Relecturas,
de Jesús Arencibia
El Premio Wilfredo
Sánchez, de tema social, concedido por el periódico Trabajadores, consistió en libros de la
biblioteca personal de ese fallecido combatiente, donados por su viuda Zoraida,
así como una obra del artista de la plástica Manuel
Fernández Malagón, entregada por el poeta Rolando
Ávalos Díaz, del colectivo del referido
órgano de prensa. Foto:
Carlos
Castro.
Relecturas
Jesús Arencibia
Premio Wilfredo Sánchez, de tema social
XVII concurso nacional
Ala Décima (2017)
JURADO:
Relecturas
No queda más que inventarse cada uno
una biblioteca ideal de sus clásicos.
Italo Calvino
Abrazo Viejo
He podido sobrevivir encaramándome por encima
de los escombros de mi accidentada existencia.
Máximo Gómez
Le caían años sobre el rostro al viejo General:
hablaba como después de muerto.
José Martí
Solo el filo (el
implacable).
Solo la carga
(irredenta).
Solo el turbión que
alimenta
el desgarro
(inevitable).
Solo la angustia
(innombrable).
Solo el vacío
(crujiente).
Solo el mar
(impenitente)
o el viento (muerto de
un tajo)
bosquejan (no sin
trabajo)
al Viejo (Patria
candente).
¿Cuánto odio? ¿Cuánta
bala
rozando el ojo avizor?
Y el Jinete en el
fragor
incendiario (sin escala).
Jirones (toda su gala)
pero de sangre
marcial.
¿Pesetas? Fuste y
erial.
¿Península? Negra
Antilla.
Y si no alcanza la
arcilla
funde un país (de
metal).
No hay reposo,
General.
Ni fronda para la
hamaca.
La desdicha nunca
ataca
de frente (guarda el puñal).
Qué raro se ha hecho
el ritual
del pundonor (y la
hombría).
¿Queda proa? ¿Rompe el
día?
¿Qué tierra cubre el
panteón?
El humo de La invasión
traza un rumbo
(todavía).
Detonante
Yo no me dejo coger vivo
Antonio Guiteras
Temerario, indoblegable,
austero, lúcido, apasionado,
generoso, taladrante, (…)
nació para morir
combatiendo de cara al
enemigo.
Raúl Roa
En las venas, el café
hierve con humo
expansivo.
No hay bálsamo
curativo
para esta implosión en
pie.
El gesto apenas se ve.
Relampaguea la cordura
y el revólver —ya
madura
la entrega— traza la
edad:
Vibra en tanta
libertad
que por dentro es
llaga pura.
Con sus manos el poder
fugaz se vuelve
martillo
cincelando a rudo
brillo
el posible en el ayer.
Qué rojo de amanecer
a la ensoñación
pletórica.
T.N.T con la retórica.
Plomo crudo con el
cuento.
Cuando falla un
instrumento
sobra la mística
histórica.
Aún aguarda en El
Morrillo
el cortamares Amalia.
Nadie borre
“represalia”
donde dice: “único
trillo”.
Delgado. Viril.
Sencillo.
Juega doble. Última
apuesta.
Jamás busca una
respuesta
si interroga el
paredón.
¿Cae acaso la ilusión?
Cae. Con el alba
puesta.
Solitud
Cuánto deseaba poder mirar, dedicar una sonrisa
mañanera
y dar los buenos días aunque fuera a los
carceleros.
Orlando Cardoso
Villavicencio
Puñados de hierba fresca, surgidos casi
milagrosamente
en aquellos inhóspitos arenales llegó a comer
(…).
Pero también logró cultivar flores.
María Dolores Ortiz
Lanta Buur… Largo
lamento,
con doble puerta de
frío.
Lanta Buur… el
desvarío
de un idioma sin
acento.
Anochece a paso lento.
Morgue llena. Torpe
lucha.
la sinrazón —siempre
ducha
en ascenso y fatuo
brillo—
le arranca el cruel
estribillo,
pero el acero no
escucha.
Es orden la
desmemoria.
El hombre se germinó
de recuerdo. Levantó
toda la sangre
amatoria.
Duro latido (de noria)
—casi Sol, casi
suicida—.
Riega pólvora en la
herida
y escribe, escribe,
escribe:
La reja que lo
proscribe
es metralla
estremecida.
Si 10 años fueran
nada.
Piel y calma. Sueño y
dientes.
Y los deseos
turgentes.
Y la imposible
estocada.
Sobre la línea delgada
entre ciego y quien no
mira
entre respira y expira
entre señal y señero,
hay flores en el
cantero.
Lanta Buur también
suspira.
Negro
Lo que hace andar el barco
no es la vela desplegada, es el viento que no se ve.
Anónimo
Y tuve un acierto singular cuando señalé cómo
ninguna de las innumerables estatuas que se han
levantado a este mártir anónimo de la matanza,
tenía ni la figura ni las facciones de un negro.
Pablo de la Torriente
Brau
Pasan los bueyes.
Detrás,
junto a la burda
cadena,
descalza viaja la pena
de un silencio
montaraz.
Pasan los bueyes, a
ras
de ilusión abandonada
lleva el Negro la
mirada
—terca mueca de
espejismo—.
Es el buey de su
optimismo
con la fuerza doblegada.
Todo lo que aró fue
pobre.
Cada surco de su
rostro
recuerda el agrio
calostro
que no alcanzó para el
cobre.
Hasta la miel fue
salobre
en su tenaz
desventura.
Aun cargando en la
montura
inenarrable riqueza,
dejó el alma, pieza a
pieza,
en la férrea empuñadura.
¿De qué sirvió aquel
cantío
madrugador, de
abolengo?
¿Dónde llegó el potro
rengo?
¿Cuál suerte le dio el
gentío?
Solo escuchándole el
brío
la muchachada saltaba.
Pero su toque de
aldaba
aún aguarda oído
fiero.
A lo lejos, el
sombrero
cruza el ocaso. Se
acaba.
JESÚS
ARENCIBIA LORENZO (Pinar del Río, 1982) es Máster en Comunicación
Social y se desempeña como profesor en la Facultad de Comunicación de la
Universidad de La Habana y como periodista
en Juventud Rebelde. En
el 2010, mereció el primer premio del concurso
nacional de glosas Canto alrededor del punto con su obra Hierros
de ingenio. En el 2011, su texto Corta
carta cursi conquistó el premio
del III concurso de glosas Jesús Orta Ruiz, de la filial
de Ala Décima en San Miguel del Padrón. En el XII
concurso nacional Ala
Décima (2012) le fue conferido el Premio
del Proyecto Perseverarte (para joven), por su cuaderno Duros
aires de familia. En el mismo año, obtuvo el Premio
del Grupo Ala Décima en el XV
concurso nacional de poesía Regino Pedroso, con su texto Confusiones
del heraldo. En el XIII
concurso nacional Ala Décima (2013)
mereció el Premio
Wilfredo Sánchez, de tema social, conferido por el periódico Trabajadores, por su obra Epístola
intrascendente. En el 2015 resultó, con su texto Viejo
a la semilla, tercer premio del concurso nacional de glosas Celestino
García, convocado por la Casa de igual nombre, en Pinar del Río. También en
ese año, mereció el Premio
Especial Centenario de Raúl Ferrer (segundo lugar del certamen) en el XV
concurso nacional Ala Décima por su cuaderno Señales
de avión nocturno. En el 2016, ganó uno de los seis lauros del Premio
Memoria, que otorga el Centro Cultural Pablo de la
Torriente Brau a propuestas investigativas. En ese mismo año, con su poema
en décimas Céspedes,
penumbra ardiente, mereció el segundo lugar en el concurso
Trilogía decimal. En el 2017, obtuvo segundo lugar en el certamen de
periodismo El
rasguño en la piedra. Otros poemas suyos en
décimas, en nuestro sitio, son Con
el Che en sueño de proa, Abrazo, Brújula, Naborí e impalabra. Acercamientos adicionales a su obra en versos
pueden verse, mediante estos enlaces, en el blog Odiseo
en el Erebo y en la antología on line Arte poética.
Rostros y versos, ambos del poeta salvadoreño André Cruchaga. Es un destacado colaborador
del Grupo Ala Décima y líder del movimiento de lectores de la columna La tecla del Duende, del periódico Juventud Rebelde, continuadora de La
tecla ocurrente fundada y mantenida por Guillermo
Cabrera Álvarez hasta su desaparición física.
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