domingo, 5 de marzo de 2017

Premio tema social, XVII Ala Décima



 
Relecturas,
de Jesús Arencibia






 

El Premio Wilfredo Sánchez, de tema social, concedido por el periódico Trabajadores, consistió en libros de la biblioteca personal de ese fallecido combatiente, donados por su viuda Zoraida, así como una obra del artista de la plástica Manuel Fernández Malagón, entregada por el poeta Rolando Ávalos Díaz, del colectivo del referido órgano de prensa. Foto: Carlos Castro.








Relecturas

Jesús Arencibia


Premio Wilfredo Sánchez, de tema social
XVII concurso nacional
Ala Décima (2017)


JURADO:









Relecturas



No queda más que inventarse cada uno
una biblioteca ideal de sus clásicos.

Italo Calvino





Abrazo Viejo


He podido sobrevivir encaramándome por encima
de los escombros de mi accidentada existencia.

Máximo Gómez


Le caían años sobre el rostro al viejo General:
hablaba como después de muerto.

José Martí



Solo el filo (el implacable).
Solo la carga (irredenta).
Solo el turbión que alimenta
el desgarro (inevitable).
Solo la angustia (innombrable).
Solo el vacío (crujiente).
Solo el mar (impenitente)
o el viento (muerto de un tajo)
bosquejan (no sin trabajo)
al Viejo (Patria candente).

¿Cuánto odio? ¿Cuánta bala
rozando el ojo avizor?
Y el Jinete en el fragor
incendiario (sin escala). 
Jirones (toda su gala)
pero de sangre marcial.
¿Pesetas? Fuste y erial.
¿Península? Negra Antilla.
Y si no alcanza la arcilla
funde un país (de metal).

No hay reposo, General.
Ni fronda para la hamaca.
La desdicha nunca ataca
de frente (guarda el puñal).
Qué raro se ha hecho el ritual
del pundonor (y la hombría).
¿Queda proa? ¿Rompe el día?
¿Qué tierra cubre el panteón?
El humo de La invasión
traza un rumbo (todavía).




Detonante


Yo no me dejo coger vivo

Antonio Guiteras


Temerario, indoblegable, austero, lúcido, apasionado,
generoso, taladrante, (…) nació para morir
combatiendo de cara al enemigo.

Raúl Roa



En las venas, el café
hierve con humo expansivo.
No hay bálsamo curativo
para esta implosión en pie.
El gesto apenas se ve.
Relampaguea la cordura
y el revólver —ya madura
la entrega— traza la edad:
Vibra en tanta libertad
que por dentro es llaga pura.

Con sus manos el poder
fugaz se vuelve martillo
cincelando a rudo brillo
el posible en el ayer.
Qué rojo de amanecer
a la ensoñación pletórica.
T.N.T con la retórica.
Plomo crudo con el cuento.
Cuando falla un instrumento
sobra la mística histórica.

Aún aguarda en El Morrillo
el cortamares Amalia.
Nadie borre “represalia”
donde dice: “único trillo”.
Delgado. Viril. Sencillo.
Juega doble. Última apuesta.
Jamás busca una respuesta
si interroga el paredón.
¿Cae acaso la ilusión?
Cae. Con el alba puesta.




Solitud


Cuánto deseaba poder mirar, dedicar una sonrisa mañanera
y dar los buenos días aunque fuera a los carceleros.

Orlando Cardoso Villavicencio


Puñados de hierba fresca, surgidos casi milagrosamente
en aquellos inhóspitos arenales llegó a comer (…).
Pero también logró cultivar flores.

María Dolores Ortiz



Lanta Buur… Largo lamento,
con doble puerta de frío.
Lanta Buur… el desvarío
de un idioma sin acento.
Anochece a paso lento.
Morgue llena. Torpe lucha.
la sinrazón —siempre ducha
en ascenso y fatuo brillo—
le arranca el cruel estribillo,
pero el acero no escucha.

Es orden la desmemoria.
El hombre se germinó
de recuerdo. Levantó
toda la sangre amatoria.
Duro latido (de noria)
—casi Sol, casi suicida—.
Riega pólvora en la herida
y escribe, escribe, escribe:
La reja que lo proscribe
es metralla estremecida.

Si 10 años fueran nada.
Piel y calma. Sueño y dientes.
Y los deseos turgentes.
Y la imposible estocada.
Sobre la línea delgada
entre ciego y quien no mira
entre respira y expira
entre señal y señero,
hay flores en el cantero.
Lanta Buur también suspira.




Negro


Lo que hace andar el barco
no es la vela desplegada, es el viento que no se ve.

Anónimo


Y tuve un acierto singular cuando señalé cómo
ninguna de las innumerables estatuas que se han
levantado a este mártir anónimo de la matanza,
tenía ni la figura ni las facciones de un negro.

Pablo de la Torriente Brau



Pasan los bueyes. Detrás,
junto a la burda cadena,
descalza viaja la pena
de un silencio montaraz.
Pasan los bueyes, a ras
de ilusión abandonada
lleva el Negro la mirada
—terca mueca de espejismo—.
Es el buey de su optimismo
con la fuerza doblegada.

Todo lo que aró fue pobre.
Cada surco de su rostro
recuerda el agrio calostro
que no alcanzó para el cobre.
Hasta la miel fue salobre
en su tenaz desventura.
Aun cargando en la montura
inenarrable riqueza,
dejó el alma, pieza a pieza,
en la férrea empuñadura. 

¿De qué sirvió aquel cantío
madrugador, de abolengo?
¿Dónde llegó el potro rengo?
¿Cuál suerte le dio el gentío?
Solo escuchándole el brío
la muchachada saltaba.
Pero su toque de aldaba
aún aguarda oído fiero.
A lo lejos, el sombrero
cruza el ocaso. Se acaba.









JESÚS ARENCIBIA LORENZO (Pinar del Río, 1982) es Máster en Comunicación Social y se desempeña como profesor en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana y como periodista en Juventud Rebelde. En el 2010, mereció el primer premio del concurso nacional de glosas Canto alrededor del punto con su obra Hierros de ingenio. En el 2011, su texto Corta carta cursi conquistó el premio del III concurso de glosas Jesús Orta Ruiz, de la filial de Ala Décima en San Miguel del Padrón. En el XII concurso nacional Ala Décima (2012) le fue conferido el Premio del Proyecto Perseverarte (para joven), por su cuaderno Duros aires de familia. En el mismo año, obtuvo el Premio del Grupo Ala Décima en el XV concurso nacional de poesía Regino Pedroso, con su texto Confusiones del heraldo. En el XIII concurso nacional Ala Décima (2013) mereció el Premio Wilfredo Sánchez, de tema social, conferido por el periódico Trabajadores, por su obra Epístola intrascendente. En el 2015 resultó, con su texto Viejo a la semilla, tercer premio del concurso nacional de glosas Celestino García, convocado por la Casa de igual nombre, en Pinar del Río. También en ese año, mereció el Premio Especial Centenario de Raúl Ferrer (segundo lugar del certamen) en el XV concurso nacional Ala Décima por su cuaderno Señales de avión nocturno. En el 2016, ganó uno de los seis lauros del Premio Memoria, que otorga el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau a propuestas investigativas. En ese mismo año, con su poema en décimas Céspedes, penumbra ardiente, mereció el segundo lugar en el concurso Trilogía decimal. En el 2017, obtuvo segundo lugar en el certamen de periodismo El rasguño en la piedra. Otros poemas suyos en décimas, en nuestro sitio, son Con el Che en sueño de proa, Abrazo, Brújula, Naborí e impalabra. Acercamientos adicionales a su obra en versos pueden verse, mediante estos enlaces, en el blog Odiseo en el Erebo y en la antología on line Arte poética. Rostros y versos, ambos del poeta salvadoreño André Cruchaga. Es un destacado colaborador del Grupo Ala Décima y líder del movimiento de lectores de la columna La tecla del Duende, del periódico Juventud Rebelde, continuadora de La tecla ocurrente fundada y mantenida por Guillermo Cabrera Álvarez hasta su desaparición física.








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