Apuntes sobre la casa,
de Henry Rodríguez Borjas
de Henry Rodríguez Borjas
Con una selección de libros editados por el periódico Juventud Rebelde fue dotado el Premio Guillermo Cabrera Álvarez, concedido por ese órgano de prensa al mejor poemario de autor joven, el cual fue entregado por Sara Cotarelo, jefa de su Departamento de Atención a lectores y miembro de su Consejo de Dirección, a Miguel Mariano Piñero, presidente del jurado y residente en Las Tunas al igual que el autor laureado con este premio.
Apuntes sobre
la casa
Henry Rodríguez Borjas
Premio
Guillermo Cabrera Álvarez, para autor joven
XVI concurso nacional
Ala Décima (2016)
XVI concurso nacional
Ala Décima (2016)
JURADO:
Apuntes sobre
la casa
APUNTES SOBRE LA CASA
(Desde el autoexilio)
Para Alexander Besú Guevara,
por su tristeza y la mía.
por su tristeza y la mía.
Mi casa es una mentira,
un festival de beodos.
Mi casa tiene recodos
para esconder lo que
expira.
Cuando mi casa suspira,
sus ojos rectangulares
se derrumban. Son pesares
que mueren a medianoche.
Su portal es un fantoche
con sueños extra
insulares.
Mi casa esconde su
esencia
bajo un cielo de Galván
y embadurna de alquitrán
su alquitranada
conciencia.
Mi casa es una apariencia
travestida con cemento.
Mi casa es otro argumento
colgado de la ventana
que sueña con un mañana
pero muere en el intento.
Mi casa es un algoritmo
sin solución aparente
y lleva sobre la frente
-viejo reloj sin
biorritmo-
ese cadencioso ritmo
de las horas invisibles.
Mi casa tiene plausibles
escenas de cine mudo,
razones por las que acudo
y vecinos impasibles.
Desovan sobre su techo
las nubes sus cantos
grises.
La casa tiene raíces
que comienzan en mi
pecho.
La casa tiende su lecho
igual que una meretriz.
No importa la cicatriz
que la reabra mi
ausencia.
Me dice como sentencia:
si no hay casa, no hay
país,
porque una casa sin
hombre
es como un hombre sin
vida,
supurando por la herida
la maldición de un
pronombre.
Porque una casa sin
nombre
es una ciudad desierta.
Porque mi casa despierta
con aldabonazos leves
sus cuatro estaciones
breves
cuando alguien abre la puerta.
La noche tiene reclusos
que pernoctan en mi
cuarto.
Con todos ellos comparto
mi corazón. Mis ilusos
pensamientos. Son
intrusos
que beben de mi almenara.
Se disfrazan con su cara
más humilde, más inerme.
En cambio la casa duerme
como si el tiempo pasara
más lento por su
traspatio,
como un caracol indócil.
El tiempo, mascota fósil
que vigila desde el
patio,
sigue esperando un
fellatio
y mira la casa altivo.
Sobre su conciencia
escribo
para apagar esta braza.
Porque no quiero otra
casa
que la casa donde vivo.
CONFESIONES DEL POETA
(Segundos antes de
saltar)
Pueden venir si lo
quieren
Teseo y el Minotauro,
cuando saque del catauro
las décimas que me
hieren.
Pueden venir los que
mueren
a golpe de sacrificio,
a romper el maleficio
de esta blancura silente.
Yo escribiré un
continente
porque escribir es mi
oficio.
Puede ser el precipicio
alto como torre Eiffel.
Puede estar el anaquel
repleto de lodo y vicio.
Puede estar este suplicio
tan profundo como un
cangre
bajo mi piel. Me desangre
letra a letra, día a día
-como algún dios-. Poesía
eres alma y luz, mi
sangre.
YO, ROBOT
(Con tecnología
esdrújula)
El futuro es mitológico
como las alas de cera.
Para comenzar la era
soy demasiado biológico.
Tanto cerebro analógico
me da una tristeza
crónica.
Otra fachada anacrónica,
disfuncional y oxidada.
Ya no me sirve de nada
mi melancolía biónica.
Hay una sed amazónica
en mi circuito integrado.
El porvenir estampado
en mi memoria antagónica.
Una sonrisa electrónica
nos parece menos básica.
El hombre tiene su
clásica
manera de hacerlo todo
al revés. De cualquier
modo
es esta la era jurásica.
PREMONICIONES DEL CÉSAR
(Antes del alba)
No vengan los comensales
que invité. Porque hoy
celebro
mi tristeza. (Mi cerebro
con vallas perimetrales).
Hoy derribo los vitrales
por donde el alba se
asoma.
Ya predije un carcinoma
de relucientes venablos.
Quién cuidará los
establos
cuando me ausente de
Roma.
Pueden venir sin embargo
las oscuras melodías
de la noche. Sinfonías
que aletargan mi letargo.
Pueden servirme el amargo
licor de mi sangre
hirviente.
Pueden besarme la frente
con la sonrisa que
amputo.
Si digo, tú también,
Bruto,
podré cruzar cualquier
puente.
HENRY
RODRÍGUEZ BORJAS (Las Tunas, 1984).
Pertenece al Taller Literario Guillermo Vidal desde su fundación en el 2006. Ha
obtenido varios premios y menciones en Encuentros Debates de Talleres
Literarios y en el concurso Tomasa Varona. Ha publicado en folletos con motivo
de las Jornadas Cucalambeanas y las jornadas de la poesía Gilberto E. Rodríguez,
en el plegable Horas de amor vencidas,
nuevos decimistas tuneros (Editorial Sanlope,
2013), en la antología Mundos Paralelos,
del Proyecto Encaminarte, y está incluido en la antología Historia de la poesía en Las Tunas, del poeta e investigador Antonio
Gutiérrez Rodríguez. Tiene publicado el libro digital La siesta del centauro, por la Editorial Letra Viva (Miami, 2013).
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