Pasaporte / Destierro / Cicatrices,
de Carlos Ettiel Gómez Abréu
Equivalente al segundo lugar del certamen, el Premio
Especial Aniversario 110 del natalicio de Gilberto
E. Rodríguez fue
conferido por la Filial
provincial del Grupo Ala Décima en Las Tunas y el proyecto artístico-literario El manuscrito perdido, de esa provincia, y consistió en una
obra de arte y una selección de libros.
Pasaporte
/ Destierro / Cicatrices
Carlos Ettiel Gómez Abréu
Premio Especial Aniversario 110
del natalicio de Gilberto E. Rodríguez
XVIII concurso nacional
Ala Décima (2018)
JURADO:
Pasaporte
/ Destierro / Cicatrices
Como un invisible voy
perdido en la ciega prisa
de los cuerpos (tanta
risa
igual, ya no sé quién
soy).
Extraña imagen que doy
frente a los otros, la
arteria
se descompone, es muy
seria
aquella huida, respondo
con el silencio más
hondo:
callado grito de
histeria.
Mi voz ensancha los ecos
del humano que antes fui,
pues de tanto que perdí
ya tengo los ojos secos
y sin color. Mundos
huecos
me persiguen, me torturan
como a un criminal,
procuran
que el destierro no
soporte:
jamás tuve el pasaporte
de los rostros que me
abjuran.
Ya se les vuelve el vivir
una intuición de reflejos,
angustia de los espejos
que no aprenden a mentir.
De su fraude disentir
es pecado, les estorbo
en el orden, en su morbo
de pastiches y renuncia.
Hoy el tiempo se me anuncia
como la mar en un sorbo.
Toda mi sed bebería
si acaso fuese probable
como pez interminable
de versos. A sangre fría
tensan los nudos. Un día
voy a tragarme la cuerda
y el anzuelo. Cuando
pierda
mis hipócritas costumbres
se verán las
podredumbres.
(Dios de mí ya no se
acuerda).
El “canto” hipnotiza,
fluye
mientras voy a la
intemperie
y busca unirme a la serie
de los muertos que
construye.
Su pupila me rehúye
por no perder el disfraz
insostenible, sin más
puertas, paredes ni velo.
Una mentira de hielo
arrasa, no mira atrás.
Medio siglo de intuición
sutil, el hombre mendigo
sin voluntad, sin abrigo
después de la clonación.
Hileras rumbo al montón
de circuitos, engranaje
que me arrastra; el
equipaje
de escombros como retraso
y la marca a cada paso
de los verdugos que
traje.
Una cuerda a la cintura
—pobres corderos— ¿Adónde
los llevan? Si alguien
responde,
la cuerda se transfigura
en mordaza. Criatura
que a nadie obliga,
convence
con el mismo acto
circense:
ciego, sordo, mudo (igual
cada vez). ¿Será el
final?
—Quiera Dios que no
comience.
No soy de entrar en la
foto
con la mirada tranquila.
Oscura oveja, en la fila
me vuelvo de cabo roto.
Agrestes perros del oto-
quieren cortar mis pala-
indóciles estoca-
para anclarme las rodi-
al suelo, bosque de si-
peligrosas... ¡Basta ya!
De una vez rescato todas
las letras. Como puñales
mis heridas ancestrales
no se ajustan a las modas
uniformes (burdas
odas
de las fábricas). Hay dos
universos. Uno atroz
de murallas y destierro,
mi dolor como el de un
perro
cuando no lo mira Dios.
El otro mundo: mercado
de las almas (me
persigno)
entro en él, y soy
indigno
proyecto de un desterrado
que se arrastra, y el
candado
pesa más en mi grillete.
En los ojos un ribete
intraducible, sin alas:
se terminaron las balas
del Ak-47.
No es nueva la batalla.
En recepciones
evacuan sus cerebros y
las lenguas
repiten. Se emocionan
cuando menguas
a punto de seguir las
instrucciones.
No es nuevo el sacrificio de los clones
en sus coreografías de
momentos
iguales. Les harán cien
monumentos,
fotocopias de humo,
inversión fútil,
merecido homenaje (aunque
ya inútil)
a la comodidad de los
asientos.
En un olvido muy largo
se reproducen. Emigro
como una cruz, al peligro
de la soledad. Encargo
un caparazón amargo
y detrás de mis cerrojos
resucitan los despojos,
sus espinas (torpes
juegos
de aquel mundo en que los
ciegos
están llorando sus ojos).
Suave la palmada,
“admiran
mi divergencia”. Seducen
ciertas frases que
producen
sus ruedas dentadas. Giran
de pronto (acaso
deliran).
Nota mental: Son felices
detrás de sus rostros
grises,
no les preocupa el
encierro
de su albedrío, ni
el hierro
marcando estas
cicatrices.
CARLOS
ETTIEL GÓMEZ ABRÉU (Jagüey
Grande, Matanzas, 1978). Licenciado en Derecho, se desempeña como asesor literario en la Casa de Cultura de Jagüey Grande.
Es miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC)
y egresado del Centro de Formación Literaria Onelio
Jorge Cardoso. Cuenta con numerosos reconocimientos y varios
libros publicados, tanto en poesía como en narrativa. Su obra aparece además en
revistas y antologías. La edición del 2014 del concurso
nacional de poesía Regino Pedroso tuvo entre sus laureados a
Carlos Ettiel, quien mereció en ese certamen el Premio
Ala Décima por su poema Burbuja
del tiempo. Sobre otra importante
zona de su creación literaria, sus permanentes y ya reconocidos empeños en la
literatura para niños y jóvenes, y en la que se enrumba hacia el muy serio
propósito de hacer reír, puede verse información en el siguiente trabajo de
nuestros archivos: Ettiel
le pone sazón al verso. Su quehacer para los más recientes lectores bien
pueden atestiguarlo los volúmenes Los
caprichos del tiempo (Editorial Gente Nueva,
Colección Juvenil, 2015), con el cual alcanzó el Premio La Edad de Oro, en el
género de poesía, en la convocatoria correspondiente al año 2015, Polvo
de hadas (poesía
para niños, Ediciones Matanzas, 2012), y Reino
de hechizos (la misma modalidad, Ediciones Aldabón, 2014). Su novela para niños y jóvenes Proyecto
Mellizos, Ediciones Loynaz, 2016, obtuvo el Premio Hermanos Loynaz. En el
2017, con su decimario Escape
del tiempo mereció el Premio Francisco
Riverón Hernández. De ese libro, en nuestros
archivos, los poemas Proyecto
y Tatuaje
insular.
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