Premio del Proyecto
Naborí y Premio
Décimas para el amor
Hermeides Pompa
XII concurso
Ala Décima
2012
Resucitada,
de Dorge Rodríguez
Foto: cortesía del autor
En esta edición del certamen, por iniciativa del jurado, se concedió adicionalmente un Premio del Proyecto Naborí, de San Miguel del Padrón, y correspondió a la misma obra a la cual se le otorgó el premio Décimas para el amor Hermeides Pompa, que cada año concede en este concurso la Casa Iberoamericana de la Décima El Cucalambé, de Las Tunas.
Resucitada
Dorge Rodríguez Hernández
Premio del Proyecto Naborí
y Premio Décimas para el amor
Hermeides Pompa
XII concurso nacional
Ala Décima (2012)
JURADO:
Bertha María Gómez
Irasema Cruz
Idel Rosa Velázquez
Resucitada
Crece el duelo en el conuco,
el bohío es un lamento,
plañidero cruje el viento
en cada rama y bejuco.
Ya es el monte un eunuco
al que castró la tristeza,
y por perder la belleza
de tu presencia guajira
es el arroyo una tira
de llanto entre la maleza.
2
Un disparo de pesar
me ha perforado la risa
porque sólo tu ceniza
me queda para abrazar
¡Si me pudiera arrancar
esta nostalgia del pecho
que como un grito deshecho
en dolores se convierte
discutiéndole a la muerte
su indiscutible derecho!
3
Eres quejido tenaz
para esta horrible dolencia.
¡Cuánto hiere tu presencia
gritándome que no estás!
Porque inexorable vas
en una mueca que escondo,
te degusto, tocas fondo
espesada en el sabor,
cual un sorbo de sudor
salido de lo más hondo.
4
¡Qué desolado el estrecho
espacio de nuestra casa!
¡Qué lobreguez amenaza
de los cimientos al techo!
Y qué solo tu maltrecho
sillón cuando no carenas
en él con las manos llenas
de agujetas y de estambres
con qué saciarle las hambres
insaciables a las penas.
5
En las tardes me calcina
un nudo amargo en la mesa
por faltarle la destreza
de tu mano a la cocina.
Junto a tu silla, asesina
quejumbroso nuestro gato
esperando de tu plato
la migaja que le dabas
o el regaño que le echabas
acusándolo de ingrato.
6
El perro vive pendiente
de tu regreso algún día,
su mirada es en la mía
seco alarido silente.
El necesario torrente
de lágrimas no le fluye,
en la pupila le ebulle
sin disolverse el dolor,
es un grito, un estertor
interno que lo destruye.
7
Cuando tizna la chismosa
telarañas y soleras
imagino que me esperas
en la cama apetitosa.
¡Pero qué infame, qué odiosa,
qué aborrecible, qué injusta,
qué despiadada, qué adusta,
esta mordida veraz
de comprobar que no estás
cuando la noche me asusta!
8
Porque se nos fue el ayer
y el mañana ya no es meta,
hoy te labro en mi libreta
sitios para renacer.
Yo te volveré a tener
sin fantasmas en la almohada,
en cada frase trazada,
en cada estrofa mejor
impregnándole un albor
inmortal a la mirada.
9
Mi despertar ya no es
el de otrora, te lo juro,
le falta aquel aire puro
perfumador de un después.
Buscan mis desnudos pies
calzar tus huellas lejanas
porque en las frondas tempranas
de tu rastro y de mi paso
quizá nos una en abrazo
el duende de las mañanas.
10
Virginal, trabajadora,
delicada, femenina,
tierna, dulce, campesina,
deslumbrante, turbadora,
la muerte no te devora,
estás viva en mi universo,
arrancada del perverso
agujero de tu fosa
nunca fuiste más hermosa
en las letras de mi verso
11
No es un dolor diminuto
este de soñar contigo,
es el insomne castigo
de madrugadas de luto.
Eres latir absoluto
para mi pecho dañado;
aliento resucitado
en este sueño despierto
donde Dios sería algo muerto
si amarte fuera un pecado
12
¡Qué dulce silba tu quena
en el aire de mi oído!
¡Y cuánto duele el silbido
si te hace en la brisa ajena!
Qué dulce amarga esta pena
dueña del insomnio vano
este destello lejano
que irradia la cama muda
cuando despierta desnuda
la voluntad en la mano.
13
Si todo lo que avizoro
me dice que ya te fuiste,
si el lomerío se viste
de lúgubre deterioro,
la tierra por cada poro
algo de ti siempre emana,
fertilizas la sabana
con tu cuerpo joven, pleno,
aflorando en el sereno
que transpira la mañana.
14
Eres tú la única rosa
en mi rosal no marchita,
mi verde se supedita
a tu corola de diosa.
Germíname poderosa
en cada yema de amor,
dale a mi savia tu olor,
vierte en mi sed tu rocío
y sé por el cuerpo mío
en cada rama una flor.
15
Tu recuerdo me sutura
esta herida descarnada,
una lágrima no es nada
si el párpado la tritura.
Es tu muerte la locura
donde logro revivirte;
para dejar de escribirte,
Resucitada, es preciso
que tú me pidas permiso
esta vez para morirte.
DORGE RODRÍGUEZ HERNÁNDEZ (1964, residente en Cienfuegos). Actor y guionista de programas radiales, esfera de creación en la cual ha alcanzado numerosos lauros.
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