Premio
del Proyecto
Perseverarte
XII concurso
Ala Décima
2012
Duros aires de familia,
de Jesús Arencibia
Foto: Anays Almenares Ávila
En esta edición del certamen, por iniciativa del jurado, se concedieron dos premios adicionales por el proyecto sociocultural Perverarte: uno destinado a un cuaderno escritor por mujer y otro a un texto de autor joven. El ganador de este último recibió una obra de artes plásticas, que le fue entregada por la poetisa Irasema Cruz (a la izquierda), integrante del Proyecto Perverarte y del jurado. Foto: Roberto Carlos Medina
Duros aires de familia
Jesús Arencibia
Premio
del Proyecto
Perseverarte
XII concurso nacional
Ala Décima (2012)
JURADO:
Bertha María Gómez
Irasema Cruz
Idel Rosa Velázquez
Duros aires de familia
HERRUMBRE DEL ABOLENGO
Felices los normales, esos seres extraños…
Roberto Fernández Retamar
Como un tizne caminante
de alguna helada congoja
andaba la cuerda floja
del recuerdo agonizante.
Llevaba, lazos mediante,
bálsamos de carestía.
Ante la sombra baldía
de otros, ya sin horizonte,
se burlaba de Caronte.
Estaba loca: quería.
Ciego. Sumergido en sí,
gigante de mano suave,
tenía el temblor de quien sabe
cuchillos del frenesí.
Cantaba. Decía sí
al mundo con aire noble.
Sacudía su piel roble
de gusanos y querellas.
Mordía tantas botellas
que Dios lo veía doble.
Sebastián. Tuvo ese nombre
que al susurro hermana el viento:
en jolongos de contento
traía raíces del hombre.
Donde el sudor aún escombre
brillará su fe prolija
para darse. Ahora la hija
recordará su estatura:
manos sin empuñadura.
La bondad murió canija.
¿Adónde viaja la idea
de quienes buscan surcar
la nada? ¿Qué oscuro mar
devoró aquella odisea?
¿Con cuánta prisa y pelea
se les retorció el acero?
¿Qué Don, Sir, o Caballero
arderá con su vigilia?
Arman la intensa familia:
Mi abolengo de heredero.
TOCAR LA NADA
Rápida, como un reflejo,
dos veces vi el alma, dos:
Cuando murió el pobre viejo,
cuando ella me dijo adiós.
José Martí
Yo toqué la suerte un día:
era tan de filo inerte
que no sé con qué aguafuerte
cuento azules todavía.
Yo palpé la lejanía
sin puente ni catalejo;
naufragué en el entrecejo
que besé para dormir…
La vida puede latir
rápida, como un reflejo.
Yo supe el plomo profundo
cayéndome a torrenciales
mientras no hallaba sitiales
para edificar mi mundo.
Lo eterno dura un segundo
si la piedra más veloz
corta en seco el altavoz
del cariño. Y uno mira
por saber si el astro gira…
Dos veces vi el alma, dos.
Futuro de mi pasado.
Pasado de mi futuro.
Aire de todo el más puro
Puro por el aire amado.
Mi abuelo, fotografiado
en silencio sin consejo,
en sollozo disparejo;
como plata bajo herrumbre.
Qué alba huérfana de lumbre
cuando murió el pobre viejo.
Quedaba la estela ignota
de una canción entredicha,
el traje de una desdicha
y alguna guitarra rota.
No hay verso, ángel o gaviota
cuando es macizo el atroz
zumbido. Llega precoz
el tren al puerto sin vía.
Quise abrazar tu voz mía
cuando ella me dijo adiós.
CONFUSIONES DEL HERALDO
Un papel es inocente
si no hay rastros de querella
entre demonio y estrella,
entre posible y presente.
Un papel puede ser fuente,
chatura gris, agujero.
Pero aquel de sino artero,
tuyo sin serlo, de hiel;
quiero decir, el papel
donde sufrías: «Los quiero»…
Era una rara escritura
anhelante de vacío.
Era como un desvarío
tierno de página dura.
Adiviné la costura
con que tecleaste el aliento.
Y vi claro el pensamiento
silueteando la neblina:
Rostro sin doblez ni esquina.
Era, Madre, un testamento.
Tenía trillos del bien
en frenéticas señales.
Besos dejabas. Raudales
de angustia, Madre, también.
Acuchillaba la sien
con los mil remotos «si…»
Pronto, ayer, mañana, aquí,
después, hoy, lejos, jamás…
Tal vez no recordarás:
Era una ausencia de ti.
Pasó. Y cuando el rayo pasa
todo es como embrión de luz.
Ya sin remilgos ni cruz
las letras vuelven a casa.
Donde el escrito se enlaza
con el partir del conjuro,
cierra la vista algún muro.
Sin embargo, el Sin Embargo
promete un día más largo.
Hay Sol, Madre. Te lo juro.
JESÚS ARENCIBIA LORENZO (Pinar del Río, 1982; residente en La Habana), Licenciado en Periodismo que actualmente se desempeña como profesor en la Facultad de Comunicación Social de la Universidad de La Habana y como periodista en Juventud Rebelde. Su preferencia por la poesía en décimas le llegó desde niño por su abuelo, de quien también heredó el bíblico nombre. Llamarse así ha sido para él justificado motivo de orgullo, por su ascendencia y por ser también el nombre de un grande de la décima cubana, Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí. En el 2010, mereció el primer premio del concurso nacional de glosas “Canto alrededor del punto” con su obra Hierros de ingenio. En el 2011, su texto Corta carta cursi conquistó el premio del tercer concurso de glosas Jesús Orta Ruiz, de la filial de Ala Décima en San Miguel del Padrón. Poemas suyos en décimas, aparecidos en nuestro sitio, son Con el Che en sueño de proa, Abrazo, Brújula, Naborí e impalabra. Otros acercamientos a su obra en versos pueden verse, mediante estos enlaces, en el blog Álbum nocturno y en la antología on line Arte poética. Rostros y versos, ambos del poeta salvadoreño André Cruchaga.
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