en mi coraza de alpiste.
Tantas dudas me ofreciste
que se quebró la inocencia,
bocados de impertinencia
me lanzaron a la orilla
y mi última costilla
aposté por la paciencia

Busqué una luz en la ajena
selva de los escondrijos
y encontré más acertijos
para agigantar mi pena.
Estar sola es la condena
por ser mancha en vez de sol,
enigma de girasol
desnudo ante la quimera.
Yo fui mar y primavera,
ahora soy un caracol.

Yo que siempre fui culpable,
que nunca tuve un pretexto,
que escondí en cada texto
el silencio razonable,
yo que me vestí de afable
para enamorar la vida,
hoy naufrago en la guarida
de los locos y el deseo
termina siendo otro reo
de mi propia despedida.


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